Laporta ha transformado las palancas en paliativos de una economía muy enferma

El ingreso de 208 millones de Barça Studios es otra bomba de relojería que puede explotar en forma de graves pérdidas si su valor acaba cayendo por falta de capitalización y la fuga de inversores

Joan Laporta

Las hazañas financieras de Joan Laporta, extraordinariamente chapuceras y cada vez más sospechosas de negligencia, sobrepasan todos los límites conocidos de la historia del Barça, tanto por su volumen como por la trascendencia, además de ser indistintamente desatinadas en la gestión ordinaria como en el Espai Barça, que cuenta con un presupuesto y gestión aparte, al menos por ahora. En este sentido, Laporta puede decirse que nunca defraude puesto que hace dos años ya ganó las elecciones con una amplitud incuestionable prometiendo a los socios que, gracias a la experiencia de su primer mandato, era el mejor candidato para “volverlo a hacer”, es decir para repetir sus logros y conquistas en el pasado, fueran cuales fueran.

El balance, resumido, fue el de una explosión del mejor Barça de la historia, el de la generación Messi, en un 90% heredada y tras un voto de censura salvado con trampas y malas artes, junto con su demostrada incapacidad para ganar ni un solo euro, al contrario, pese al liderazgo y dominio mundial de aquel equipo de leyenda. Por comparar, en un ejercicio de sumas y restas muy sencillo, el presidente que le sucedió, Sandro Rosell, aunque se encontró con la caja vacía, todas las facturas por pagar, la deuda neta superior a la facturación y fondos propios negativos a causa de las pérdidas del mandato de Laporta, de 47,6 millones, a los tres años ya había ganado los mismos títulos y más de 100 millones, eso sí con una política no tanto de austeridad y de precariedad como de un simple y básico control racional del gasto. Nada del otro mundo, sólo era cuestión de racionalizar el gasto.

Hoy, cumpliendo su palabra, Laporta lo ha vuelto a hacer, esta vez en un tiempo récord, pues en solo dos años y medio y tres cierres las pérdidas ordinarias ya cabalgan imparables hacia los 1.000 millones (931 m. conocidos) y si ha podido contener y reducir la deuda neta a 552 millones ha sido gracias a un mordisco del préstamos del Espai Barça, una de las maniobras financieras contenidas en la memoria del ejercicio 2022-23, plagada de misterios y sorpresas.

Sobre todo, porque en el esprint final del curso y ante la posibilidad acumular al menos 100 millones más de déficit, Laporta y su vicepresidente, Eduard Romeu, hubieron de inventarse un ingreso sólo contable, o sea ficticio desde el punto de vista de la tesorería, a base de sumar como ‘entrada’ la valoración del 51% de Barça Studios por 208 millones y elevar a 800 millones las palancas aplicadas a la gravísima situación económica. Puede afirmarse, sin apenas margen de error que, más que aplicar palancas, Laporta ha recurrido a tratamientos paliativos con la finalidad de que la inevitable transmisión de capital a manos privadas y el cambio de modelo de propiedad sea lo menos doloroso y visible para los socios.

Los 303 millones de ganancias auditados, pese a beneficios extra netos de 800 millones y la mejora de los indicadores comerciales y de tiketing gracias a la conquista del título de Liga, ilustran la fragilidad de unas cuentas ininteligibles y dominadas por otro récord mundial de gastos de 1.165 millones. Tampoco con esos resultados Laporta ha podido revertir la situación de fondos propios negativos, en parte porque tampoco le interesa demasiado que se revierta la anulación de los controles económicos estatutarios sobre la directiva.

Los analistas han descubierto, además, que la escandalosa y confusa operación Barça Studios de Laporta, la que iba a ser ‘la madre de todas las palancas’ según su correveidile Xavier Sala Martin, se ha convertido en una bomba de relojería financiera, pues tanto los 200 millones, contabilizados por la venta del 49% en verano de 2022, como la asignación unilateral de 208 millones más como ingreso, por el 51%, corren el riesgo de ser un globo susceptible de explotar en el balance en cualquier momento.

De la misma forma que se ha estructurado y registrado artificialmente esa venta, en apariencia cada vez menos sólida y más etérea, como la generosa y discutible autovaloración incluida en la cuenta de explotación 2022-23, puede caerse y volatilizarse si a la hora de la verdad no llega el dinero de los inversores o si no pagan los que sí se han comprometido a hacerlo cuando expiren los plazos de pago, lo que podría suponer la inevitable desvalorización de la compañía y provocar pérdidas que aflorarían en el balance.

No se trata de una especulación gratuita, sino de poner en evidencia, como apuntan los expertos, la propia incertidumbre de una venta que, al año de cerrarse por 200 millones a dos sociedades especializadas y estratégicas como eran Orpheus Media y Socios.com, además de seguir abierta ya acumula impagados, abandonos destacables y una sola inversión de escasos 20 millones en el intento de reventa de este verano. Por cierto, pagados por una misteriosa empresa chipriota y contra una inversión de 4,1 millones a una consultora para activar y atraer inversores.

Vender, o haber informado de una venta por 200 m. primero y por 180 m. después, cuando sólo se han cobrado 40 millones y algunos inversores se han dado a la fuga, no son las mejores expectativas, todo lo contrario. A cualquier otra junta este escenario más bien sombrío la hubiera empujado a cierta prudencia y a actuar con la cautela necesaria, principalmente para evitar una caída del valor de la sociedad, que en el fondo sigue descapitalizada y cada vez resulta menos atractiva.

Laporta, en cambio, ha ido en la dirección contraria poniendo en mayúsculas el valor del negocio audiovisual, que ya perdía dinero obligando al cierre de Barça TV, y especulando con que los nuevos activos tecnológicos y el comercio digital de los Fan Tokens, los NFT y la Web3 ofrecerán, en el futuro, una rentabilidad que hoy por hoy, desde luego, no soporta ningún plan de negocio ni de viabilidad.

Ese ingreso, que el día de mañana puede ser una pérdida, no fue anunciado ni contemplado en la nota de primeros de septiembre con la que la junta avanzó oficialmente los resultados a base de datos y cifras dispersas, solo apuntes destacados sobre los indicadores más satisfactorios del curso sin mención alguna de los gastos, 1.165 millones, ni del ingenio financiero, el segundo, a base de regalarse 208 millones provenientes de la nada, sólo de la marca Barça Studios y de la normativa contable que lo permite. Lo que lleva a concluir que hace unas semanas, lejos de haber cuadrado los números, Laporta se vio en la necesidad de un maquillaje de los números de cara a la asamblea y por la necesidad de mantener vivo otro ‘muerto’, el proyecto de salida a bolsa de Barça Media mediante una Spac, sociedad parasitaria con sede en las Islas Caimán para acelerar su entrada en el Nasdaq de Nueva York. Otra puerta que ha sido necesario cerrar de prisa y corriendo por el desinterés de los inversores, pero sobre todo porque si Laporta decidía seguir adelante sin la venta confirmada y cobrada, ni que fuera en parte, de Barça Studios el club debía capitalizar ese otro agujero y afrontar los primeros gastos de esa aventura bursátil. No sin antes haber comprometido 5 millones a pagar a una consultora relacionada con el ideólogo de esa Spac que, por ahora, tendrá que esperar. Sentada.

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