Las Naciones Unidas, un instrumento imperfecto pero necesario en el mundo

Su contribución en la defensa de los derechos humanos se remonta a los años 40, y ahora se requieren reformas estructurales que incrementen su capacidad ejecutiva y permitan superar la lógica interna de los estados

Els Estats Units són el país que més vegades ha utilitzat el dret a veto, i en especial amb el conflicte araboisraelià

Las Naciones Unidas y sus organismos y agencias especializadas continúan siendo necesarias en el mundo actual, después de cerca de 80 años de existencia. A pesar de las críticas y las denuncias sobre la eficacia de su funcionamiento, esta organización internacional ha contribuido a promover y preservar la paz en múltiples países; ha emitido informes que han identificado nuevos retos mundiales a afrontar por parte de los estados o bien ha fijado orientaciones esenciales en momentos inéditos para el planeta, como la rápida expansión de la covid-19.

A pesar de los adelantos logrados desde su creación, el profesor emérito de Ciencia Política por la Universitat Autònoma de Barcelona y participante de diferentes misiones de las Naciones Unidas Jesús Maria Rodés quiere dejar claro que los intereses estatales están por encima de la organización internacional, y por eso, cuando alguien rompe los intereses de un estado, este acaba utilizando la fuerza. En un caso hipotético de una resolución de alto el fuego entre dos estados por parte del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, “si los dos señores de cada bando no quieren parar el conflicto, no lo harán. Es igual. Las Naciones Unidas no tienen nada a hacer. Diplomacia sí, pero las Naciones Unidas no tienen la fuerza de articular un ejército propio que pare el conflicto”. El profesor Rodés evidencia con sus reflexiones a EL TRIANGLE que “las relaciones internacionales no son democráticas” y, por lo tanto, estados poderosos, como son los Estados Unidos o Rusia, no perciben como un privilegio tener derecho a veto en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas porque, para ellos, es un elemento normal. “Sin las Naciones Unidas o sin el Consejo de Seguridad todavía serían grandes potencias”. A pesar de la imperfección del sistema establecido y los bloqueos internacionales que genera, el derecho a veto que pueden ejercer solo cinco potencias mundiales “es un elemento fundamental del mismo sistema”, y si este nos funciona “es porque hay derecho a veto”.

La misma reflexión acaba haciendo el doctor en Antropología Social por la Universitat de Barcelona e impulsor de SOS Racismo, entre otras asociaciones, Miguel Pajares. En declaraciones a EL TRIANGLE, Pajares se muestra contrario al derecho a veto, pero afirma que “no sé si el Consejo de Seguridad funcionaría o tendría la fuerza que ahora tiene si no hubiera el derecho a veto. La Asamblea de las Naciones Unidas no tiene capacidad de veto, y aprueba resoluciones por mayorías agobiantes, pero al final no tienen ninguna repercusión práctica”. Aun así, “el derecho a veto parece anacrónico y tendría que desaparecer”.

A pesar de la complejidad de una organización que reúne 193 estados con sus respectivos intereses nacionales, los dos profesores universitarios son unos firmes defensores de su existencia. Según Jesús Maria Rodés, “muchos conflictos mundiales, regionales o locales se han podido solucionar o mantener en equilibrio gracias a las Naciones Unidas. Se han hecho misiones en todas partes, algunas con más éxito y otros con menos”. En este sentido, Rodés cita el primer grupo de observadores militares que se envió en 1949 a supervisar el alto el fuego entre India y Pakistán en el territorio de Jammu y Cachemira. Actualmente, todavía hay observadores internacionales en este conflicto que implica dos potencias nucleares enfrentadas por un territorio. Otro ejemplo de intervención ha sido la creación de la Fuerza Interina de las Naciones Unidas en el Líbano (FINUL) para evitar enfrentamientos entre el Líbano e israel, dirigida actualmente por un general español. Según Rodés, “los cascos azules son respetados por la bandera que representan, pero no por la fuerza militar real que tienen”.

Otros ejemplos se pueden encontrar en Centroamérica. Cuando Jesús Maria Rodés fue asesor del secretario general de las Naciones Unidas Javier Pérez de Cuéllar consiguieron acabar con una guerra que hacía medio siglo en El Salvador. “Están mucho mejor que antes, porque no hay guerra, y el mismo se hizo en Guatemala para generar estructuras y acabar con el conflicto”, afirma Rodara. “No es un instrumento perfecto, pero ha hecho muchas cosas. Es un organismo de finales de los 40 y necesita una buena revisión de todo”, concluye.

Para Miguel Pajares, especializado en migraciones y refugiados climáticos, “tendría que tener más capacidad ejecutiva, porque tiene una serie de organismos que son casi lo único que existe en el mundo para poder actuar en defensa de los derechos humanos, pero tiene pocas competencias, sin capacidad sancionadora, y sus declaraciones tendrían que ser jurídicamente vinculantes para los estados”.

En materia de actuación climática, considera que haría falta “más capacidad de incidir” para forzar los estados a abandonar los combustibles fósiles, con planes de actuación y calendarios de ejecución. En el ámbito de las migraciones, Pajares considera que “una competencia muy importante seria que desde las Naciones Unidas se pudieran gestionar las migraciones y la distribución de refugiados, hacer una gestión mundial de las migraciones. Pero estamos muy lejos de esto. Tiene que ser con acuerdos entre los estados, y no hay capacidad de gestionar las migraciones, y esto cada vez será más necesario. Las Naciones Unidas cada vez se quedan más cortas en su capacidad de gestión de estos temas”.

Para el profesor Pajares, “vamos hacia atrás”, y un ejemplo de esto lo son “los acuerdos internacionales que antes vinculaban jurídicamente a los estados, y esto ha ido desapareciendo”. Haciendo un repaso histórico, Pajares cita “cuando se hicieron los Acuerdos de Bretton Woods en 1944, y se creó el Banco Mundial, donde se lograron acuerdos fuertes que crearon vínculos políticos. O cuando se creó la Organización Mundial del Comercio en 1995, con capacidad de sanción, pero esto después ya ha desaparecido. No ha habido acuerdos internacionales que hayan creado organismos con capacidad de sanción y que obliguen los estados a cumplir. Hemos ido atrás”. A pesar de la necesidad de las reformas planteadas, el contexto político actual hace desistir de su impulso, según los dos profesores consultados. Según Pajares, “la reforma de las Naciones Unidas no la veo en ninguna parte, y según cómo se plantee podemos ir atrás, porque tenemos muchos estados con gobiernos muy nacionalistas que podrían hacer ir atrás en algunas materias en las competencias de las Naciones Unidas”. Es una gran paradoja, porque es el momento en que más se necesita, pero en que el contexto mundial es peor.

Puedes leer el artículo entero al número 1558 de la edición en papel de EL TRIANGLE.

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