Japón envejece. ¿Y Cataluña?

Japón físicamente está muy lejos de Cataluña, pero siempre podemos aprender. En los años 1980 Japón maravilló al mundo por su capacidad de innovación y eficacia. Luego atravesó una larga etapa de estancamiento económico y endeudamiento público astronómico. Japón es hoy la cuarta potencia económica mundial, pero debe encarar graves retos, entre ellos una fuerte crisis demográfica.

La población lleva ya doce años seguidos disminuyendo. Si en 2008 era de 128 millones, ahora es de 125,6 millones. Las personas de 65 o más años son ya el 29% de la población, el porcentaje más alto del mundo. En España y Cataluña es del 20%. ¿Cuáles son las perspectivas demográficas? De no corregir la situación actual, se estima que la población de Japón se irá reduciendo hasta unos 100 millones en torno a 2040.

¿Cuáles son sus causas? Especialmente dos. Una baja tasa de natalidad y un fuerte rechazo a la inmigración. En Japón el número de hijos por mujer es de 1,34, ligeramente por encima de la tasa en Cataluña, un 1,2; cuando la tasa por mantener la población es de 2,1. Cada vez hay más jóvenes de 18 a 34 años que quieren gozar de la libertad de ser solteros, los horarios de trabajo son muy largos y duros y hacen disminuir el número de matrimonios. Pero aparte de la baja tasa de natalidad existe un hecho cultural que frena la inmigración, un fuerte rechazo al extranjero. De la población actual de Japón sólo un 2,4% son extranjeros. En Cataluña es un 16%.

¿Cuáles son las consecuencias de un país que envejece, disminuye la población, y por tanto la fuerza de trabajo? Supone reducir la capacidad productiva, el dinamismo económico y los ingresos fiscales. Llevará a una fuerte transformación de la sociedad. Habrá un exceso de viviendas, se irán cerrando escuelas, mayor demanda sanitaria, necesidad de residencias por tercera edad, mayores pensiones. Son demandas de difícil financiación.

El conocido empresario americano Elon Musk ha advertido, de forma exagerada, que si no se relajan las reglas de inmigración y se hace más llevadero el trabajo y la conciliación familiar, «Japón dejará de existir».

¿De la profunda crisis demográfica de Japón podemos sacar alguna conclusión para Cataluña? Para evitar que la población del país se vaya envejeciendo y reduciendo, es necesario hacer una política de familia atractiva y en paralelo facilitar de forma controlada el aumento de la inmigración, tanto por razones humanitarias como para cubrir las necesidades de personal cualificado que la economía necesita.

La Unión Europea y España deben optar por una política abierta y ordenada de la inmigración y de integración en la comunidad. Cataluña necesita un aumento moderado de la población que la rejuvenezca y la dinamice. Una Cataluña fuerte y dinámica tendría mayor peso dentro de España y de la Unión Europea, lo que le permitiría garantizar mejor su futuro bienestar económico y social.

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