Laporta visualiza su absoluta dependencia de Florentino Pérez

Un error garrafal del protocolo azulgrana ha hecho viral la foto del presidente del Barça, feliz con la camiseta del Real Madrid que le regaló en Riad esta semana el jefe del Bernabéu

Joan Laporta amb Florentino Pérez

Aunque el equipo de comunicación del club azulgrana ha intentado transmitir un cierto enfado por el regalo que Florentino Pérez le hizo a Joan Laporta en el descanso de la Supercopa, una camiseta del Real Madrid, lo cierto es que la imagen es suficientemente expresiva del buen rollo y de las ganas que tenía Laporta de volver a ver al presidente del Real Madrid y recibir de su mano una camiseta con la que definió con evidente claridad el tipo de relación que mantienen, de servicio, sumisión y colaboración del FC Barcelona a favor de los intereses del Real Madrid. 

Le gustará o no a los barcelonistas, pero ese es el camino elegido por Laporta desde que un mal día decidió pedirle el favor a Florentino de colgar una pancarta cerca del Bernabéu con intereses electoralistas.

La percepción de recuperar el Barça dominador de la década anterior con el regreso de Joan Laporta al palco del Camp Nou se quedó en eso, en una falsa sensación que la realidad se ha empeñado en desmentir. Primero fue perder a Messi, luego a Griezmann¸ luego de hacer de bombero torero en el circo de la SuperLiga, misión suicida e imposible y, por orden también de Florentino, renunciar a los ingresos de CVC que hubieran mejorado sustancialmente la situación económica y financiera del FC Barcelona. 

Como resultado de esa encerrona, que acabó con Messi en el PSG, parece que han quedado abiertas de par en par las puertas del Bernabéu para la entrada triunfal de Mbappé este verano. 

La réplica del Barça, que fantasea con gastarse 60 millones sólo en comisiones por el noruego Haaland, suena a otra maniobra mediática, una especie de favor de Mino Raiola a Laporta para que pueda mantener viva la llama de ese “Hemos vuelto”, el nuevo eslogan con el que, a la fuerza, ha de tapar la insalvable ventaja de puntos a favor del Real Madrid en la Liga y el frustrante estreno de Xavi en la Champions League. 

La eliminación, tan prematura, sólo puede interpretarse como un fracaso estrepitoso, el resultado lógico de la ausencia y la errabunda gestión deportiva de Joan Laporta, incapaz de saber qué hacer con Koeman, hasta quemarlo como una falla, y luego aceptar la llegada de Xavi Hernández, el entrenador de Víctor Font, para garantizarse, como así ha ocurrido, que no habrá críticas ni persecuciones por mediocre que sea el rendimiento del equipo. 

Laporta se ha especializado en el escapismo mediático, la gestión del discurso y el relato, la prioridad del mensaje propagandístico, siempre con la misma referencia al pasado y al hecho invariablemente y falso de que haber encontrado el club en muchas peores condiciones de lo que se pensaba. 

Ese ha sido el asidero y la excusa permanente para todas las gamberradas económicas y financieras realizadas por la junta de Laporta, exagerando hasta el colosalismo de fabricar 481 millones de pérdidas, más del 90% irreales, prefabricadas y conscientemente embusteras.

Esa obsesión sí que ha ahogado ahora su propia gestión, maniatada por la inmensidad de unas pérdidas que una auditoría independiente encargada por LaLiga y el CSD ha puesto en seria duda. Otra cosa es que Laporta lo quiera así para justificar sus planes de conversión del club en una sociedad anónima, lo que será, definitivamente, la estocada final de Flotentino Pérez al FC Barcelona.

Laporta, como indica la foto sosteniendo la camiseta del Real Madrid y ratifican los hechos, se ha convertido en el colaborador necesario de los planes de Florentino de destrucción y reducción del poder del FC Barcelona. El primer y fundamental objetivo era alejar a Messi del Camp Nou, una maniobra relativamente sencilla. Le bastó con añadir a Laporta a la inconsistente y desmadejada estrategia de querer imponer de la noche a la mañana la SuperLiga y situar al Barça en un frente de guerra contra LaLiga y contra Javier Tebas. 

