Móviles en el aula: es necesario mirar hacia Francia

Los tópicos nos indican que los franceses siempre han sido estrictos, firmes en sus convicciones y algo arrogantes. Es el llamado chovinismo que, paradójicamente, los propios franceses atribuyen a sus conciudadanos del norte, especialmente los de la región de París. Sea como fuere, no es ningún misterio que las instituciones galas suelen actuar de forma rápida ante cualquier problemática que afecte a los ciudadanos. Seguramente no se resuelven todos los problemas, pero sí que se redactan y aplican leyes y normativas que al menos intentan categorizarlos.

La escuela es uno de los puntos calientes en Francia. El fracaso escolar aumenta, así como la conflictividad en muchos institutos que se ven obligados a reforzar las medidas coercitivas, ya bastante duras. Una falta de respeto hacia un profesor puede significar la expulsión inmediata y un cambio de centro. El profesorado tiene la categoría de autoridad pública y, por lo tanto, las máximas garantías ante las posibles agresiones. Sin embargo, no siempre estas medidas tienen como consecuencia una disminución de la conflictividad y el sistema se sustenta en la habilidad de los equipos directivos y educadores en resolverlos, pero también en la fortaleza de los valores de la República.

Susana Alonso

Sin embargo, el presidente francés, Emmanuel Macron, dio hace cinco años un golpe de efecto anunciando la prohibición total del móvil en las escuelas. La falta de normativas concretas facilita el desbarajuste y Francia ha ido directo al grano. En España, en Cataluña, este desorden es descomunal y cada instituto tiene su propia forma de arreglar el conflicto, dándose el caso, por ejemplo, de que dos institutos de una misma localidad tienen criterios y procedimientos diferentes. En el norte de Europa, siempre muy por delante en resultados académicos, han adoptado medidas contrarias al uso del móvil en las clases, pero también han terminado con la escritura mediante el teclado del ordenador, pasando a ser únicamente manual. Los resultados son claramente satisfactorios, con una comprensión de los conceptos más amplia.

Lo que sí es evidente es que el móvil y las pantallas en general, generan aptitudes diversas en los alumnos, pero en la mayoría de los casos la percepción del profesorado es que implican una dispersión en el trabajo diario que contribuye a un bajón porcentualmente importante en la comprensión de los textos y conceptos. La pobreza de lengua de nuestros adolescentes viene dada, por un lado, por la falta de lectura sistemática y sistematizada, pero también por la fascinación de los móviles, con mensajes cada vez menos lingüísticos y de una enorme escasez de sinónimos que enriquecen la lengua. Además, la necesaria velocidad en la información facilita que la atención sea escasa y la desconexión por parte de los alumnos de la realidad.

Algunos profesionales de la educación son grandes defensores del móvil en las aulas, pero no tengo claro si lo son porque han perdido toda posibilidad de hacer ver a sus alumnos la nocividad del elemento en el ámbito escolar o porque realmente creen que es indispensable. Es cierto que algunos maestros lo utilizan en sustitución del diccionario, pero esta tarea también la puede realizar el ordenador, ya muy presente en las clases. Otros necesitan la cámara para grabaciones relacionadas con la materia, pero esto también puede hacerlo una videocámara normal.

Yo tengo claro que la prohibición es técnicamente posible, porque la pantalla anula las posibilidades de comunicación real entre el alumnado. Los institutos que han dado plena libertad al uso del móvil se dan cuenta ahora de que la medida ha provocado la falta de juegos en el patio, de conversaciones y de actividades de ocio que llevaba implícita la hora del recreo. Es necesario, pues, que la administración sea valiente y prohíba por ley el uso del móvil en escuelas e institutos. La situación actual no permite asegurar que el móvil sea una herramienta productiva en las aulas, al contrario, contribuye a la pérdida del lenguaje, a la falta de valores, de educación, de respeto y de responsabilidad. Sin embargo, hay quien dice que esto pertenece a la cultura del sur de Europa y que los móviles no tienen nada que ver. Yo no estoy de acuerdo con esta afirmación. Creo, por el contrario, que las evidencias negativas están bien claras.

¡Prohibición ya! Ya estamos perdiendo mucho tiempo.

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