Qué haría yo si fuese consejero de Acción Climática

Ya sé que es un ejercicio inútil y con cierta petulancia pero recientemente he escrito varios artículos en relación con la sequía o las energías renovables, y siempre hay quien dice que sólo critico y no propongo alternativas. He aquí que he encontrado la manera de dar respuesta a mis detractores, que puede ser divertida, en una suposición irrealizable por razones de edad y obediencia política, aunque pienso tener el conocimiento adecuado.

Susana Alonso

Tras ser nombrado consejero, lo primero que haría sería cambiar el nombre al Departamento e intentar encontrar uno que fuese adecuado al trabajo que pienso hacer, porque francamente no me veo con fuerzas de actuar sobre el clima. Aún no lo tengo, pero les garantizo que tampoco sería «transición ecológica», igual de absurdo que la acción climática.

A continuación (quizás al día siguiente) me quitaría de encima a los asesores y cargos no funcionarios, no llamaría a nuevos y convocaría una reunión con todos los principales responsables técnicos de la Consejería. Haría una lista de temas importantes y señalaría dos como capitales: la transición energética y la sequía. Y dado que llegaría en plena emergencia por la falta de agua, les comunicaría que ésta sería nuestra prioridad absoluta para los próximos meses.

Convencido de que sólo se puede actuar desde el conocimiento, encargaría la realización de tres estudios: a) un balance de las necesidades hídricas del país, los recursos disponibles y las infraestructuras necesarias; b) un análisis en profundidad de costes del agua para acercar los precios de los distintos usos al coste real como herramienta más eficaz para disuadir de usos innecesarios y c) condicionar cualquier nuevo desarrollo a la disponibilidad del recurso hídrico, convencido de la importancia del urbanismo en el ciclo del agua.

Aprovecharía la primera reunión para hacer una declaración valiente de principios: el consejero (servidor) está convencido de que la garantía del suministro a un precio justo pasa por la conexión de las cuencas internas de Cataluña con las del Ebro, disponer de la infraestructura para situaciones de emergencia. Probablemente, algún jefe de departamento me interrumpiría para decirme que los trasvases están prohibidos. Con contundencia respondería que estarán prohibidos los nuevos, dado que el del Ter hasta Barcelona y el del Ebro hasta Tarragona llevan muchos años funcionando. Y a continuación, con mucha calma, diría que no se trata de realizar ningún trasvase de entrada sino analizar de verdad cuáles serían los impactos reales de esta solución, sobre todo en el delta. Y aprovecharía también para encargar que no sólo hay que pensar en el Ebro sino en otras soluciones (como los caudales sobrantes de la acequia proyectada en el Segarra-Garrigues).

Justo antes de terminar la reunión, comunicaría con contundencia a mis colaboradores de la Consejería que cuando hagan los números no vale continuar contando perpetuamente con un recurso de hasta 250 Hm3 al año del Ter. Que ya es hora de devolver a Girona (a su paisaje ya sus campesinos) un agua que necesitan; que debemos ser capaces de encontrar una solución a la gran conurbación de Barcelona al margen de secar los embalses de Sau y Susqueda.

Haría avanzar todos los proyectos de obras: desaladoras, potabilizadoras, sistemas de reutilización (en marcha en la depuradora del Llobregat, pero que en el caso del Besòs está todo por hacer), corrección de las fugas del sistema, etc. para que al menos el próximo consejero se encontrase trabajo realizado para la sequía que vendrá y no como ahora, que hemos estado prácticamente inactivos desde la anterior.

Y en las primeras semanas dejaría claro que si se necesitan desaladoras deben funcionar con energía renovable y prohibiría por ley el uso del agua dulce para la fabricación del quimérico hidrógeno verde y también llevar agua con barcos (al menos por razones económicas). Y propondría a mi compañero de Economía ayudas suficientes, reales y eficaces para la adaptación de las viviendas y las industrias al reaprovechamiento del agua (todo esto requiere tiempo y dinero, no cuatro duros) y a campesinos y ganaderos, la reducción del consumo, con tecnologías punteras. Y también crearía un comité de científicos (no sectarios) para analizar todas las propuestas del Departamento.

No sé cuánto tiempo duraría de consejero, pero, si me dejasen hacer, encontraría a la gente y el dinero para garantizar que en la próxima sequía no sufriríamos como en la de ahora.

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1 comentario en «Qué haría yo si fuese consejero de Acción Climática»

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