Silencio, se juega

El récord mundial de la partida de ajedrez más larga de la historia fue establecido en 1989 por los jugadores Ivan Nikolic y Goran Arsovic en Belgrado, Yugoslavia. La partida empezó el 19 de septiembre de 1989 y no terminó hasta el 27 de febrero de 1990, es decir, duró 269 días. Durante ese tiempo, los jugadores disputaron 269 jugadas en una partida que acabó en empate.

La partida que juegan Pedro Sánchez y Carles Puigdemont no puede durar tanto, la fecha límite para la investidura del primero es el 27 de noviembre. Hasta entonces, ambos jugadores pueden meditar tanto como quieran sus movimientos. Después, en caso de no llegar a un acuerdo, se convocan elecciones de forma automática. Desconozco si llegan o llegarán a las 269 jugadas los ajedrecistas políticos. Lo desconozco yo y la gran mayoría de espectadores de ese país, que siguen con atención la partida. Y es que si algo están administrando bien ambos contendientes es el silencio. El silencio es vital en una partida de ajedrez, y en una negociación. En un país de filtraciones, llama la atención la discreción con que se juega la partida. Alberto Núñez Feijóo lo traduce en secretismo y falta de transparencia, pero si algo ha quedado claro desde las elecciones del 23-J, es que el popular no sabe jugar al ajedrez. Como decía Ludwig Wittgenstein, “de lo que no podemos hablar debemos guardar silencio”.

Desde que empezó la partida sabemos que el catalán, el euskera y el gallego se pueden hablar ya en el Congreso de los Diputados de Madrid; sabemos también que de momento, y mientras se negocia, ningún país de la Unión Europea ha vetado que estas lenguas se puedan hablar en las instituciones europeas, aunque hay países como Letonia y Lituania que fruncen el ceño; sabemos que Sumar ha presentado su propuesta de amnistía por los procesados en el procés catalán; sabemos también que la amnistía de Sumar no es la del PSOE, pero que los socialistas de Sánchez también remueven una; sabemos que ERC ha añadido el traspaso de Rodalies, mejoras en la financiación y dos huevos duros al revoltijo de la negociación -los republicanos se mueven con menos discreción por miedo a la invisibilidad-; finalmente, sabemos que PSOE y Sumar han firmado un acuerdo de gobierno, que imita la lista de los reyes magos. Esto es lo que sabemos. Sin embargo, se ve que lo expuesto no es suficiente para investir a Sánchez. Hay que concretar la amnistía -alguien apunta que se afinan los flecos…-, y quizás un último gesto de cara a la galería, a medio camino del referéndum. Tic-tac, pasa el tiempo. Desconozco si, como Nikolic/Arsovic, Sánchez/Puigdemont acabarán la partida en un empate…

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