A Pedro Sánchez y a Puigdemont ya les va bien la repetición de las elecciones

La llamada a la movilización en las calles hecha por José María Aznar ha sido prematura y es un resbalón que puede acabar perjudicando al PP, prisionero de los acuerdos con Vox

Carles Puigdemont

La repetición de las elecciones españolas es una posibilidad cada vez más plausible. Las exigencias del independentismo ante el PSOE suponen una barrera casi infranqueable que no augura un buen futuro a unas negociaciones que están puestas en entredicho tanto por el independentismo más extremo como por el españolismo intransigente. A las mismas filas del PSOE hay amplios segmentos que están radicalmente en contra de hacer concesiones a Carles Puigdemont a cambio de sus votos, y se mira con recelo una posible ley de amnistía. “No puede ser que una minoría tan pequeña imponga sus condiciones de este modo. Es un precio demasiado caro el que se paga por sus votos. Más vale ir a unas nuevas elecciones”, dice un dirigente socialista a EL TRIANGLE.

Artur Mas tardó más de veinte años a transitar del españolismo auténtico (cuando hablaba castellano en casa y se decía “Arturo”) a su conversión al independentismo. El pulcro ejecutivo de la Generalitat pujolista se convirtió en Moisés que enseñaba el camino de la travesía hacia la independencia al pueblo catalán el 2012. Carles Puigdemont, quizás porque estamos en la era de la informática y las telecomunicaciones, es mucho más rápido: pasó de “Pedro Sánchez no será presidente con los votos de Junts”, a mediados de mes de julio pasado, a “estas son mis condiciones” de primeros de septiembre: poco más de un mes y medio en que se forjó un cambio radical en sus planteamientos.

El discurso de Carles Puigdemont el 5 de septiembre pasado, en Bruselas, fue más realista del que esperaban sus rivales independentistas o sus adversarios del PSOE. “Su intención era dar a entender que era el discurso del presidente legítimo para desgastar Pere Aragonès. Es una pugna tradicional que tienen JxCat y ERC en cada acto que celebran. La intención es siempre poder ser superior al otro para convertirse en la fuerza de referencia del soberanismo”, admite un miembro de Junts.

Sea como fuere, Carles Puigdemont era hace pocas semanas casi un cadáver político y ahora es el hombre del momento. Las matemáticas parlamentarias, haciendo necesarios sus votos para una investidura, le han dado un balón de oxígeno que nunca se había imaginado. Por eso, después de exponer sus peticiones en Bruselas, no está dispuesto a hacer ninguna rebaja. Un exdirigente del ala más radical de JxCat explica: “En su punto de mira hay los 200.000 o 300.000 votos que sueña a reconquistar y que en las últimas elecciones se fueron a la abstención. Una parte de estos es posible que vuelvan, pero no todos, porque ya ha decepcionado a mucha gente y no se fíen de él. La última jugada, la eliminación de la Assemblea de Representants del Consell de la República, le ha comportado muchas críticas y la retirada de la confianza de importantes sectores. Pero también es posible que una parte del voto moderado y que formaba parte del ala más blanda de Convergència que lo votó en julio ahora no lo vote. Por lo tanto, podría recuperar votos y obtener un diputado más y superar así ERC, cosa que sería presentada como un gran éxito”.

El interés del PSOE

Pero hay un problema: el PSOE haría valer la repetición electoral para vender a España que no ha cedido al “chantaje” de Puigdemont, y esto dispararía su intención de voto. Además, podría materializarse un voto útil que beneficiara a los dos grandes partidos españoles. En este caso, tanto Vox como Sumar estarían condenados a perder escaños, mientras que PP y PSOE subirían. Los socialistas, según los cálculos que mueve la cúpula del partido, podrían obtener hasta unos veinte diputados más. En este caso, los números de la investidura le podrían salir sumando los partidos que le apoyaron la última legislatura, sin necesidad de mendigar los votos de Puigdemont.

Paradójicamente, Junts pasaría a ser irrelevante aunque obtuviera algún escaño más y quedara por encima de ERC. El problema es que Puigdemont ya no tendría ninguna influencia en la política española. La oferta de negociación, pues, es un regalo envenenado. Sin embargo, a Carles Puigdemont le conviene esta pérdida de peso en la política española para presentarse a las próximas elecciones autonómicas y europeas con el aura que fue el líder independentista que no retrocedió y que obligó a repetir las elecciones españolas, en no ceder a las presiones de Madrid.

“A Puigdemont no le interesa tanto tener peso en el Congreso. El peso que ambiciona está en el Parlament de Catalunya. Si la Generalitat está en manos suyas, Madrid tiene un problema. Sus movimientos se tienen que entender pensando en clave estrictamente catalana”, insisten desde Junts. El partido, y Puigdemont en particular, quisieron elevar mucho el precio de su apoyo a cualquier presidente español. Quizás demasiado. En el discurso del 5 de septiembre en Bruselas, el expresidente redujo el nivel de reivindicaciones, pero también significa que las rebajas que pueda hacer en un futuro son mucho más limitadas.

Una persona de su entorno destaca que su intervención “fue un discurso de presidente, y esto es el que asustó Pere Aragonès. Se dio cuenta que le había ganado la partida y que con la exposición que había hecho había despertado el interés de Madrid”.

