Sólo el poder del dinero impulsó el alucinante y cínico intento de Laporta de fichar a Neymar

Su entorno y él mismo promovieron las denuncias contra Rosell, Bartomeu y el Barça en la Audiencia Nacional, así como el acoso al futbolista por tierra, mar y aire hasta forzar su fuga al PSG y, ahora pretende recuperarlo

Neymar

La manipulación y el uso perverso, desalmado y cruel de un futbolista como Neymar en manos de Joan Laporta representa el paradigma de su verdadera actitud en ese entorno del Barça que, desde hace muchos años, seguramente demasiados, se ha convertido en su modus vivendi y en la plataforma idónea desde donde ejercer su insaciable poder a favor exclusivamente de sus intereses y de quienes han ido formando parte de su círculo más estrecho de vividores, aprovechados, rémoras, personal variado y necesario -ciertamente no siempre cualificado, por desgracia para el Barça- para la torpe ejecución de sus fechorías. También a favor de una selecta nómina de protectores, altos cargos e influyentes personajes en el ámbito de la política, las finanzas, el periodismo, las redes sociales, el aparato de justicia y ese universo que modernamente se conoce como las cloacas del Estado, de Cataluña e incluso de la propia policía, nacional y catalana.

La verdadera historia del paso de Neymar por el Barça sigue oculta bajo un relato, el que más le ha convenido al laportismo, que ha señalado a Sandro Rosell como el gran culpable de ficharlo a un coste interplanetario y a Josep Maria Bartomeu como al otro presidente también culpable, incluso más que su predecesor, de arruinar al club por venderlo. Aun así, dejando un beneficio millonario de 175 millones, esta historia ha quedado instalada y machacada en la consciencia colectiva del barcelonismo, aunque sigue siendo una fábula delirante y fantasiosa que finalmente se ha acabado imponiendo sobre una realidad que pasa exclusivamente por el papel destructor y cínico de Laporta en la trastienda de una operación de acoso y derribo con la finalidad de impedir el éxito deportivo de Neymar en el FC Barcelona.

Lo insólito del último episodio de Neymar relacionado con el Barça radica en que, pese a todos los esfuerzos de Laporta por arruinarle su historia en el Camp Nou, no ha dudado en intentar recuperarlo para volverlo a vestir de azulgrana contra el criterio y la voluntad del entrenador, Xavi Hernández, de los mismos socios a los que había puesto en contra del delantero brasileño y de la demostrada precariedad económica y financiera.

Sin embargo, el estímulo en forma de prima fácil y multimillonaria ofrecido por el PSG a quien se lo pudiera quitar de encima a sus 31 años y un salario no inferior a los 80 millones, sigue siendo irrechazable e hipnótico para uno de los mejores amigos-socios de Laporta, el agente israelí Pini Zahavi, que ya fue el personaje clave de la fuga de Neymar a París en una operación que le dejó un botín limpio de 10 millones por despejar el camino. Eran tiempos en los que Joan Laporta, ocioso y sin ningún cargo directivo en el Barça, solía hacer negocios con Pini Zahavi, el mismo que hace un año facilitó la huida, no menos sonada, de Robert Lewandowski, acompañada de un productivo beneficio para el Bayern y una comisión estimada en 10 millones por sus habilidosos servicios como agente.

De hecho, ni Laporta ni Zahavi dan por imposible que, de un modo u otro, ahora o dentro de una temporada, esa generosa recompensa qatarí acabe en el bolsillo del facilitador israelí, también amigo para todo de Alejandro Echevarría, excuñado de Laporta y tan fiel como eficiente e infatigable conseguidor del presidente azulgrana en materia de seguridad y de operaciones de futbolistas, especialmente las más imposibles como en este caso el retorno de Neymar. Se especula, incluso, con que la venta del jugador del PSG al Al-Hilal de Arabia Saudí podría ser una operación puente para la carambola que trajese de vuelta a Neymar en el futuro.

Nada es imposible dentro de esa especie de triángulo azulgrana de las Bermudas (Laporta, Zahavi y Echevarria), donde aparecen y desaparecen los transatlánticos que sean necesarios siempre que transporten algún tesoro en sus bodegas.

