Que la Policía Nacional haya entrado en la sede del PSC para incautar un ordenador, en el que esperan encontrar pruebas que relacionen al partido socialista con el espionaje de Método 3, es una noticia que no debería sorprendernos. Sí, que lo hagan por la escucha de La Camarga, siguiendo la teoría que apuntan voces cercanas al Partido Popular que tratan de desviar la atención.
Método 3 era –que ya no es, pues el escándalo ha supuesto su desaparición- una empresa de espionaje a la cual acudieron la mayoría de partidos catalanes, desde el PSC a CiU o PP. Incluso la CUP les encargó un pequeño trabajo. El libro de George Orwell en el que instauró el concepto del Gran Hermano se queda corto ante lo que ha pasado en los últimos años en Catalunya, donde todos espiaban a todos. Lo más surrealista es que utilizaran la misma empresa de detectives para ello, que en más de una ocasión se encontró con diferentes encargos sobre la misma persona.
Sobre el espionaje de La Camarga todavía se mantiene el secreto de sumario, pero nuestros lectores ya pudieron escuchar el contenido de la grabación a través de EL TRIANGLE, hasta que el juez nos ordenó retirar el documento sonoro. El hecho de que al final de la grabación nadie pida la cuenta, como explicamos en un reportaje de la edición en papel de esta semana, deja al descubierto que Alicia Sánchez Camacho sabía que su ‘ayudante’ ya había pagado la cuenta. Si es verdad la hipótesis del PP de que disponen de una cuenta privada en el restaurante, no se entiende como el camarero aceptó que el almuerzo se abonara por anticipado.
Tras saberse que existen fiscales de confianza y que hay jueces militantes, uno ya desconfía de cualquier actuación judicial y ve detrás de todas ellas una mano interesada, aunque no la haya. Mientras no dispongamos de una justicia imparcial e independiente no podremos presumir de vivir en una democracia.
