Los de Orriols

Si no me gustara el sol, que no es el caso, no me gustaría en la playa, pero tampoco en la montaña. Así, no me gusta el fascismo de derechas, ni tampoco el de izquierdas, o el unionista, tampoco el independentista. No me gusta, venga de donde venga y lleve la bandera que lleve. Por eso, no me gusta Vox, pero tampoco Aliança Catalana. Dos movimientos de extrema derecha que defienden cuestiones diametralmente distintas; los unos, la unidad de España y los otros, la independencia de Catalunya, pero que coinciden en la xenofobia, en el odio a los extranjeros. Y a mí ese sol no me gusta. Y si no fuera porque soy periodista, y, dejadme ser ingenuo, los periodistas deberíamos estar por otras labores, haría campaña para pedir el NO voto a los xenófobos. Defender la unidad de España o la independencia de Catalunya me parece del todo legítimo, pero atizar el fuego del odio al extranjero, o a quien sea, es asqueroso y debería ser perseguido.

Por eso lamento y denuncio la tibieza con la que ciertos partidos independentistas, como Junts, o Alhora, se han manifestado hasta ahora con Aliança Catalana. Cuando la filial de la ANC de Sabadell invitó a los partidos independentistas, Aliança Catalana entre ellos, a un ciclo de charlas, ERC y la CUP declinaron la invitación para “no normalizar las ideologías del odio y el racismo”, coincidieron ambos, “lleven la bandera que lleven”, concretaron los republicanos. Junts y Alhora, el partido de Clara Ponsatí, mantuvieron inicialmente su participación. «Estos supuestos cordones sanitarios son en realidad propaganda gratuita», argumentó Jordi Graupera, ideólogo de Alhora. Finalmente, y «ante el riesgo de instrumentalización de la entidad», el Secretariado Nacional de la ANC ha decidido tumbar el ciclo.

En honor a la verdad, las diferentes almas que habitan Junts se comportan de forma distinta en cuanto a la Aliança Catalana que lidera la alcaldesa de Ripoll, Sílvia Orriols. Así, mientras a unos ya les está bien compartir escenario con los ultras catalanes, y algunos de ellos, y de forma desinhibida, incluso han hecho públicas las afinidades con los de Orriols, el candidato Carles Puigdemont se mostraba el otro día contundente, descartando pactar con la ultraderecha Aliança Catalana: “Nunca negociaré con una formación de derecha extrema o ultraderecha”. Veremos.

Paradojas de la política, Aliança Catalana, y en menor medida Alhora, están comiendo votos a Junts. Dicen incluso que la primera opción puede llegar a tener representación en el Parlament que salga del 12-M. La tenga o no (deseo que no), el partido ultra resta fuerzas a Junts en su particular batalla de, al menos, volver a liderar el independentismo, por encima de ERC. Los republicanos todavía agradecen al PDECat el favor de presentarse a las últimas elecciones catalanas, esos pocos votos, que no les dieron ni representación parlamentaria, ayudaron, sin embargo, a que Pere Aragonès, y no Laura Borràs, fuera investido presidente de la Generalitat. A ver si aún tendrán que agradecer los republicanos, o el socialista Salvador Illa, a Aliança Catalana la impertinencia de existir…

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