Todo empezó cuando Sandro Rosell le birló Neymar a Florentino Pérez en sus propias narices y el presidente blanco, iracundo, vengativo y humillado, encontró en el entorno laportista -y viceversa- la colaboración necesaria para poder sentar a Rosell y a Bartomeu ante los tribunales, básicamente acusados de haber fichado al segundo mejor jugador del mundo en aquel momento detrás de Leo Messi, futbolista clave en la decisión de Neymar de elegir el Camp Nou para jugar a su lado y de rechazar, contra el consejo de su padre y representante, una mejor oferta madridista.

Desde el Palco del Bernabéu, fuente de un poder inimaginable, el socio del Barça Jordi Casas, dirigido por un abogado de plena confianza de Laporta, Xavier Albert Canal, hizo posible abrir las puertas de la Audiencia Nacional a dos querellas completamente infundadas, y temerarias, bajo diferentes acusaciones criminales contra Rosell y Bartomeu que, en dos ocasiones, pudieron demostrar su absoluta inocencia aunque el club, como imputado, no pudo escapar del todo al espantoso y virulento cerco judicial orquestado desde la Abogacía y la Fiscalía del Estado en su contra.

Por recomendación de los asesores legales y a favor de los intereses económicos del club, el Barça tuvo que admitir un delito fiscal menor y mínimo pese a que Hacienda había validado y certificado la liquidación del traspaso en su día. Fue el último cartucho de un acoso nunca visto en los altos tribunales y el primer caso en la historia de la judicatura en la que no es Hacienda la que detecta el presunto delito fiscal sino la Fiscalía y la Abogacía del Estado por su cuenta.

No hace falta recordar que, fallida esta estrategia, Sandro Rosell fue encarcelado preventivamente dos años por una magistrada de la Audiencia Nacional al amparo y la excusa de una comisión rogatoria de un tribunal de los EEUU basada en la investigación y posterior denuncia del FBI por las actuaciones sospechosas de soborno de Mediapro (división americana) a federaciones de Centroamérica y Sudamérica para conseguir derechos de televisión en exclusiva. En paralelo, años más tarde, mientras Rosell fue declarado completamente inocente, uno de los fundadores de Mediapro fue condenado, como la misma sociedad, por sobornar a directivos de la FIFA.

El laportismo, que fue contundentemente derrotado en las elecciones de 2015 por el efecto demoledor del Triplete conquistado por la mejor delantera de todos los tiempos -Suárez, Messi y Neymar- tuvo claro que la única forma de evitar la continuidad de época más brillante de la historia del Barça era romper ese tridente atacando a su eslabón más joven y prometedor, Neymar, por tierra, mar y aire, como así fue desde todos los estamentos -judicial, mediático y deportivo- consumándose a través de Pini Zahavi y de sus poderosos amigos catalanes y barcelonistas el adiós de Neymar mediante el pago de una cláusula de 222 millones con el dinero qatarí.

El resto de la historia es de sobras conocida, la prensa exigió y presionó para quemar ese dinero en fichajes como los de Philippe Coutinho y Ousmane Dembéle y, más tarde, de Antoine Griezmann, los cuales fueron igualmente cuestionados, perseguidos y acosados por la misma prensa que le había amargado la vida a Neymar, ciertamente con eficiencia. Al final, el beneficio dejado por Neymar, de 175 millones netos -para el periodismo laportista una operación «ruinosa»- acabó en la cuenta corriente de Messi, que fue blindado por Bartomeu ante el peligro evidente de que el mismo entorno tóxico laportista también produjera el mismo efecto en la estrella argentina.

No deja de llamar la atención que finalmente Messi también reclamara, vía burofax, dar el portazo del siglo en un intento de fuga que Bartomeu abortó, obligándole a cumplir su contrato, y que a los pocos meses Leo fuera la mejor baza electoral de Laporta en su regreso triunfal a la presidencia. Pero lo verdaderamente fantasmagórico, aunque coherente con la frivolidad y la sórdida pasión de Laporta por las operaciones en la industria del fútbol -el dinero, en definitiva- fue que echara a Messi apenas unos meses más tarde, que lo intentara recuperar ridículamente este verano y que, de pronto, sintiera el impulso de recuperar a Neymar la semana pasada -casi lo consigue- en el colmo del cinismo, la desvergüenza y el surrealismo.

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