Pero desde el ala moderada temen que si no negocia con Madrid se puede encontrar que Junts se alimente solo de bolsas de votos muy radicalizados, y que esta tendencia siga en las elecciones de los próximos años. “Este nicho de votos es muy limitado y tiene un techo. No nos podemos arriesgar a arrinconarnos en el voto extremista. Si por algo se ha caracterizado el catalanismo es por su capacidad de negociación, y ahora podemos ganar parcelas de poder. Es una ocasión de oro que no podemos malgastar. Con una negociación, aunque no se consiga todo el que se desea, Junts volverá a ser percibido como el gran partido soberanista moderado que necesita Cataluña. A plazo mediano, ganaríamos y recuperaríamos la preponderancia en Cataluña. Podemos obtener ventajas en la financiación, más competencias y conseguir cotas históricas de autogobierno. Si dejamos pasar esta oportunidad, quizás no volvemos a tener una de igual”, dice esta fuente.

Pero la coyuntura es muy cruel, y ha situado Junts y el PSOE en dos posiciones en las cuales a jefe los interesa llegar a un acuerdo, puesto que los dos sacarían rendimiento electoral de una repetición de los comicios. En el caso del PSOE hay una razón añadida: con la repetición de elecciones, rompe la estrategia del PP, ahora teledirigido por José María Aznar. Dejaría los populares sin argumentos para sostener las protestas de calle que quieren capitalizar, puesto que Pedro Sánchez no habría sucumbido a las exigencias de Carles Puigdemont. Sería otra muesca a la culata del socialista, que no descarta atraer algunos votos moderados del PP: son los votos de electores que están en contra de la negociación y de la amnistía, pero que no acaban de digerir los pactos de su partido con la ultraderechista Vox. Pedro Sánchez puede matar dos pájaros de un tiro, mientras que Alberto Núñez Feijóo quedaría en fuera de juego.

Un aliado de lujo

En Junts hacen cábalas con lo que se puede obtener en una negociación. No está claro si Pedro Sánchez se puede arriesgar a grandes tensiones en el PSOE promoviendo una ley de amnistía o si lo puede cambiar por un “alivio de penas”, retocando normas o dando consignas a los poderes que dependen del Gobierno español para beneficiar a los afectados por procesos judiciales. Esta opción, según afirman fuentes próximas a Puigdemont, no sería aceptada por Junts, porque seria rebajar demasiado las expectativas.

El equipo del expresidente valora que Madrid no aceptará nunca un relator ni enjugará íntegramente lo que denomina “expolio fiscal”, por lo cual la amnistía quedaría como el único compromiso tangible que pueden arrancar a Madrid. Y la posibilidad de un pacto con estos parámetros, que hace unos días se veía factible, ahora ya no se ve tanto, porque los análisis que se hacen desde Waterloo apuntan que manteniendo las exigencias se puede recuperar voto a las urnas.

“Aprobar una ley de amnistía no es fácil ni rápido, y el tiempo corre. Esta es la principal condición. Habrá también alguna otra reivindicación que puede caer, relacionada con el ámbito económico, para tener argumentos para dar a su gente. Pero tanto el relator como el referéndum de autodeterminación son, por ahora, propuestas inasumibles por ninguno de los grandes partidos españoles”, explica a EL TRIANGLE un destacado dirigente del PSOE.

En Madrid, pero, tiene un aliado de lujo: Sumar, de la mano de Jaume Asens. La visita de la vicepresidenta española, Yolanda Díaz, en Bruselas ha sido un revulsivo. Desde Junts reconocen que su interés no es gratuito. “A Yolanda Díaz le va la carrera política en la investidura. Si vamos a una repetición de elecciones, posiblemente perderá toda oportunidad de volver a ser vicepresidenta. Es la más interesada, lo sabemos. Pero no deja de ser una aliada para que Pedro Sánchez ceda más de lo que le gustaría”. Otra de las razones del inmovilismo de Puigdemont es que tanto él como sus asesores están convencidos que bloqueando la investidura y obligando a ir a nuevos comicios recogerán un gran éxito internacional. En su círculo más próximo se da a entender que el mundo está pendiente de las negociaciones en España y que la repetición significa una batalla ganada. Y ya se sabe que la cuestión de la internacionalización del conflicto es considerada de vital importancia por todos los actores del independentismo.

Estos escenarios son examinados con lupa desde Madrid. Pedro Sánchez está jugando tácticamente con las iniciativas, los anuncios y los tempos. De momento, ha desguazado el ala dura del PP. José María Aznar se precipitó en la hora de pedir la movilización en las calles, porque no está claro que Pedro Sánchez pueda llegar a un entendimiento con Carles Puigdemont. “Las posturas están hoy como hace un mes –aseguran desde Junts–. No se han movido nada, y desde Waterloo no hay intención de hacer ningún movimiento para que se muevan”. Con Puigdemont enrocado, el líder ideológico de JxCat solo tiene que esperar que sus adversarios muevan ficha. Él tiene bastante de callar y admitir o rechazar las contraofertas que le lleguen desde Madrid.

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