Puigdemont es el regreso de Catalunya 44 años atrás

El 24 de abril de 1980, Jordi Pujol fue elegido presidente de la Generalitat por un Parlament de Catalunya donde la izquierda era mayoritaria. La derecha tenía los 43 votos de los diputados de la Convergència i Unió de Pujol y los 18 de Centristes de Catalunya, lejos de los 68 necesarios para tener la mayoría absoluta de la Cámara. La izquierda sumaba 72. Los socialistas tenía 33; el PSUC, 25, y Esquerra Republicana, 14.

Si se hubiera impuesto la lógica izquierda-derecha, el presidente elegido habría sido el socialista Joan Reventós. Pero Pujol logró sumar los votos de los centristas y de los republicanos. Puigdemont ha dicho estos días que si los socialistas le hacen «un Collboni» él hará todo lo posible para hacer caer el gobierno progresista de España. Propone hacer «un Pujol»; es decir, sumar cuantos votos sea necesario para obtener la presidencia y si vienen de los diputados que la extrema derecha de Silvia Orriols pueda obtener, bienvenidos sean. En 1980, Pujol premió a Esquerra Republicana con el nombramiento del ultraderechista Heribert Barrera como presidente del Parlament. Ahora ha dicho que votará a Puigdemont. Todo encaja

Si se produce esta jugada, Catalunya dará una marcha atrás de 44 años. Volveremos a 1980. Gracias a ERC y a los centristas, tuvimos un presidente que durante sus mandatos -que duraron 23 años- escondió dinero en el extranjero para no tener que dedicarlo a cubrir las necesidades sociales de los catalanes vía el pago de impuestos.

Pujol dejó escrito que “el hombre andaluz no es un hombre coherente, es un hombre anárquico. Es un hombre destruido, es generalmente un hombre poco hecho, un hombre que lleva cientos de años pasando hambre y que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural y espiritual.(…) Si por la fuerza del número llegara a dominar, sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Catalunya”. Barrera creía que «hay que salvar antes Catalunya que la democracia», que «la inmigración es la principal amenaza de Cataluña» y «en América, los negros tienen un coeficiente intelectual inferior al de los blancos».

El tándem Pujol-Barrera funcionó bastante tiempo. ERC acabó expulsando al hombre que hizo president a Pujol al considerar incompatibles sus afirmaciones racistas con la militancia en el partido.

Todo apunta a que las elecciones del próximo domingo dejarán un panorama similar al de 1980, con la diferencia de que ahora la candidatura más votada no sea la de Pujol-Puigdemont sino la de Salvador Illa. La izquierda volverá a ser mayoritaria y ERC tendrá que volver a elegir si quiere de presidente a una persona de derechas sucesora y avalada por un evasor fiscal o prefiere a un socialista. Tendrá en sus manos volver a 1980 o mirar hacia adelante.

¡Ellos sabrán qué hacen!

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