Villarejo sigue desafiando a Laporta tras su renuncia a querellarse

Ahora también destapa excesos en sus 'fiestas', señala a Jordi Cases como confidente del CNI y de la Guardia Civil, e insiste en poder demostrar que su entorno denunció a Rosell a la 'policía patriótica'

L'excomissari José Manuel Villarejo, a 'The Wild Project'

Foto: 'The Wild Project'

La revelación de que el entorno de Joan Laporta actuó de correa de transmisión para que la policía patriótica dispusiera de información reservada, sensible y útil para que las cloacas del Estado incluyeran al expresidente Sandro Rosell entre los objetivos marcados en la operación Cataluña sigue dando que hablar, pues a cada dato o detalle añadido por parte de quien hizo explotar el caso, el excomisario José Manuel Villarejo más acusatorio y concreto, la respuesta de Laporta y de su entorno es la de evitar interponer la querella prometida por el propio presidente del FC Barcelona contra las presuntas injurias, calumnias o falsedades contenidas en las declaraciones de Villarejo, realizadas hace una semana en RAC1 en el contexto de un cara a cara entre el excomisario y el expresidente de la Generalitat Artur Mas.

De esta derivada del laportismo, que Villarejo data en 2012, cuando Rosell estaba afianzando su presidencia al frente de FC Barcelona, la última novedad la ha aportado el excomisario en una entrevista a The Wild Project (YouTube), donde se muestra realmente sorprendido por la reacción de Laporta de retirarla la querella presentada inicialmente por entender que Villarejo había rectificado aquella primera declaración en el acto de conciliación celebrado en los juzgados de Boadilla del Monte (Madrid). «No solo no me he retractado, sino que me he ratificado en todo lo que dije y, además, fui al juzgado con material documental probatorio de lo que dije, que fue exactamente que gente del entorno de Laporta había pasado información a los responsables de la operación Cataluña. Y lo repito una vez más por si acaso».

El juego de Laporta, que en este caso juega con toda la ventaja del mundo porque la prensa y el entorno mediático están cumpliendo a rajatabla las consignas desde la junta de no seguir el caso, ha sido el de inventarse una afirmación falsa en otra de sus hábiles estrategias de comunicación para eludir un hecho que para Villarejo tiene nombres y apellidos. Cuando RAC1 emite la entrevista, también difunde que el club se va a querellar y que el presidente le ha mandado tres mensajes a Rosell a través del teléfono. Luego el propio Laporta lo confirmó en declaraciones, negando que él mismo o personas de su entorno le hubieran pasado información a nadie para que metiera a Rosell en la cárcel. En realidad, eso nunca lo dijo Villarejo, aclaración que constó en el escrito presentado en la conciliación ante el juez donde, además de señalar a Xavier Martorell -jefe de seguridad de Laporta entre 2008 y 2010- y a los detectives de la agencia Método 3 de Francisco Marco -tan conocida y registrada por el caso de La Camarga-, también deslizó el nombre de Jordi Cases como confidente del CNI y de la Guardia Civil.

Jordi Cases, como también es público y notorio, fue el socio instrumentalizado por el abogado Xavier Martorell, vinculado a Laporta, para que, además de presentar un voto de censura contra Josep Maria Bartomeu, firmara la querella del caso Neymar ante la Audiencia Provincial.

Villarejo ha añadido a su relato que le gustaría ver el caso ante un juez porque puede demostrar la existencia de esa trama, que ahora quedará en manos la Fiscalía archivar si por parte de Laporta entiende que Villarejo se ha desdicho de una acusación tan grave. Laporta utilizó la agencia EFE para propagar ese falso retracto de Villarejo mientras que, en la prensa barcelonista, solo Mundo Deportivo le dedicó un espacio al caso, denunciando con no pocos argumentos y razón que los costes de la querella inicialmente propuesta, abogado y procurador, los pagara el Barça. Villarejo opina igual.

También le ha dedicado a Laporta comentarios bastante directos y nada cariñosos sobre su manera de divertirse en privado. Cuando salió del acto de conciliación, repitió ante la prensa los argumentos expuestos ante el juez y la propuesta también expresada ante el tribunal de someterse al polígrafo o a un test de drogas, «que no sé si la otra parte se atrevería a pasar», un hilo que ha retomado en la entrevista de The Wild Project cuando le han preguntado si conocía a Laporta en persona. «No exactamente, pero sí que le he visto de fiesta y dudo que se enterara de quién tuviera a su alrededor», ha respondido.

En la documentación aportada también sale a relucir el trasiego de pagos para la obtención y canalización de esa información sobre Rosell con destino Madrid, de unos cuantos millones.

Villarejo sitúa este episodio pocos meses antes de que estallara, por un lado, el caso Neymar ante la Audiencia Nacional y, más adelante, la insólita y vergonzosa prisión preventiva sufrida por Sandro Rosell y por uno de sus socios empresariales, Joan Besolí, cuando ya había renunciado a la presidencia del Barça por amenazas contra su familia. La hubo, en efecto, aunque meses antes Rosell ya presentía que algún tipo de maniobra oscura y poco amistosa se estaba gestando en contra de su figura.

El tiempo y los hechos han acabado por acreditar que su presidencia estaba condenada a sufrir un acoso y derribo permanente y hostil por parte de quienes habían perdido el control del club en las elecciones de 2010 y temían, sobre todo, que tras ganar la Copa de Europa en Wembley (2011) y la llegada de Neymar al mejor equipo de la historia continuara dominando el fútbol mundial y el barcelonismo se olvidara de la etapa de Laporta.

La dimisión de Rosell no fue un obstáculo para que ese entorno hostil siguiera manifestándose contra la directiva continuista de Rosell, más adelante defendida por Bartomeu, que pudo salir invicto de un primer ataque feroz y agresivo en enero de 2015 gracias al triplete de aquella temporada.

Villarejo, que por aquel entonces gobernaba en ese tenebroso espacio de las grandes conspiraciones contra el independentismo y el valor del Barça en esa causa, ha desvelado desde dónde, cómo y quiénes dispararon en este caso contra Rosell.

Parece evidente que Laporta no se inventó la información sobre la que la jueza Carmen Lamela construyó los falsos cargos contra Rosell, al que envió a prisión arbitrariamente. Tanto como se puede asegurar por las pistas y el relato de Villarejo que la maquinación judicial no fue un hecho aislado ni casual, no muy alejado de una trama que además contó con el colaboracionismo, también señalado por Villarejo, de ciertas fuerzas del barcelonismo en la sombra, sin duda a cambio de inmunidad y de protección. Estaría bien preguntarle algún día a Villarejo por qué siendo Laporta un declarado independentista -al menos lo era antes- nunca ha sido, a diferencia de Rosell, blanco de las mismas acometidas desde esa trinchera enemiga.

El gesto de Laporta de encajar sin inmutarse unas acusaciones que le implican a él directamente, complementariamente al desafío en lo tocante a los excesos, es tan sorprendente como que Xavier Martorell, Método 3 (jefes y tropa) o el propio Jordi Cases no se hayan dado por aludidos y sigan callados sin negar la verborrea de Villarejo. Solo el silencio.

Rosell fue preguntado sobre si se creía la declaración de inocencia de Laporta y dijo que «responderé a eso cuando yo se lo pueda preguntar a Laporta mirándole a los ojos porque yo sé cuándo miente». Entre tanto, sigue persiguiendo al fantasma que realmente siempre ha estado detrás de su encarcelamiento, a esa X que seguramente no puede andar muy lejos de ese círculo de poder en el que Laporta ha sido situado por Villarejo.

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