Scar VI

La cara de vinagre del rey Felipe VI en la promesa de Pedro Sánchez como presidente, el otro día, tras completar el peliagudo puzle de la investidura, recuerda a la del león Scar, cuando no finge ser bueno, en El rey león. ¿Recuerdan? El tío del príncipe Simba era un pieza, que arrebató el reino al cachorro de león después de deshacerse del padre, el rey Musafa. De hecho, no deja de ser una buena versión de Hamlet, la tragedia escrita por William Shakespeare, donde, sin ánimo de hacer un espóiler, se cuenta la historia de un príncipe danés, el tío Claudio, que decide traicionar y asesinar a su hermano, el rey Hamlet (padre del protagonista), y así alcanzar la corona, hasta que en una visión fantasmagórica al pequeño Hamlet se le aparece su difunto padre, que le revela el nombre de su asesino, rogándole que le vengue, y hasta aquí.

Esa cara no disimulada de mal suegro no es propia de un rey que, en teoría, hace descansar su crédito en una supuesta neutralidad. Los reyes no hablan, o no deberían hacerlo -el 3 de octubre lo hizo, y no ayudó a serenar los ánimos, más bien lo contrario, y hacía un rictus similar-, pero se expresan con gestos, y los del monarca español decían que no está cómodo con el éxito de Sánchez, o que no lo está con el elevado precio que el socialista tendrá que pagar al independentismo por conservar el poder. Hacía cara Felipe VI de incomodarle la rúbrica a la ley de amnistía. Siempre puede abdicar, como hizo en su día y durante unas horas el rey Balduino de Bélgica para ahorrarse firmar la ley del aborto. Lo cierto es que al rey español se le vio más relajado y satisfecho cuando quien opositaba a presidente era el líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, o cuando recibe en visita al líder de Vox, Santiago Abascal. Lejos queda aquella extraña pareja que formaron el rey Juan Carlos I con el presidente socialista y republicano (?) Felipe González.

Cierto es que algunos de los partidos que han hecho posible la investidura de Sánchez pidieron no hace demasiado -cuando se discutían los presupuestos del 2022- la supresión del título de rey, pero no es menos cierto que el presidente suele garantizar siempre que puede la continuidad monárquica. Sea como quiera, sería bueno que algún día se abriera también ese melón. Lo cierto es que Sánchez se ha especializado en hacer «de la necesidad virtud», y quién sabe si en un futuro más o menos inmediato no tendrá que convertir en virtud la necesidad de abolir la monarquía española. Ojalá. Hakuna-matata.

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