Eduard Romeu, obligado a pasear la mentira del Palau por las redacciones

El vicepresidente económico, obligado por su servidumbre y dependencia de Laporta, sigue fomentando la confusión, aunque ya admite que si el dinero no aparece la junta recurrirá a otra asamblea

Eduard Romeu, vicepresidente económico del Barça en su intervención sobre la venta de los derechos televisivos
Eduard Romeu, vicepresidente económico del Barça en su intervención sobre la venta de los derechos televisivos.

El vicepresidente económico del FC Barcelona, Eduard Romeu, ha conseguido mantenerse en su cargo como vicepresidente económico gracias a sus exagerada actitud de sumisión, entrega incondicional hacia el presidente y una predisposición más allá del entusiasmo favorable a secundar todas y cada una de las locuras de su presidente Joan Laporta, obligado a cargar con su presencia directiva en marzo de 2021 cuando, pasados nueve días de las elecciones, no disponía del aval para tomar posesión del cargo.

La designación de Romeu fue una imposición de José Elías, el empresario que aprovechó en aquel momento la bonanza de las comercializadoras eléctricas para permitirse el lujo y el capricho de colocar un empleado suyo como Romeu como tercero en el ranking de los vicepresidentes de Laporta, por detrás de Rafael Yuste, vicepresidente primero y Elena Fort, àrea institucional, aunque estaría por ver si en una situación de compromiso, Laporta seguramente optaría por avanzar en ese supuesto escalafón a Juli Guiu, proveedor personal del presidente, y Antoni Escudero, el vicepresidente social que menos se ha ocupado de su departamento de la historia del club.

Laporta pudo relevarlo en cualquier momento, si quisiera o no le fuera especialmente útil, desde que hace un año aproximadamente la nueva Ley del Deporte estableció la supresión de los avales para ser directivo del Barça.

Por es motivo, a Romeu le toca estar a las órdenes del presidente y asumir el papel de embustero mayor del club en la patraña monstruosa del plan de financiación que, por mucho que se desgañite en su gira ridícula por las redacciones de estos días, no contempla la construcción del nuevo Palau Blaugrana por la sencilla razón de que ni a Laporta ni a nadie de su junta le interesan las secciones ni tampoco su futuro y mucho menos su continuidad y sufrido mantenimiento.

El propio Marc Ciria, reconocido economista y especialista en la gestión laportista, le replicaba en un hilo de Twitter demoledor y vergonzoso para el presunto prestigio del vicepresidente Eduard Romeu. “El Espai Barça se ejecuta en el peor momento de caja y económico del Club en relación ingresos Vs. gasto. Repito, en el plan de ejecución no contempla el nuevo Palau. Contempla intereses financieros + contingencias, éste es el único destino”.

Aun así, siendo consciente de esta realidad incuestionable y demostrada, Eduard Romeu ha seguido con su juego de palabras, confuso, perversa y deliberadamente ininteligible para confundir a la prensa deportiva, que no entiende los números cuando se complican con tecnicismos, con un relato propio del camarote y jerga de los hermanos Marx sobre la parte contratante de la primera parte… “Ya dijimos que el Espai Barça se haría por fases. Primero el Spotify Camp Nou y después, en una segunda fase, el Palau. Cuando decimos que destinaremos 1.071 millones al Estadi es el Camp Nou, la urbanización, los planos… Con Limak tenemos cerrado un coste de 960 millones por el Estadi, en el que ya están incluidos los posibles problemas y sobrecostes que pueda haber. Después hay 179 millones de intereses, pero estos 179 millones están ahí, porque se pagarán contra los ingresos extraordinarios. Así está pactado y aprobado en el referéndum. Por tanto, ya tenemos 179 millones para el Palau, a los que hay que sumar los 50 que no hemos pedido todavía hasta llegar a los 1.500 que aprobaron los socios. Los otros 200 son para contingencias que no pagaremos. Los inversores deben tener esta cantidad por posibles problemas que surjan. pero nada más. Sumando las tres cantidades, ya sale el dinero del Palau, que se definió por una cantidad, 420 millones, que pareció una animalada y que puede costar menos».

En realidad, ese discurso sólo pretende engañar a los socios y puede que a un tribunal más adelante si progresa una posible impugnación por no invertir parte del dinero de los 1.450 millones (de los 1.500 m. autorizados por la asamblea de octubre de 2021) en el Palau Blaugrana aprobado en el pack del Espai Barça.

Eduard Romeu no se atreve a enfrentarse a la prensa económica especializada, sólo pacta entrevistas manejables con periodistas sin los conocimientos ni formación específica para replicarle en ese campo de la economía especulativa, su única especialidad.

Romeu es otro de esos ejecutivos, pues no es empresario, de la contabilidad creativa, un encantador de serpientes que, cobardemente, no baja al suelo la verdadera realidad a la que se enfrenta el FC Barcelona, afectado por un déficit estructural sin precedentes de una media de 200 millones anuales de desvío consolidado entre los gastos y los ingresos. Lo ha tapado el beneficio de las palancas, de 870 millones limpios, a cambio de activos muy complicados de recuperar y de arruinar el club, en una de las decisiones y estrategias lamentable y cobarde que además Romeu tiene la cara dura y la desfachatez de atribuir al pasado: «El Barça ya estaba vendido, le estamos recomprando”, ha llegado a afirmar, empujado por ese rodar cuesta abajo, sin retorno.

En su mentira sobre la exclusión del Palau Blaugrana, tan flagrante e indiscutible, no ha tenido otro remedio que añadir a ese galimatías recurrente de cifras sin sentido un reconocimiento, a su vez contradictorio, en el sentido de que quizás no esté contemplado el gasto el nuevo Palau. «Estoy acreditando -ha añadido- que entra. Que todo el mundo esté tranquilo. Es cierto que en la vida puede pasar cualquier cosa, pero si pasa, lo que haremos, como hemos hecho muchas veces en estos dos años, es convocar una Asamblea, explicaríamos los hechos y pediríamos la aprobación para poder incrementar este importe».

Más o menos, como en la rueda de prensa de presentación del plan financiero, días atrás, cuando sus ejecutivos le enmendaron los números y él mismo hubo de admitir que el nuevo Palau sólo entraría en una fantasía contable imposible sobre una asignación de costes que tampoco es posible obtener ni encontrar en ninguna comunicación oficial del club. Así le va de mal al Barça de Laporta en sus desafortunadas gestiones patrimoniales, económicas y financieras, un universo de especulación, ocultaciones, manipulación y sobre todo embutidas en la voluntad de la junta de sacar sobresaliente mediático aunque la nota real, dramática, sea la de un suspenso bajo.

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