La extrema derecha española retrocede

Cada vez somos más los que decimos que España es un país plural, diverso, acogedor, feminista y tolerante. Tras las elecciones del 23J, vimos como pese ganar el Partido Popular, los españoles avalaron la fórmula tan criticada y demonizada por la derecha y ultraderecha de este país, la del Gobierno Frankenstein. Con una mejora de un millón de votos para el PSOE de Pedro Sánchez, unos buenos resultados para Sumar y unos resultados “dignos” para los nacionalistas e independentistas respectivamente. El único partido que tuvo un gran batacazo fue la extrema derecha de VOX, pasando de 52 escaños a 33 y no logrando una investidura de Feijóo ni con sus propios diputados incluidos. Eso supone un fracaso absoluto y una victoria de la democracia.

Susana Alonso

Más allá de quién sea presidente o de una supuesta repetición de elecciones el 14 de enero o no, es importante valorar que nuestro país ha sido de los pocos por no decir el único de la UE que ha logrado que la extrema derecha retroceda y no avance o mantenga resultados. Los votantes supieron ver a tiempo el peligro que suponía un pacto de gobierno PP y VOX, entre otras cosas porque antes de ir a votar ya vieron como en sus ayuntamientos y comunidades autónomas se hacían centenares de pactos sin pudor entre los dos partidos.

En Valencia tardaron apenas días para cerrar un pacto de la vergüenza con un cabeza de lista de VOX condenado por maltrato a su mujer y posteriormente “solucionándolo” con un torero de vicepresidente y el maltratador mandándolo de cabeza de lista esta vez de diputado al Congreso, en Baleares poniendo una ultracatólica negacionista del Covid-19 y antivacunas de presidenta del Parlamento Balear o como en Extremadura la señora María Guardiola pasó de jurar y perjurar en numerosas ocasiones que jamás gobernaría con Vox en su región tras las elecciones del 28-M, diciendo textualmente: «No puedo dejar entrar en el Gobierno a quienes niegan la violencia machista, a quienes usan el trazo gordo, a quienes deshumanizan a los inmigrantes, a quienes tiran a una papelera la bandera LGTBI. (…)” a terminar cerrando un pacto con ellos siendo ya presidenta de Extremadura dejando todas sus palabras y promesas en la nada absoluta y quedando en total evidencia delante del pueblo extremeño y en el conjunto del país. No olvidemos que no era ni la lista más votada, eso que tanta importancia le da el Partido Popular de Alberto Núñez Feijoó tratando las elecciones españolas como si fueran unas elecciones presidencialistas cuando son parlamentarias y el presidente por lo tanto se elige entre los diputados que sí hemos votado el conjunto de la ciudadanía el pasado 23-J.

En todo caso, es un error tratar a VOX de la misma forma que a C’s o UPyD. La principal diferencia es que el fascismo por desgracia tiene mucha fuerza aún en nuestro país. Por suerte parece que no para gobernar, al menos de momento, pero tampoco para desaparecer. En cambio, los “liberales de centro” ya hemos visto que son pocos y que la gran mayoría se han ido a otros partidos políticos en el caso de los dirigentes o reincorporándose a sus anteriores empleos en el sector privado. Y en cuanto sus votantes, se calcula que la mayoría votaron al PP o se abstuvieron. Es importante no olvidar que VOX pese su caída y fracaso sigue siendo un peligro real y hay que tratarlo como tal. La extrema derecha negacionista del cambio climático, machista, racista, eurófoba y neofascista es una corriente que no solo existe en nuestro país, está presente en todos los países de la unión europea y en algunos ya gobernando, sin ir más lejos en nuestro país vecino, Italia, con la presidenta ultraderechista Giorgia Meloni. Por lo tanto, creo que es un motivo de orgullo que España hayamos logrado que retrocedan y apenas tengan relevancia en la actual legislatura vigente pero no debemos olvidar que estaban, están y desafortunadamente seguirán aquí y en todo el mundo. No hay que tenerles miedo, hay que plantarles cara con más democracia, más progresismo y más políticas sociales para la mayoría de la ciudadanía e imponiendo impuestos a las grandes fortunas, que son las que “curiosamente” están vinculadas muchas veces a la extrema derecha.

Esperemos que más pronto que tarde, por responsabilidad y sentido de estado, el Partido Popular se dé cuenta que con la extrema derecha no se pacta. Algo que en Europa se entendió hace tiempo, el popularmente llamado “cordón sanitario”, y que más allá de quién sea presidente o como prospere esta legislatura, entiendan y sepan traducir lo que la gente votó, y es un claro “no” a futuros posibles gobiernos donde pudiese haber vicepresidentes o ministros de VOX. Podemos afirmar que la ciudadanía prefiere políticas progresistas con un gobierno Frankestein que la posibilidad de un gobierno ultraderechista y reaccionario Francoenstein.

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