El dorso de Feijóo

Hace unos años, me hacía eco en ese mismo espacio del caso de un columnista del diario The Washington Post, Dona Milbank, que, cumpliendo una promesa, se comió el artículo de papel en el que predecía de forma errónea que Donald Trump no ganaría la nominación del Partido Republicano. Había escrito: «Trump perderá o yo me comeré esta columna», y se la comió, con patatas. En un vídeo de más de tres minutos colgado en la web del periódico, Milbank se come hasta ocho platos distintos cocinados con el papel en el que salió impreso el artículo, cortado en pequeños trozos y algunos pasados por agua, batidos o incluso fritos; entre los platos elaborados, regados con vino de la marca Trump, hay cebiche, chilaquiles en salsa verde, solomillo de pescado, bistec ahumado…

Si cundiera el ejemplo entre la clase periodística o política de este país, el empacho de papel colapsaría los centros sanitarios. Indigestaría, por ejemplo, a Alberto Núñez Feijóo, que ha vituperado hasta cansar sobre la ley de amnistía y los indultos a los independentistas, a la vez que los negociaba para intentar su investidura. Pero, ¿no habíamos quedado en que los independentistas eran unos terroristas muy malos, que no merecían ni el buen día? Como ironizaba el otro día el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, refiriéndose al criterio mutable de los populares hacia Carles Puigdemont, que ha dejado de ser terrorista e igual acaban pidiendo su beatificación.

Lo bueno del caso es que han sido los propios populares quienes, ante una insinuación de Puigdemont en la que amenazaba con tirar de la manta, han preferido intentar una voladura controlada del escándalo. Y al día siguiente, Marta Rovira en nombre de ERC se añadía a la fiesta confesando que el PP también quiso negociar con los republicanos. Todo ello dibuja el grado de cinismo que gasta Feijóo, que pone a caer de un burro Pedro Sánchez por hacer en público maldades que él hacía a escondidas. Eso sí, a cambio de la amnistía y los indultos los populares pedían genuflexión. En casa, a esto se le llama hacer ascos con ganas de comer. Sin embargo, Feijóo sigue como si nada hubiera pasado, señalando como terroristas a aquellos con los que negoció la investidura mercadeando una amnistía y unos indultos de los que ahora reniega y abomina. Volvemos a Groucho Marx: “Estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”.

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