El Alto Karabaj. Los armenios vuelven a perder

La huida de ciento veinte mil armenios del Alto Karabaj, hacia Armenia producida a finales de septiembre es sin duda, no sólo el último caso de limpieza étnica en el mundo y en Europa, sino también la confirmación de la dificultad para que convivan sociedades étnica y religiosamente confrontadas en un mismo territorio, sobre todo si los estados vecinos tienen intereses económicos o estratégicos confrontados.

En el centro y el oeste de Europa en el siglo XVIII vivió el movimiento de la Ilustración que ponía la razón, la ciencia y la libertad de pensamiento sobre la religión y la tradición. Movimiento reformador que echó raíces por la evidencia de que nadie había ganado con las guerras religiosas entre católicos y protestantes que habían asolado Europa. Surgió un movimiento político e intelectual que marcaría el rumbo de Francia y Alemania y por extensión en buena parte de Europa, que proponía construir las sociedades en torno a consensos no religiosos como la libertad de pensamiento y ubicar la fe en el ámbito privado. Una fe que muchos intelectuales negaban ya ante la evidencia de los avances científicos y filosóficos.

Pero en otras partes de Europa, como los Balcanes o el Cáucaso, que a su vez eran tierras de frontera con el islam, las sociedades continuaron fragmentadas por la religión, con guerras, desplazamientos de población y matanzas que todavía pesan mucho en el subconsciente de las respectivas sociedades. Los cristianos armenios fueron unos de los que más sufrieron. Y si bien existe consenso entre los historiadores sobre la evidencia del Holocausto judío, todavía en Europa hay quien niega el genocidio de un millón de armenios perpetrado hace poco más de un siglo en los momentos finales del Imperio Otomano.

Susana Alonso

Con Stalin los armenios tuvieron con la República soviética de Armenia un territorio seguro para ellos, si bien parte de su tierra quedó en manos de Turquía donde se encuentra el monte Ararat, símbolo nacional de Armenia. Y mientras los armenios que quedaron en Turquía no tenían ningún derecho como pueblo, con la Unión Soviética la república vecina de Azerbaiyán, de mayoría musulmana turca chií, mantuvo en su interior el enclave del Alto Karabaj, poblado mayoritariamente por cristianos armenios. Simultáneamente en el extremo opuesto de Armenia, entre Armenia e Irán, estaría el enclave de Nakhchivan, que estaba política y administrativamente vinculado a Azerbaiyán. Pero a pesar de la impuesta hermandad soviética que silenciaba las diferencias étnicas y religiosas, en 1990, con la Unión Soviética agonizante, en Bakú, capital de Azerbaiyán se produjo el llamado Sábado Negro en el que fueron asesinados un centenar de armenios, lo que vio aflorar aún más las demandas de los armenios del Alto Karabaj para unirse políticamente a Armenia con un estatus similar al de los azeríes del Nakhchivan, que pese a estar físicamente separados formaban parte de Azerbaiyán.

Disuelta la URSS en 1991 los dos países se independizaron, pero mientras la comunidad internacional reconoció la pertenencia del enclave del Nakhchivan a Azerbaiyán, el Alto Karabaj fue considerado territorio de Azerbaiyán, estallando un conflicto armado en el que la mediación internacional de la Organización por la Seguridad y la Cooperación en Europa no halló una solución concordada. En la primavera de 1993 fuerzas armenias capturaron regiones fuera del enclave creando un cinturón de seguridad para el Alto Karabaj con un corredor que le unía a Armenia del que tuvo que huir buena parte de la población musulmana.

Un alto el fuego acordado en 1994 bajo los auspicios de Rusia, puso fin a la guerra, en un momento en que Rusia apoyaba militarmente a la cristiana Armenia frente a la chií y turcófona Azerbaiyán. Era un contexto en el que el Cáucaso vivía nuevos episodios de lo que se llamó el Gran Juego o lucha entre las potencias por el control de los oleoductos, gasoductos y pozos de petróleo desde Afganistán al Mar Negro, el Caspio y el Mediterráneo. Pugna en la que Moscú no quería perder la influencia de la época soviética frente a Turquía, Irán y la república ex soviética de Georgia. Moscú armó a los movimientos de Osetia del Sur y Abjasia, que se segregaron de Georgia sin obtener el reconocimiento internacional a la vez que empezó a vender armas a cambio de petróleo a Azerbaiyán, que en el 2020 pasó a la ofensiva recuperando buena parte de los territorios que le había tomado Armenia. Ahora, con la derrota definitiva de los armenios, que una vez más son los que pierden, más de cien mil personas han tenido que abandonar su casa con un nuevo agravio que algún día querrá ser vengado.

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