Un 2030 donde no haya nadie sin techo

Cuando estudiaba en el instituto se me ocurrió hacer un libro tratando de las personas que pedían limosna o dormían en la calle. Inocente de mí contacté con Josep Maria Huertas Claveria -un referente del periodismo social- y le pedí que me hiciera el prólogo. No hubo ni prólogo ni libro, pero establecí una entrañable amistad con Huertas, que lleva muchos años sin estar entre nosotros. En la Facultad de Ciencias de la Comunicación cuando trabajaba de profe y tocaba hacer reportajes muchos estudiantes sugerían dedicar el suyo a las personas sin techo. Entre uno y otro hecho ha pasado casi medio siglo y seguimos encontrando a gente que pide dinero en el metro o sentada en el suelo y pasando la noche durmiendo en cualquier rincón de la ciudad.

El Siscu adolescente pensaba que la culpa de la situación que sufrían aquellas personas era de la dictadura franquista. El Siscu viejo (¿mayor?) sabe que no era así. Llevamos casi cincuenta años de democracia y el fenómeno de la pobreza extrema y de los sin techo sigue vivo.

El pasado día 24 asistí a la jornada “Housing First en Cataluña. Avancemos en su despliegue”. Se enmarcaba en un proyecto cofinanciado por la Unión Europea en el que participan Arrels Fundació, Sophia (Irlanda), Y-Foundation (Finlandia) y Housing First Berlin. El Housing First nació en Estados Unidos en la década de los noventa planteando la lucha por evitar que la gente tenga que dormir en la calle ofreciéndole una vivienda digna. Tan sencillo como eso y, por lo visto, tan difícil a la vez. Tres décadas después el problema sigue sin resolverse.

Finlandia es el país en el que más se ha reducido el número de personas sin techo. Aún así todavía contabilizan cerca de 3.000. Sus portavoces en el encuentro del otro día confiaban en cumplir el objetivo de que no haya nadie que, en 2030, no tenga ninguna alternativa a pasar la noche en las calles de las ciudades finlandesas.

Nosotros estamos lejos de conseguir este objetivo. También en Dublin o Berlín. Peor aún lo tienen en las grandes ciudades de Estados Unidos. Falla el sistema, claro. No descubro nada nuevo. Si no somos capaces de crear una sociedad en la que se cumpla el derecho a una vivienda digna para todos, como exige la Declaración Universal de los Derechos Humanos, siempre tendremos gente sin techo. Miles de personas trabajan en todas partes para vencer esta dinámica. En el encuentro sobre Housing First del día 24 había cientos.

Siscu tendrá 74 años en el 2030. Quisiera creer que verá su ciudad sin personas forzadas a dormir en la calle. Desgraciadamente no soy demasiado optimista a pesar de tanta buena gente como trabaja para conseguirlo.

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