Crece el activismo feminista para combatir la fuerte presión estética

Cada vez hay más iniciativas para promover y visibilizar la diversidad del cuerpo femenino

Per elaborar el pla contra la pressió estètica, s’ha comptat amb les aportacions de diferents col·lectius i activistes

Los ideales de belleza no habían estado nunca tan condicionados por modas globales que cambian a gran velocidad, pero que impactan en el cuerpo de las mujeres con efectos permanentes, a causa de la popularización de las intervenciones de medicina estética. Si antes la moda condicionaba los colores de los cabellos o la ropa del armario, ahora la fuerte presión estética, promovida por grandes industrias, incentiva que una mujer quiera lucir un rostro totalmente diferente al que tenía diez años atrás, o bien que acabe considerando su cuerpo como un objeto totalmente modificable según una influencer digital, una cantante o la última película más taquillera.

Toda esta presión estética, magnificada por las redes sociales, se había vivido hasta ahora de forma muy individual y silenciosa por parte de las mujeres. En los últimos años, pero, activistas feministas están luchando contra las violencias que genera la presión estética y promoviendo proyectos artísticos, asociaciones o talleres para reivindicar la diversidad de los cuerpos femeninos, romper tabúes y alertar de fobias invisibilizadas, como la grasofobia.

Cinta Tort Cartró es una joven artista y activista catalana que reclama la libertad de los cuerpos ante un sistema económico que no permite vivirlos cómo cada una quiera. Uno de sus proyectos con más eco en redes sociales en 2017, a través de la cuenta de Instagram @zinteta, fue la publicación de fotografías de mujeres con estrías pintadas de colores para denunciar que no hay que taparlas ni pasar por el quirófano para eliminarlas por motivos estéticos. Con relación al tabú de la menstruación, también ha publicado imágenes artísticas con tampones pintados de colores o bien copas vaginales y calcetas.

Según manifiesta en declaraciones a EL TRIANGLE, “siento que ha habido un cambio muy grande, porque ahora se está hablando de cosas de las cuales antes no se hablaba, y esto permite poner sobre la mesa nuevas problemáticas”.

De hecho, su proyecto actual se aleja de una primera fase más centrada en la denuncia para dirigirse más hacia la reparación. Está buscando estrategias de cambio para desestigmatizar los TCA (trastornos como la anorexia o la bulimia) y promover el alimento como herramienta reparadora. El perfil de Instagram que promueve este reto es @mojar_pan. Según la Cinta Tort, “los TCA están creciendo mucho, y el problema es que se normalizan ciertas prácticas, y esto es peligroso. Todo el mundo tiene derecho a opinar en las redes y todo el mundo dice que es nutricionista. Enseguida la gente se lo cree, y lo que falta es una mirada crítica hacia lo que consumimos”.

Para @zinteta, hace falta un cambio de mirada hacia tantas industrias, como la farmacéutica, la alimentaría o la de la moda, que fomentan un discurso y promueven unos cuerpos concretos. “Si hasta ahora la sensación era que estabas sola, con el activismo virtual ahora se han generado redes entre mujeres, y la gente se siente menos sola y menos bicho raro”, afirma.

Berta García-Lacht es otra activista feminista que está promoviendo un cambio de mirada hacia los cuerpos. Su proyecto Tetas, presente en Instagram como @proyecto.tetas y que se ha podido ver en diferentes espacios expositivos, recoge fotografías de pechos de sesenta mujeres de entre 18 y 85 años. Según afirma en declaraciones a , el proyecto empezó en 2016, y en los últimos años la mirada ha cambiado mucho. “Ahora puedo hacer exposiciones en muchos espacios, y antes se consideraba que era una cosa marginal, a pesar de que todavía hay tabúes hacia los pechos de las mujeres”. En las exposiciones, todavía hay visitantes que se sorprenden de ver “pelo alrededor de un pezón” o bien “un pecho mastectomizado”.

La presión estética de la sociedad promueve “un pecho imposible de mantener en el tiempo”, y hay que promover la aceptación del paso del tiempo y la diversidad. “Si no hubiera tabúes hacia el pecho femenino y como tienen que ser nuestros cuerpos, después de una enfermedad como un cáncer de mama quizás no se harían tantas reconstrucciones. No hago ningún juicio sobre esto, sino que manifiesto que no es casual que se reconstruyan las mamas. No es responsabilidad de las personas, sino de la presión estética por no aceptar la diversidad”.

Mercè E. Gavaldà es otra defensora de la diversidad, y lucha contra la grasofobia. Junto a otras compañeras, ha impulsado la asociación de apoyo y acompañamiento al colectivo graso, presente en Instagram como @la gorda_*associacio. En declaraciones a EL TRIANGLE, manifiesta que están abordando la grasofobia como un tipo de violencia estructural y sistémica y que hay que movilizarse para visibilizar esta violencia y denunciar lo que se vive desde un ámbito muy privado. Una primera acción de la entidad es hacer un “micro abierto” para compartir experiencias y crear alianzas. Entre los retos citados por Mercè, hay cuestiones como evidenciar que “las personas grasas también sufrimos trastornos de conducta alimentaria, pero muchas veces no hay ni diagnóstico por parte de la sanidad, porque estar grasa se asocia a una corporalidad muy concreta, como ser muy delgada. El diagnóstico no está, e incluso se promueve adelgazarse a cualquier precio, aunque implique conductas perjudiciales que pueden acabar con un TCA u otros trastornos de salud mental”. Hay estudios que indican, según Mercè, que las personas grasas tienen más riesgo de sufrir depresión o intentos de suicidio.

Puedes leer el artículo entero al número de la edición en papel de EL TRIANGLE.

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