Las mascarillas de Koldo…

Que las mascarillas llevarían cola, se veía venir. Las prisas, ya se sabe, nunca fueron buenas compañeras de viaje. Aunque en este caso, debido a la urgencia y magnitud de la tragedia -la pandemia-, era necesario no encantarse, ello no exime de responsabilidades. Los ladronzuelos, siempre alerta, pronto huelen el negocio. Poco les importó que en juego estuviera la salud de conciudadanos, no son gente escrupulosa… Ya se sabe, la España de la picaresca es universal, si no que se lo pregunten al ciego de la novela El lazarillo de Tormes, a quien el joven lazarillo roba el vino aprovechándose de su ceguera. “Me era luz el hambre, pues dicen que el ingenio con ella se aviva”, se excusaba. No creo que quienes traficaron con mascarillas pasaran hambre, me decanto más bien a pensar en la codicia. Sea como sea, sin tapujos, nos encontraríamos ante un caso de corrupción repugnante.

Como repugnante resulta la estrategia del PP, que lanza graves acusaciones contra el gobierno de Pedro Sánchez basadas, según Alberto Núñez Feijóo, en informaciones de las que disponen, informaciones que el resto de mortales desconoce y que, de existir y pese a ser muy graves, no hace públicas ni pone a disposición de la justicia. Unas informaciones que les permite calificar a Sánchez de “líder de una organización criminal” o de afirmar que todo ello puede ocultar “un caso de financiación ilegal”. Heridos porque, pese a sentirse ganadores de las últimas elecciones, no mandan, cumplen punto por punto la instrucción que su líder espiritual, José María Aznar, les dio: “Quien pueda hacer algo que lo haga”. Y lo hacen.

Pero los excesos populares nunca pueden servir de excusa para tapar vergüenzas, vengan de donde vengan. De momento, se sabe que un ex asesor del que fue ministro y secretario de organización del PSOE, José Luis Ábalos, Koldo García Izaguirre, habría montado una trama para cobrar comisiones por unas partidas de mascarillas al inicio de la pandemia. Y que en agosto del 2020 el gobierno balear, entonces presidido por la actual presidenta del Congreso, Francina Armengol, estampó el sello de calidad a un envío que la empresa investigada en el caso, Soluciones de Gestión, les había hecho llegar de forma “satisfactoria” -se trataba de una partida de mascarillas valorada en 3,7 millones de euros. Se sabe eso, no más.

Volvemos a Josep Saramago y a su Ensayo sobre la lucidez. Aquel que, en un día lluvioso de elecciones, en una ciudad que no se identifica, la mayoría de los electores decide, independientemente, votar en blanco; el gobierno decreta repetir las elecciones una semana después y el voto en blanco aumenta… Pues eso, llegará un día, seguramente y al contrario del de Saramago, seco, no lluvioso, donde la gente de este país se hartará de lo que cantaba Franco Battiato, “cuánta estúpida gallina, se pelean para nada”.

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