El presidente de LaLiga, con astucia y anticipación, no quiso que Laporta le culpase, además, de no poder renovar a Messi por culpa del fair play financiero, motivo por el que le puso delante los 250 millones que necesitaba el Barça para reequilibrar el bajón de ingresos por causa de la  covid. 

El presidente del Barça, aunque existen testigos de que inicialmente aceptó esos ingresos (vía CVC), hubo de girar en redondo cuando Florentino le dio instrucciones precisas de rechazarlos y de seguir en guerra contra Tebas y en la locura de la SuperLiga.

Laporta cuenta con un prodigioso aparato mediático que le cubre las espaldas y que, lejos de denunciar esa subordinación al Real Madrid, lo impulsa y proyecta a un estrellato que, como en el caso del fichaje de Ferran Torres, ha convertido la compra de un suplente del Manchester City, por 65 millones, en una operación de alcance mundial, al menos a los ojos y sensaciones de una afición barcelonista cada vez más aturdida por esa doble realidad que le toca vivir.

De poco no lo puede ni inscribir a tiempo de estrenar ese gran fichaje en la Supercopa, seguramente de forma precipitada y arrastrado por esa compulsión que le llevó a cerrar el fichaje en un mercado donde nadie más pujaba por Ferran Torres y a presentarlo antes de hacerle espacio en el fair play financiero. 

Para colmo, hubo de ampliarle el contrato a Umtiti en la decisión más hilarante e incoherente de todas, además de cancelar el futuro de Yusuf Demir, uno de esos fichajes prometedores sacrificado por el capricho y la negligencia del presidente. 

Laporta sabía de sobras que no podía fichar a Ferran Torres sin maniobrar en su margen salarial. La única solución era renovar a Dembélé, una batalla perdida de antemano, razón por la que una vez fichado Torres, con todas las cartas boca arriba y encima de la mesa, ningún club comprador le habría atendido la urgencia del Barça sino que se habría aprovechado de ella.

Un poco lo que ha hecho Umtiti a fin de cuentas, dejarse llevar por una oferta que desde luego desmiente todos los planes y especulaciones respecto de su salida inminente de club. No conviene olvidar el detalle, no menor, de que su agente es Arturo Canales, el mismo que el de Xavi, actuando en el nombre de una agencia de la cual es propietario Gerard Piqué. 

Un caso de mangoneo de esa pequeña organización integrada por el presidente y un futbolista insustituible que ya resolvió en su momento, en el momento del cierre del mercado de verano, la inscripción de Memphis y de Éric Garcia sobre la bocina. 

La planificación y la previsión no serían precisamente las habilidades más destacadas de un equipo teóricamente de gala integrado por un presidente con experiencia, un director de fútbol como Mateu Alemany y un CEO como Ferran Reverter elegido por su capacidad transformadora y recursos. 

La realidad es que, hasta el momento, se han dedicado a gastar y a fichar un futbolista como Ferran Torres por un precio y una urgencia discutibles en función de su palmarés, edad y situación futbolística sin que, por el otro lado, se haya avanzado en los patrocinios y los ingresos, que sí son apremiantes para la economía azulgrana. Cualquier día de estos trasciende que el fichaje de Torres fue una sugerencia de Florentino Pérez.

Y desde luego la foto de Riad fue un error garrafal del departamento de protocolo del presidente, despistado y sorprendido con la guardia muy baja. A Laporta, el presidente del Real Madrid le metió otro gol, por toda la escuadra, además de eliminarlo en la semifinal de la Supercopa. Otra cosa es que se haya vendido como una victoria moral, un extraordinario paso adelante y un éxito sin precedentes. Teatro del bueno.

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