«Las biorregiones son formas de organización que resuelven problemas»

Entrevista a José Luis Fernández Casadevante “Kois”

Sociólogo. Miembro de la cooperativa Garua. Activista del movimiento vecinal, en cuestiones medioambientales. Dedicado a todo lo relacionado con la transición eco-social, en Madrid, especialmente en el barrio de Vallecas. Articulista en diversos medios, es autor de Raíces en el asfalto y Pasado, presente y futuro de la agricultura urbana. Ahora, publica, junto a otros autores, Biorregiones: de la globalización imposible a las redes territoriales eco-sostenibles (Icaria Editorial).

¿Qué se entiende por biorregiones?

Biorregión es una noción que se formula en los años 70 para tratar de repensar la relación de nuestras sociedades con el territorio. Su singularidad está en que nos permite reflexionar sobre cuál es la escala que necesitamos, la unidad de complejidad mínima, para concebir estas transiciones. Parte de entender que, a veces, lo urbano o lo rural planteados de forma aislada es algo incoherente. En ocasiones, se miran las cosas desde perspectivas excesivamente localistas a la hora de plantearse cuestiones como autonomía alimentaria, energética, gestión de residuos, acceso al agua…, algo que supera la esfera municipal. La biorregión es una concepción geográfica, ecológica, cultural, política…

¿Existen biorregiones, digamos, en marcha o son todavía materia de estudio, proyectos…?

Es un proceso que se está empezando a plantear. En España, los dos casos más avanzados son el de Vitoria, la llanada alavesa, donde se han realizado estudios sobre una coordinación territorial estratégica. También en la zona centro, Madrid, donde la zona de influencia bio-regional supera los límites administrativos de la metrópolis. También hay experiencias en Francia y en América Latina.

En cualquier caso, la biorregión supone un desbordamiento de los parámetros referenciales en que nos movemos en materia territorial: nación, provincia, localidad…

Lo difícil que tiene el propio concepto de biorregión es que no tiene una fórmula geográfica concreta. Hay quién pone más el acento en los conceptos estructurantes de las biorregiones, otros conceden más importancia cuestiones antropológicas, culturales, identitarias… En realidad, es más bien una amalgame. No se trata tanto de establecer fronteras y delimitar dónde empieza y acaba la biorregión porque, probablemente, siempre habrá zonas de influencia, de encuentro entre ellas. Más que trazar líneas, de lo que se trata es de repensar la relación, más allá de la escala local y de las políticas nacionales centralizadas. La biorregión hay que entenderla como un espacio intermedio.

¿Quizás el principal corsé a las bioregiones hay que buscarlo en los constructos que nos hemos formulado, producto más bien de los avatares de la historia que de cuestiones objetivas…?

Las biorregiones se plantean como formas de organización que resuelven problemas, satisfacen necesidades de forma funcional, territorialmente. Hay una tensión con lo que han sido, por las delimitaciones institucionales, administrativas… Es una organización concebida desde parámetros ecológicos, con lo cual muchas fronteras tendrían que reformularse, difuminarse. Un proceso que conlleva un cambio institucional muy complejo. En Italia y Francia se están llevando a cabo experiencias, que empiezan a denominarse “contratos de río”, “contratos de costa”, en la idea de planificar un recurso común, que trasciende de las delimitaciones administrativas y obliga a procesos participativos…

¿Además de un cambio institucional, administrativo, la biorregión conlleva asimismo una modificación social de la percepción en las personas, los partidos, las ideologías… una superación de conceptos, digamos, patrióticos?

La biorregión supone una transformación económica, política… Un proceso de re-territorialización y también, claramente, un replanteamiento de la cultura, las identidades colectivas, el sentido de pertenencia, las expectativas… También como conocemos o desconocemos los lugares donde vivimos. Ignoramos casi todo de las dinámicas eco-sistémicas profundas, de las cuales depende nuestra calidad de vida, nuestro bienestar. Algunos de los pioneros de la idea de biorregión hablaban, con cierto aire provocador, de pasar del proletariado al “planetariado”, con la intención de introducir con fuerza la idea de especie, de destino compartido.  También se hace hincapié en las dimensiones locales, federales, más manejables. Huyendo, en cualquier caso, de las miradas autárquicas, autosuficientes, entendiendo que todos los territorios van a depender de terceros y de lo que se trata es de tejer redes de cooperación.

