La junta del Barça abre las puertas a demasiados resentidos y enemigos

Al club y sectores sociales del barcelonismo genera malestar que a quienes más desprecian la afición y la directiva, como es el caso de Víctor Valdés, se les premie con cargos de confianza
El regreso de Víctor Valdés ha causado disgusto.
El regreso de Víctor Valdés ha causado disgusto.

Las recientes incorporaciones de Patrick Kluivert y de Víctor Valdés en el organigrama del fútbol base del Barça han agotado la paciencia de algunos sectores de club y del entorno más próximo a la directiva. Las dos contrataciones han seguido un mismo patrón, llamando primero a la puerta del club para exigir un puesto de trabajo después de haber pasado por el despacho del precandidato Víctor Font.

El equipo del empresario de Granollers está ofreciendo a los futbolistas con un perfil similar a los de Kluivert y Valdés entrar a la carrera electoral y empezar a disparar desde ahora contra la actual directiva. A cambio, se les promete un cargo generosamente pagado cuando Font gane las elecciones el 2021 aunque les sugieren que, de momento, le pidan un trabajo a Bartomeu. La argucia persigue un doble objetivo: alistar para la causa ex-futbolistas molestos con Bartomeu si no les hace un hueco en el club y, si no es el caso, infiltrar unos de los suyos en las filas del enemigo. Saben que, si tienen un comportamiento correcto, es decir de colaboración desde dentro con la nueva candidatura, podrán seguir manteniéndose en inmejorables condiciones económicas, aunque cambie la presidencia.

Se trata, pues, de operaciones a las cuales la junta de Bartomeu, sobre todo directivos como Jordi Cardoner o Xavier Vilajoana, con aspiraciones continuistas, ha dado luz verde no se puede decir que estrictamente bajo amenazas, pero sí para tapar bocas presuntamente críticas, evitar fuegos nuevos y seguir manteniendo controlado este entorno contrario y más futbolero.

Este silencio tiene un coste y supone una sobrecarga de la estructura en un fútbol formativo que cada vez parece más confuso e ingobernable. Después de la dimisión de Jordi Mestre, estos fichajes se han cerrado a espaldas de Pep Segura, el adios del cual se ha precipitado con esta última maniobra, y contra el poder de José Mari Bakero, que ya veremos como se lo toma.

Precisamente Bakero fue el primero en utilizar el miedo de la junta a su favor para entrar en nómina como jefe del fútbol base. Lo consiguió hace un par de años después de que Josep Maria Bartomeu, que finalmente eligió Robert Fernández como máximo responsable del fútbol después haber tanteado Bakero, lo descartara. Su reacción en los medios, enfurecida, le abrió las puertas del plantel.

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