Los que han hablado con Mariano Rajoy este verano dicen que no se ha referido ni una sola vez a crisis de gobierno o de partido a pesar de que, como apuntan fuentes populares, estará obligado a hacer cambios más bien pronto que tarde. Con el inicio del nuevo curso político, se intensifica la presión sobre el presidente y, para evitarla, recurrirá a su agenda internacional a pesar de que el fantasma de Bárcenas lo perseguirá vaya donde vaya.
Llega la hora de hacer cambios. Tanta es la presión sobre el presidente que muchos dirigentes populares esperan que haga un golpe de timón inminente, para evitar el naufragio, pero las fuentes consultadas, entre las cuales hay asesores ministeriales, recuerdan que Rajoy ha estado unos días «desaparecido y sin dar señales de vida» en su Galicia natal, donde ha pasado las vacaciones.
El único ministro sentenciado del todo es el polémico José Ignacio Wert sobre todo después de que él mismo diera por acabada su etapa en el Gobierno con la aprobación de la ley de Educación. Wert ha servido en bandeja su puesto al presidente.
Entre los amortizados hay Cristóbal Montoro, titular de Hacienda, porque Rajoy apuesta por la continuidad de su rival Luis de Guindos y porque en plena crisis tiene que ofrecer caras nuevas en el área económica; Alberto Ruiz-Gallardón, de Justicia, por su predisposición a saltar del barco gubernamental antes de que se hunda; así como Pedro Morenés, de Defensa; Jorge Fernández Díaz, de Interior; María Fátima Báñez, de Trabajo; y Ana Mato, de Sanidad, salpicada por la imputación de su exmarido en el caso Gürtel.
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