Mascletà a la Almeida y otros cohetes

Y después dicen que los políticos no cumplen sus promesas… José Luis Martínez-Almeida, alcalde de Madrid, prometió una mascletà en la villa y corte a la que después sería su homóloga valenciana, si esta ganaba las elecciones municipales de mayo de 2023, y así fue. La popular María José Català se impuso en las urnas y el edil madrileño le correspondió el mismo día en que se celebraban otras elecciones, donde compañeros de su partido también lanzaron cohetes, las autonómicas gallegas.

Susana Alonso

Todo ocurrió el pasado 18 de febrero. Hombre de palabra, Almeida organizó -aunque después no asistió- un espectáculo localizado en la zona de Madrid Río, que quemó 300 kilos de pólvora con un coste de 46.000 euros y un entorno con más de 120 especies de aves afectadas. De nada sirvieron las denuncias de organizaciones ambientalistas como Ecologistas en Acción, SEO Bird Life y AnimaNaturalis, que pusieron el acento en el impacto para la fauna del río Manzanares. Muy atenta a esto, la presidenta autonómica, Isabel Díaz Ayuso, ironizó: “Debe ser que los patos en Valencia lo resisten todo, y en Madrid, patas arriba a la primera… Tendremos que hacer un análisis de la fauna en Madrid, a ver por qué es de peor condición”.

Las manifestaciones de Ayuso, pronunciadas al día siguiente, fueron la guinda del pastel de una serie de despropósitos que culminaron con una especie de celebración que solo obedecía a un capricho del alcalde, atrapado por sus palabras. Pero para palabras las de Ayuso, cuando quiso recuperar su “Madrid es España dentro de España” a raíz del acontecimiento. La presidenta calificó de “precioso ver cómo primero valencianos que viven en Madrid, en su casa, estaban tan contentos de sentir a Valencia aquí, y luego ver testimonios de unos niños que han venido desde otros países, parecían hispanos, que decían que nunca habían visto algo así, y que sentían en el corazón las vibraciones”. Las declaraciones hablan por sí solas, y demuestran que la presidenta no pasea mucho por las calles de la capital, porque niños que parecen “hispanos” -o latinos, para actualizarnos- los hay por todas partes y son habitantes permanentes.

Finalmente el acto, tan defendido por las autoridades madrileñas, estuvo presidido por las valencianas, ya que el promotor Martínez-Almeida encontró la excusa perfecta para no acudir en el fallecimiento de dos mujeres en la ciudad el mismo día, tras el incendio en una residencia de gente mayor. Así, al frente del evento se vio al presidente valenciano, Carlos Mazón, y a la alcaldesa de la capital del Turia, María José Català.

También estuvieron presentes un grupo de falleras valencianas, muy sonrientes, y 20.000 asistentes como público -¡hay gente para todo!-, para desesperación de los manifestantes ecologistas, que lucían carteles como: “Dejad vivir a los animales en paz”, “¿Por qué te hace tanta gracia matarnos?” y sobre todo letreros que decían “SinPirotecnia”, con el dibujo de un pájaro muerto. No fue, como se ha dicho, la primera mascletà en Madrid, pero sí quizá la que más rechazo y protestas ha levantado. Las anteriores habían estado vinculadas en su mayoría a las fiestas patronales de San Isidro, como las últimas entre 1981 y 1983, ubicadas en la plaza de España, y la de 2013, en la Pradera de San Isidro.

Horas después, a 600 kilómetros de distancia, otros líderes del PP también hacían ruido para celebrar la victoria en los comicios de la autonomía gallega; seguramente no tanto por el hecho en sí, que se podía esperar, sino porque fuese con una mayoría absoluta cómoda -40 escaños, dos por encima de lo necesario- y dejando fuera del Parlamento una vez más a Vox. El líder estatal, Núñez Feijóo, asumió como propio el triunfo, ya que se había jugado las pestañas con varias apariciones durante la campaña. Pero, cuestionado como estaba por sectores de la derecha mediática y de su partido, lo que realmente ocurrió es que se quitó un peso de encima al ver los resultados. Y es que, después de las elecciones gallegas, su gran éxito fue continuar como jefe de la oposición a Pedro Sánchez, como este se encargó de recordarle los días siguientes.

Tal vez los cohetes que Feijóo lanzó la noche del 18 de febrero se los dio Almeida de los que le sobraron de su mascletà. Que los restos de la batalla hayan dejado “una gran cantidad de residuos en la zona” y unos cuantos pájaros menos, muertos o huidos, según los ecologistas, no tiene ninguna importancia cuando se trata de gastar unas decenas de miles de euros para hacer ruido, y esconder la cabeza bajo el ala, porque yo lo valgo.

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