Laporta avanza implacable en la desertización del Barça a costa de sus fichajes

Mientras sigue de caza por los jugadores de Mendes, ha cerrado Barça Desplaçaments y ha suprimido los taxis del futbol base que hacen posible compatibilizar entrenamientos y vida familiar y escolar

Joan Laporta

No existe el menor indicio de que el presidente Joan Laporta, ni tampoco sus súbditos, cortesanos, miembros de su núcleo duro, directivos preferentes, miembros de comisiones y los ejecutivos favoritos, se haya propuesto o planteado poner fin a ese exhibicionismo gastronómico que, con frecuencia diaria y doblada, o sea comida y cena, le arrastra a pasar por los restaurantes más caros de la ciudad. El presidente y su casta dominante tampoco se ha ruborizado, al contrario, por la oleada de críticas y de comentarios provocados por ese chárter de verano con más de un centenar de invitados a la gira americana del primer equipo que han disfrutado de unas vacaciones de cinco estrellas simplemente porque forman parte de la camarilla de quien manda en el club.

A esta noticia relativamente inquietante sobre la necesidad de recortes se ha unido otra que sí ha causado un acusado desgarro emocional entre los barcelonistas: la supresión del servicio de taxi históricamente utilizado para los jugadores no residentes en la Masia del fútbol base que, gracias al servicio puerta a puerta, podían seguir formando parte de esa elite de promesas con una dinámica de entrenamiento muy exigente aunque compatible con la vida familiar y, sobre todo, con una escolarización que les garantizaba disponer de un margen suficiente para el estudio y las tareas docentes. La reacción, extraordinariamente preocupante, ha dejado imágenes mentales y pensamientos puede decirse que trágicos ya que, como han explicado los medios, algunas familias se plantean romper su relación con el club debido al perjuicio y al sobreesfuerzo que recaerá a partir de ahora sobre estos niños y sus padres a causa de la alternativa propuesta con autocares que saldrán y regresarán diariamente desde Tarragona, Lleida, Girona, Manresa y Vic con destino a Sant Joan Despí.

Es como imaginar que, por ejemplo, Xavi Hernández, Víctor Valdés, Pep Guardiola, Gerard Piqué, Bojan Krkic o Sergio Busquets y otros muchos más futbolistas de extrarradio hubieran dejado el Barça en edad infantil o juvenil por culpa de una decisión tan delirante que también ha llegado acompañada de relevos en la gestión de la Masia y del aparato de soporte y logística del fútbol base.

Incomprensibles y significativas decisiones internas que algún genio del laportismo ha obligado a adoptar en respuesta al pánico proyectado por ese ambicioso y complejo plan de tesorería pactado con LaLiga por Laporta con el fin único de llenarle los bolsillos a sus intermediarios amigos como Jorge Mendes, que ahora mismo mueve los hilos de Bernardo Silva, Joao Félix, Joao Calcedo y Ansu Fati. El Barca de Laporta se mueve, ciertamente, a golpes de guión caprichosos y sospechosos de jugar a favor de intereses que no son precisamente los del club.

Lo demuestra la imposición de esas medidas chocantes y extremas del control del gasto, esenciales como el mantenimiento eficiente de la maquinaria de la Masia, al mismo tiempo que Laporta intenta fichar con el dinero que no tiene a futbolistas de la cuadra de Mendes mientras tres de los futbolistas del primer equipo, Íñigo Martínez, Marcos Alonso e Iñaki Peña, siguen sin poder ni siquiera ser convocados porque no se ha generado el suficiente margen financiero para poder ser inscritos. Una montaña rusa de aires de grandeza y de pobreza que confirman, en definitiva, el inequívoco talente de un presidente que prioriza para él y para los suyos, incluidos sus amigos comisionistas, un tren de vida de cinco estrellas y de cinco tenedores.

La primera consecuencia provocada por ese viaje fastuoso y en tropel, propio de un operador turístico de lujo y no de un club con una estructura de funcionamiento profesional, serio y con una austeridad acorde con las evidentes señales de precariedad del momento, ha sido clausurar Barça Desplaçaments, la división encargada de organizar la compleja movilidad de un club con la necesidad de transportar cada semana a sus equipos profesionales, filiales, equipos de base y secciones amateurs. La excesiva visibilidad y trascendencia mediática de ese chárter, que la Gestapo laportista ha atribuido a que los empleados de Barça Desplaçaments «se han ido de la lengua», supone, además, otro atentado, último y definitivo, a la posibilidad de que los socios del FC Barcelona puedan beneficiarse de esa estructura propia para acompañar al primer equipo de fútbol, o a cualquiera de las secciones, en los partidos más destacados de la competición o en las finales.

Sobre la desaparición de Barça Desplaçaments, la consecuencia más directa ha sido el despido rápido y compulsivo de algunos empleados, así como la cancelación de los contratos suscritos con externos, circunstancia que obligará a reparaciones en forma de indemnizaciones y a afrontar los litigios que se puedan producir. En la práctica, sin embargo, no es difícil imaginar que desde la misma junta se han habilitado nombramientos y nuevos responsables de organizar los viajes del club, sin duda a favor de empleados que probablemente no sean los más expertos y de alguna agencia de viajes amiga que dé soporte e intendencia a las primeras necesidades.

Algunos socios creen que otra ‘mano negra’ se ha apoderado de un área de gestión que, precisamente esta temporada, como resultado del convenio alcanzado entre varios clubs para el intercambio de entradas a precios asequibles y pactados, podría realizar una gestión social muy atractiva e interesante a favor de los barcelonistas interesados en acompañar al primer equipo.

Laporta, que ya ha arruinado por dos veces al FC Barcelona -primero en el periodo entre 2002 y 2010 con unas pérdidas de 46,7 millones, y ahora en este segundo mandato con decisiones que han colapsado la deuda y la capacidad del club para ser sostenible sin una entrada de capital que cambie el modelo de propiedad- no duda en seguir exprimiendo los pocos recursos que ya le quedan a la institución sin respetar esas líneas rojas que, como la Masia, protegen rasgos identitarios del club.

Con demasiada frecuencia, Laporta no solo ignora que el mejor rendimiento y compromiso lo dan los jugadores formados en casa bajo un patrón de juego y de actitud que no tiene ningún otro club del mundo. También desprecia que cada jugador de casa le ahorra a la tesorería una media de 35 a 40 millones por temporada y que cada venta por traspaso supone un beneficio neto. Laporta, por lo que se ve, busca otro tipo de beneficios.

(Visited 358 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

NOTÍCIES RELACIONADES

avui destaquem

Deja un comentario