Nación, Clase, Escuela

Finaliza el primer cuarto de siglo del tercer milenio. Los avances en igualdad, educación, trabajo digno y servicios sociales, conseguidos con la acción sindical dirigente, no dominante, ni sustituyente de la acción colectiva de los trabajadores, podrían estancarse e incluso retroceder.

La lucha de clases no ha desaparecido, pero los deseos de emancipación social pueden ser confundidos con sentimientos de pertenencia nacional. La plurinacionalidad, la nación, el nacionalismo idiomático, religioso y étnico, divide y crispa por territorios sin distinción de clases y ocupa gran parte de la agenda pública, junto a la amnistía de sus tropelías.

Susana Alonso

El antagonismo de los agentes sociales, consustancial a la esencia misma del sistema capitalista, consecuencia objetiva de las estructuras instaladas por la lógica interna del sistema económico imperante, no es fruto de voluntarismos personales o grupales. Deriva de situaciones que dividen a la ciudadanía en clases, con formas de trabajo no siempre practicadas digna y libremente. A menudo injusta e insuficientemente retribuidas y en condiciones que desprofesionalizan, lo que facilita el despido, al poder sustituir al trabajador con sencillez por la simplificación de tareas. En cambio, es difícil irse de la empresa, en busca de otros horizontes laborales, al haberse uncido la promoción salarial a la antigüedad, que prevalece y/o sustituye al mérito y a la capacidad profesional, básica para la libertad laboral.

Los protagonistas de la vida social y económica son los trabajadores y los dueños del capital, en especial el financiero y sus gestores. La Sociedad, que transita en la disrupción tecnológica, está impelida a soportar cambios de envergadura, difíciles de asumir a la velocidad con que la Empresa modifica su esencia y exporta sus valores y conceptos, que vinculan a los trabajadores, a la ciudadanía y a los grupos en que se integran, pues las formas de trabajo, la relación con el producto y los sistemas de promoción y status, influyen decisivamente en el modo de vida y en la cultura social.

El último informe PISA muestra la decadencia de la escuela en España, aún más en Cataluña. Al sistema educativo le es imposible seguir, adaptarse, combatir y menos aún adelantarse al ritmo de los cambios que se operan, ni a lo que reclama el sistema productivo: un trabajador más dócil y moldeable que nunca, con conocimientos justos solo para adaptarse al puesto de trabajo, que se diseña prescindiendo de él, en línea con los antiguos postulados, de Ford, un gorila amaestrado, y de Taylor, el cerebro separado del brazo. La Inteligencia Artificial será bien obediente a sus algoritmos.

Las dificultades en la escuela relativas a los alumnos por aula, falta de equipamientos públicos, privatización, disputas por idiomas vehiculares, entorno digital, inmigración, horarios, alimentación y sanidad, carencias suplidas con animales de compañía e insuficiencia presupuestaria, son importantes. Pero si el desencanto anida entre maestros y profesores o no tienen el suficiente nivel y dedicación, sus alumnos difícilmente alcanzarán las expectativas. El cuidado del docente es fundamental.

El progreso en la educación es incompatible con la existencia de un caldo de cultivo donde el necio y el matón puedan alardear de incumplimientos y de agresiones al débil. Si se aclama al gracioso, se margina al inteligente, se ensalza la picaresca y se desprecia la cultura. Al atender más al que ridiculiza, insulta o utiliza formas espurias de persuasión y de propaganda que al que aporta argumentos fundados en la ciencia y en la verdad. En la censura en la enseñanza de humanidades y al exhibir groserías e incivismos de algunos líderes políticos.

Al fomentar doctrinas que ofrecen ilusiones simples y soluciones fáciles, rápidas, gratuitas y falsas, que conllevan confusión y seguidismo a profetas de la nada. Mientras, la operativa financiera corre libremente por la fibra óptica a la velocidad de la luz, para maximizar el beneficio de la minoría capitalista depredadora.

Los trabajadores suecos enfrentados al antisindicalista Elon Musk de Tesla, por la negociación colectiva, y la huelga simultánea en empresas automovilísticas de Detroit, muestran que podemos avanzar si somos consecuentes con nuestro himno: “La Internacional” actualizado y superamos reivindicaciones de salario y jornada, para entrar en las de organización, control, formación y codecisión.

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