Laporta sigue ocultando y manipulando la sombría realidad de la economía del Barça

Aún mantiene el secreto de sumario sobre el ejercicio 2022-23 y lucha contra el auditor por disimular el impago de la falsa venta de Barça Studios y justificar más de 300 millones de pérdidas ordinarias

Joan Laporta

“La agencia de calificación DBRS Morningstar ha emitido la cobertura de calificación sobre el Club otorgándole un rating de BBB, el mismo con el que esta agencia calificó el Club hace un año y que consolida la mejora financiera de la entidad, así como la confianza en las previsiones económicas de futuro”. Así cantaba a sus socios la junta de Joan Laporta este fin de semana las excelencias de una situación económica presuntamente envidiable y sólida que, además, se fundamenta “en la fortaleza icónica de la marca del Club, las fuentes diversificadas de ingresos previsibles, las tendencias de mercado favorables en Barcelona y los beneficios futuros de la inversión del FC Barcelona en su proyecto de renovación del Estadio”. Según ese mismo informe, también se tienen “en cuenta la importancia del rendimiento en el campo, en referencia al primer equipo de fútbol, así como el aumento de los costes y la inversión para seguir siendo competitivos”.

Hace un año, por esas mismas fechas, otra noticia aparecida en los medios financieros afirmaba que “el Barça evita la calificación de ‘bono basura’. La agencia de calificación crediticia Fitch ha dado una puntuación de BBB-, un escalón por encima del paso previo a tener la condición de bono especulativo. Es un paso clave de cara a la emisión de 525 millones en la que se trabaja con Goldman Sachs”.

Por otro lado, en marzo de este año la misma prensa especializada se hacía eco de una información destacada: “A la espera de cerrar la financiación definitiva para la remodelación del Camp Nou, el FC Barcelona pide privacidad a Kroll. La agencia de rating emitía hasta ahora una nota con su valoración de la nueva estructura de deuda diseñada por la entidad para captar los 1.500 millones que necesita para el Espai Barça (BBB-), pero a petición del club dejará de hacerlo. La firma ya solo hará pública su evaluación del diseño definitivo que escoja el conjunto azulgrana para afrontar la obra”.

Este permanente transitar entre el cielo y el infierno de la economía azulgrana obedece exclusivamente al interés mediático de la junta de Laporta en ir sazonando la tenebrosa realidad con una colorista e inextricable mano de pintura sobre una carrocería dejada, oxidada y que, literalmente, se cae a trozos.

Como siempre, sin embargo, la única habilidad de Laporta en la gestión, la de ser capaz de ofrecer una edulcorada versión de sus hazañas financieras, acaba dominando una escena que, además, su dotado y eficiente aparato ideológico se encarga de pulir y de dar esplendor.

No hay mejor ni más irritante ejemplo que presentar el ridículo y negligente acto de inscribir medio equipo a veinticuatro horas del inicio de la Liga como una audaz maniobra, fruto de otra genialidad del presidente y del reconocimiento de su prestigio, cuando en realidad es el producto de su negligencia, pasotismo e improvisación.

A mediados de agosto, la coyuntura económica real es tétrica y angustiosa. Laporta ha dado instrucciones de echar a la calle al primero de los suyos que se vaya de la lengua con los resultados de un ejercicio, 2022-23, cuyo secretismo es ahora mismo la clave de bóveda del cuento barcelonista de este verano. Revelarlo, así como sus detalles más reprochables, puede acabar de golpe con ese relato fantasioso de un verano en el que el Barça está removiendo el mercado a base de tocar a futbolistas como el propio Messi, Bernardo Silva, Mbappé, Kimmicht, Brozovic, Joao Félix, Cancelo y hasta Neymar, en otra pirueta del mercado que Laporta utiliza como su gran escenario de distracción para la prensa mayoritariamente a su servicio.

Laporta, pese a los aires de grandeza que se da, no ha podido siquiera desvelar la identidad de quien, a última hora, ha puesto, o pondrá, 60 millones que debe desde el año pasado después el engañar a los socios y a LaLiga, dando por hecho que había vendido del 49% de Barça Studios a dos socios estratégicos como Orpheus Media y Socios.com.

Todo fue una simulación, el mismo truco que ahora ha replicado apelando al capital de un empresa escondida -quizá por vergüenza- registrada en un país de fiscalidad benevolente como Chipre, que tampoco asegura que, al final del proceso, vaya a aportar hasta los 200 millones del valor de venta contabilizado desde agosto de 2022.

El frágil equilibrio del montaje mediático actual, además de ir mendigando a las agencias de rating informes puntuales cada vez más contradictorios, se basa ahora exclusivamente, como ante LaLiga de Javier Tebas, en la ocultación del balance del ejercicio 2022-23.

Es evidente que ninguna agencia de calificación ni tampoco LaLiga puede negarle a Laporta haber presentado un resultado de 98 millones de beneficio al final de la temporada 2021-22 ni tampoco la expectativa de superar ese superávit en la 2022-23 con una cifra récord alrededor de 250 millones según sus propios presupuestos. Una bonanza que alimenta los ratings favorables, o menos negativos, y el margen salarial ante LaLiga para seguir fichando -catorce jugadores desde el aterrizaje de Xavi en el banquillo del Camp Nou- y generar esa falsa sensación de opulencia y de haber dejado atrás las penurias económicas.

Nada más lejos de la realidad, pues en el ejercicio 2021-22 esos 98 millones en ganancias provinieron de 266 millones de ingresos netos vía palancas, lo que supone haber destinado 168 millones a encubrir pérdidas estructurales indiciarias de una bajada alarmante de la facturación desde que Laporta decidió echar a Messi y el equipo perdió su capacidad para competir en Europa, ni siquiera en la segunda división.

Para esta temporada vencida, las cifras son aún peores después de haber ingresado en palancas 600 millones netos y albergar una expectativa de beneficios estimada en 250 millones, 60 millones de los cuales han debido ser repuestos mes y medio después del cierre contable.

Este hecho, gravísimo, es causa del retraso en la transparencia del cierre y de una operación de manipulación de las cuentas y de batalla de fondo contra el auditor para disimular un baile de 60 millones ilusoriamente contabilizados como ingresos anteriores cuando es evidente que no han sido reales hasta el viernes pasado. Y sólo parcialmente.

El déficit ordinario puede evaluarse en unos 350 millones según los datos facilitados hasta ahora por la factoría y la imaginería de Laporta en un escenario de bajada de ingresos confirmada para la nueva temporada, por el traslado a Montjuïc, los recortes de ingreso por la venta anticipada de los derechos de televisión, el control salarial exigido por LaLiga según el plan de tesorería y la imposibilidad de recurrir a más palancas para tapar las vergüenzas de la gestión.

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