La rana y el escorpión

A orillas del río, un escorpión busca la manera de pasar a la otra orilla cuando, de repente, llega una rana.
—¿Quieres cargarme en la espalda para ayudarme a pasar el río? –pregunta el escorpión.
—¡Que te lleve en mi espalda! –exclama la rana–. ¡Ni pensarlo! ¡Te conozco! ¡Si te llevo me picarás y me matarás!
—No lo haría –replica el escorpión–, no ves que si te pico te hundirás y yo, como no sé nadar, me ahogaré también.
Los dos animales siguen discutiendo durante un rato, y el escorpión se muestra tan persuasivo que la rana finalmente acepta pasar el río con el escorpión encima.
Llegados en medio de la corriente del río, el escorpión pica a la rana.
Ésta siente que el veneno mortal se extiende por su cuerpo y, mientras se ahoga, y con ella el escorpión, le grita:
—¡Ves! ¡Te lo había dicho! ¿Pero por qué lo has hecho?
—No puedo evitarlo –contesta el escorpión antes de desaparecer entre las aguas–, es mi naturaleza, –y se hunden ambos.

¿La recordáis? Es una fábula de origen desconocido, aunque generalmente atribuida al griego Esopo. La moraleja nos recuerda que cambiar nuestro instinto, la forma de ser, no es fácil, somos como somos. La inclinación del escorpión es la de picar y, por mucho que se esfuerce en hacer lo contrario, acabará picando, como se demuestra en la historieta que nos ocupa. El último sainete de la ley de amnistía, en tránsito desde el ‘no’ tardano de uno de sus impulsores, Junts, hace pensar en la historieta del escorpión y la rana. El pacto entre Junts y el PSOE, que permitió la investidura de Pedro Sánchez, ha naufragado al inicio de la travesía. El partido de Carles Puigdemont no se supo controlar y, como el escorpión, ha picado y, si bien en este caso todavía no se han ahogado, poco les falta. Claro que alguien me dirá que la fábula también puede funcionar a la inversa, y que en realidad el escorpión no es Junts, que es el PSOE. Sea como quiera, lo cierto es que lo que parece poco probable, visto el panorama, es que el escorpión y la rana acaben el cuento, felices y comiendo perdices. Y en el cauce derecho del río, agazapados, acechan salivando unos cocodrilos hambrientos de poder. Sin embargo, parece que esta amenaza no es suficiente para aliar escorpiones y ranas.

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