Laporta tampoco sabe cómo abandonar una Superliga que nació muerta

Aunque el jueves se conocerá la sentencia de la Unión Europea, sabe que los grandes clubs europeos están fuera, sobre todo los de la Premier, que le debe un favor a la UEFA y que Florentino Pérez le va a obligar a seguir pagando el coste de mantenerla ‘viva’

Joan Laporta i Florentino Pérez
Joan Laporta i Florentino Pérez

El gran día para la Superliga europea ha llegado finalmente, después de casi dos años de una explosiva irrupción mediática con la provinciana e inesperada presentación por parte de Florentino Pérez, el jefe de esta banda venida a menos, y el renuncio público de la mayoría de los clubs, excepto formalmente de dos, el Real Madrid y el FC Barcelona, porque Joan Laporta sigue siendo un peón del presidente blanco.

Al menos en apariencia, al margen de lo que decida este jueves a las 9:30 horas de la mañana el alto tribunal europeo sobre si la UEFA puede seguir beneficiándose de su monopolio para organizar las competiciones en el ámbito continental o si los clubs pueden organizarse a su manera para jugar otro tipo de torneo todos contra todos, o algunos contra algunos, no parece que los promotores del invento estén hoy en condiciones de mantener una posición de fuerza para imponerla.

El único movimiento detectable, visible por lo menos, lo protagoniza discretamente A22 Sports Management, la sociedad impulsora del proyecto de Superliga creada a partir de la deserción de los clubs (ingleses e italianos, básicamente) hecha pública ante las reacciones de rechazo de sus propias aficiones y de los gobiernos de la Unión, por cierto enérgicamente. La constitución de A22 Sports Management le ha costado al Barça dos millones en la columna de gastos del pasado ejercicio, mientras que las jugadoras del Femení, el mejor equipo del mundo, empiezan la sufrir las consecuencias de una política de recortes, incluido su entrenador que ya ha anunciado su decisión de irse al final de temporada porque le pagarán mejor en cualquier otra parte.

Los medios están reproduciendo las filtraciones interesadas y francamente optimistas de Bernd Reichart, CEO de A22 Sports Management, en los días previos al anuncio oficial de la sentencia tan esperada. “El proyecto está vivo y hay mucho dinero: los inversores desembolsan 15.000 millones de euros para poner en marcha una competición que vale 100.000. De ese volumen de negocio, los inversores se quedarán, por lo tanto, con el 15%. El Barça tendrá un porcentaje del 85% restante. Aparte, el Barcelona y el Madrid tienen una prima de resistencia por haber mantenido vivo el proyecto. El club barcelonista ingresaría de golpe con la Superliga unos 1.000 millones que harían desaparecer de un plumazo los problemas financieros de la entidad, así como los del Madrid”, es el resumen escrito de su discurso.

Es curioso que se admita ahora por parte de los dos únicos supervivientes, Florentino y Laporta, que los dos clubs más poderosos del mundo se hayan atribuido un premio extra por haber “resistido” a esa furibunda y adversa reacción del mundo del fútbol en general a la Superliga.

Se trata, por tanto, de un reconocimiento de que ya no están los que estaban, especialmente el tercer superviviente, la Juventus, que también hizo pública su decisión de retirarse, igual que en su día circularon informaciones sobre el abandono de la iniciativa por parte de JP Morgan, el banco americano dispuesto a invertir esas cifras mareantes y a avanzar en forma de préstamo, cuidado, esos 400 millones que se iban a llevar de entrada Madrid y Barça, no el resto.

De haber seguido de verdad en esta carrera, la sociedad inicial financiada por JP Morgan seguiría en el frente, no hubiera desaparecido del mapa ni el Barça hubiera tenido que correr con los enormes gastos de esta esta pequeña estructura que, de cara a la galería, pretende proyectar la existencia real de una confabulación de por lo menos 60 clubs adheridos a la reivindicación de la Superliga.

¿Hay 60 clubs dispuestos jugar la Superliga realmente? ¿Cómo? ¿En cuántas divisiones? ¿En qué fechas? Parece, de entrada, bastante complicado encontrar respuestas a preguntas básicas, incluso si el tribunal europeo permite la disputa de una competición externa, al margen de la UEFA, sin que ello suponga por su parte la posibilidad de administrar sanciones o expulsiones.

Por parte de ese ente llamado Superliga hoy no parece haber detrás realmente más que la desbocada voracidad de dos grandes clubs, Real Madrid y Barça, sedientos de nuevos ingresos, en Madrid para reducir la deuda generada por la construcción del estadio y en el Camp Nou aún más desesperadamente porque Laporta se ha metido de lleno en un pantanal de financiación imposible de devolver ni de generar ingresos que no acaben en los bolsillos de los inversores ‘buitres’ que se han aprovechado de las disparatadas decisiones de Laporta, un presidente obsesionado en hincarle el diente al Espai Barça con intereses por encima de las enormes limitaciones del club.

Los que hacen ruido son los ejércitos mediáticos que Florentino y Laporta tienen bajo su control y obediencia directa, prensa que, por ejemplo, no ha publicado el anuncio del gobierno británico de promulgar en breve un decreto que, expresamente, prohibirá a los clubs participar en competiciones internacionales fuera del control y de la organización de la UEFA.

Si la noticia no ha sido de alcance ni siquiera en el Reino Unido es porque, sencillamente, responde a la voluntad de los propios clubs de la Premier, propietarios y aficiones, ya expresada en su momento de repudiar la Superliga.

Por esa razón, incluso con una sentencia de la Unión Europea aperturista parece imposible que nadie apueste por dejar la UEFA para participar en una competición si equipos ingleses, alemanes, francés e italianos, por lo menos de primer nivel.

De hecho, el propio Barça sólo podría sustituir la Superliga por la Champions puesto que el 40% de derechos de TV de Liga están cedidos a un tercero por 24 años y además Laporta ha de vigilar que sus relaciones con la UEFA, hoy restablecidas, sigan siendo lo bastante buenas como para evitar que por culpa del caso Negreira pueda ser excluido de la Champions.

Sí, el Barça estará muy pendiente del fallo sobre la Superliga y celebrará con euforia una sentencia antimonopolio si se da. Otra cosa es que, de forma inmediata, ese proyecto se materialice en la forma fantasiosa que cantan y prometen los medios laportistas y del Real Madrid. Puede incluso que al propio Laporta le llegue el momento crítico de haber de posicionarse en contra si Florentino decide tomar el camino más recto y organizarla para el año que viene. Habrá que ver si de verdad está el dinero, qué clubs se apuntan y en qué fechas se disputaría una competición que, desde el punto de vista del atractivo televisivo, hoy no tiene ningún comprador, dicho por el propio Jaume Roures en una declaración silenciada también por la prensa del régimen.

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