“De Joans, Joseps i ases n’hi ha a totes les cases”

La Catalunya ultra -la independentista y la españolista- ha vociferado con rabia al conocer que todos los primeros bebés nacidos este año en las 9 regiones sanitarias catalanas son hijos de padres procedentes del extranjero y tienen nombres como Mateo Alexander, Inass , Eithan, Darion Lucas, Ayah o Jacob. ¿Dónde queda aquello tan nuestro que en catalán dicen de “De Joans, Joseps i ases n’hi ha a totes les cases”?

De Joans y Joseps todavía quedan. Conozco a muchos. En mi familia teníamos bastantes: mi hermano, mi padre, mi abuelo paterno y mi abuela materna. Mi hermano queda como único representante de los Josés de la familia directa.

De momento, no hay ningún Inass o Darion Lucas en la familia pero algún alumno he tenido con estos nombres cuando he sido profesor universitario. Asnos sigue habiendo en las aulas y en las casas. En todas, no, pero en buen puñado, sí. Por ejemplo, en las casas donde viven los ultras que creen que Catalunya o España se derrumban porque a los primeros bebés del 2024 no les ponen nombres de los de “toda la vida”.

Temen estos guardianes de los valores patrióticos que la gente de fuera que se ha incorporado a nuestra sociedad nos los sustituyan. Primero nos cambian los nombres de los hijos y después nos cambian las tradiciones.

Hubo un tiempo en el que creíamos que viajando se curaba el nacionalismo. No fue así. O, al menos, mucha gente afianza su creencia de que hay que cerrar las fronteras a los inmigrantes después de realizar una excursión por los países de los que provienen. Les gusta ir a países “exóticos”, llenar su Instagram de fotografías con lugareños y volver a casa explicando batallitas y curiosidades de su viaje pero preservándola de quienes quieren venir “para aprovecharse de nuestras ayudas y servicios sociales y sanitarios”.

El nacionalismo, el patriotismo, el supremacismo se curan buscando las formas más eficaces de ayudar a las personas vulnerables, aquí o en su país de origen. Una sociedad mejor no se construye consiguiendo que unos padres indios le pongan Jordi a su hijo o Laia a su hija. Se construye hablando con ellos y comentándoles con respeto cuáles son sus tradiciones o hábitos que nos parecen incorrectos y reconociendo los defectos de las nuestras. Hablando se entiende o debería entenderse la gente. Se llamen Joan, Josep, Inass o Jacob. Aquí y allí. E intentando que cuantos menos asnos haya en todas las casas, mejor.

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