¿La raya entre Portugal y España constituye acaso uno de los ejemplos más visibles de división territorial, basado más en factores arbitrarios o cuestiones como la lengua que en aspectos pragmáticos?

Hay un elemento geográfico y por extensión ecológico, que abunda en la idea de biorregión. En las zonas de frontera las cosas, hasta las propis lenguas, se mezclan… Y esta conminación crea riqueza. Si aquí avanzáramos hacia Iberia podría incluso ayudarnos a resolver algunos de nuestros problemas territoriales históricos, a redefinir los problemas territoriales desde otra óptica. A asumir la conciencia de lugar, como elemento que nos permite articular de forma práctica los desafíos. En un momento de mucha dispersión, precarización…, hay que ver el territorio como un elemento de rencuentro. El proceso de recentralización forzada que estamos viviendo con las renovables, etc. nos obliga a pensar en el uso del suelo. Tenemos que saber compatibilizar la producción de alimentos, la generación de energía, y regeneración de la naturaleza… Lo cual nos obliga a reacomodar nuestros estilos de vida, nuestras economías…

¿Se inscriben, en fin, las biorregiones en el necesario cambio de paradigma en el modo de entender las relaciones con la naturaleza, el uso de las materias primas, el capitalismo, las guerras… y otras muchas cosas que nos han hecho ser como ahora somos? 

Forma parte nuclear, claro. La biorregión ha ido cobrando interés en la medida en que vamos tomando conciencia de que las formas heredadas y, sobre todo, nuestro modelo socio-económico, son inviables a medio plazo, objetivamente.  No es una cuestión ideológica, sino cuando estamos, como ratifica la comunidad científica, desbordando los límites planetarios no hay posibilidad de huir -como dice Jorge Riechamnn- de que estamos viviendo la era de las consecuencias. De que nos toca asumir unas realidades incómodas, complejas y que, en algunos casos, van a llevar transformaciones radicales que, o se organizan y planifican o las improvisamos según se vayan agudizando. Puestos a imaginar, algo de lo que adolece la política actual, nos inclinamos por una provocación intelectual, y también política y práctica sobre como debemos actuar. 

Te has referido a la necesidad de federalizar, coordinar, algo que cuestiona el soberanismo, en el sentido de que todos tienen que ser soberanos de todo…

Planteamos la necesidad de avanzar en la construcción de umbrales de autonomía económica, política…, teniendo en cuenta que las biorregiones no van a ser autosuficientes, algo quimérico y en muchos casos indeseable. Estamos abocados a procesos de relocalización inevitables. Algo que nos obliga a planificar, y a hacerlo de la forma más democrática posible. El desafío estriba en ver como se combina el máximo de descentralización y autonomía local con procesos de coordinación y planificación estratégica a escala superior. Probablemente, los Estados nación sigan funcionando, como los sistemas de concertación globales lo siguen siendo para problemas como el cambio climático. Se trata de articular sistemas de concertación lo más federales y solidarios posibles.

¿Es de algún modo aplicable el concepto de biorregiones a las macro-ciudades, las metrópolis?

A medio plazo, es necesario un debate sobre el equilibrio territorial. Como nos repartimos por el territorio de una manera más, demográficamente, equilibrada. Y a la par, abordar procesos de desurbanización de las metrópolis. No acelerado, impuesto… Con dinámicas de atracción, de seducción. Políticas públicas, que realmente incentivaran los trasvases de población. Kirkpatrick Sale, uno de los precursores del pensamiento bioregional, decía que lo pequeño es hermoso. Necesitamos para vivir lugares a escala humana. A medida que crecen, las ciudades, se van haciendo inmanejables. Es necesario des-escalar, ir hacia abajo. En contra de la tendencia “mega”, prisionera del crecimiento y la concentración de recursos. 

¿Se inspira de algún modo el bioregionalismo en el pensamiento utópico de los falansterios y Fourier?

Tiene algo que ver en la búsqueda de la armonía entre campo y ciudad, espacio que combina el trabajo productivo, reproductivo… Kropotkin también planteó, cuando apareció la electricidad, la idea de combinar espacios agrarios con pequeñas industrias, autosuficientes, conectados. 

 

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