Cuando la barba andaluza veas afeitar…

Decidido: el PP presidirá la Junta de Andalucía, Cs el Parlamento y Vox entrará en la Mesa (con voz y voto). Aunque, como la muerte de Santiago Nasar a manos de los gemelos Vicario, sea anunciada, nos encontramos ante una mala noticia, pésima, nefasta… Vaya por delante, pues, mi más sentido pésame por la democracia andaluza (a.c.s). Si bien es cierto que a la tierra de Lorca le convenía una buena sacudida, y que el PSOE llevaba demasiado tiempo haciendo y deshaciendo a su libre albedrío, no es menos cierto que la tripleta de derechas que se repartirá el pastel andaluz da mucho miedo. No veo peor forma de terminar un año que, ya per se, ha sido bastante nefasto.

En Andalucía se han juntado el hambre, las ganas de comer y la gula. No creo que los andaluces merezcan tanta desdicha, pero no había demasiado más donde remover… Después de un eterno y estrecho sendero socialista, los andaluces han elegido lo que resumía el 'filósofo' Mariano Rajoy con una de sus típicas y desvencijadas frases: "Cuanto peor, mejor para todos. Y cuanto peor para todos, mejor. Mejor para mí su beneficio político"… Demasiado a menudo los electores pierden el oremus y, por contradecir el establishment, acaban votando lo más estrafalario que encuentran, antes Ruiz Mateos o Jesús Gil, y ahora Vox o cualquier otro desaprensivo.

Lo cierto es que los andaluces harán de conejillo de indias del primer experimento de las derechas españolas. Un Frankenstein con Vox, la ultraderecha desacomplejada, escorando la nave andaluza hacia posicionamientos fundamentalistas. Si al menos todo ello sirviera para abrir los ojos a los que votan a lo loco… Pero me temo que tampoco.

Si bien es cierto que Pedro Sánchez no es ni será la panacea que Cataluña desespera por recuperar el rumbo, que el presidente socialista ya tiene suficiente con mantener su propio norte, que los líderes independentistas injustamente encarcelados no saldrán en libertad de manera inminente, que el referéndum parece lejos de ser una realidad, no es menos cierto que hay males mayores. Cataluña haría bien fijando un ojo en el recuerdo del pasado (Rajoy, 155…) y el otro mirando hacia Andalucía. Lo que pasará los próximos tiempos en el sur puede servir de ejemplo de lo que no quisiéramos que pasara nunca en Cataluña. Y, como dice la máxima, cuando veas las barbas del vecino (andaluz) afeitar, pon las tuyas a remojar (catalanas). Aunque, como también decía Josep Pla, "no hay nada más parecido a un español de derechas que un español de izquierdas", no es menos cierto que no sería difícil encontrar las siete diferencias entre un Sánchez/Iglesias y un Casado/Rivera/Abascal. Así, a pesar de los pesares, haría bien el bloque independentista de pensar dos veces si deja caer Sánchez y se aventura a quedar a expensas de una España a la deriva de Vox. O, ¿en Cataluña también queremos aquello de cuanto peor, mejor?

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