La diplomacia europea entre el multilateralismo, la persuasión y el poder

La Historia nos muestra que cuando la diplomacia de un país se propone alcanzar acuerdos con otros países, se utilizan dos elementos: el poder de la economía o de los ejércitos y la persuasión a través del razonamiento para intentar entender las posiciones del otro e intentando ajustar los intereses de unos y otros. El objetivo sensato es que el final todos ganen razonablemente y nadie pierda de forma insoportable. La diplomacia, basada en el despliegue del arte de la persuasión, ayuda a crear un mundo más cooperativo y armonioso. Durante siglos y hasta hace poco las potencias europeas prefirieron presionar con su poder económico y militar a los países más pequeños y débiles. Era sencillo y eficaz, pero esa estrategia está llegando a su fin.

Una característica de la civilización occidental es el arte de razonar. Muchos opinamos que cuando los argumentos son buenos y convincentes, casi siempre terminan triunfando. Lamentablemente, la Rusia de Putin y Estados Unidos de Donald Trump parecen alérgicos al razonamiento, imponer soluciones contra viento y marea es su estandarte. Tengo la impresión de que quienes se resisten a utilizar la razón, lo hacen por miedo a que se convierta en una espada de doble filo, ya que si el contrario despliega mejores argumentos, la debilidad se instala a nuestro lado. Creo sinceramente que debemos refinar el arte de escuchar y ajustar nuestros acuerdos por razonamiento y persuasión con el objetivo de crear un ambiente armonioso y cooperativo a nivel global.

En este sentido y al menos en teoría, Europa y los países occidentales avanzados deberían ser los mejores practicantes de la diplomacia persuasiva, intentando alcanzar compromisos diplomáticos respetuosos en los que todos salgan ganando y dejando en un segundo plano la intimidación económica y militar. Hubo un tiempo en el que la diplomacia no se consideraba necesaria ya que el poder era suficiente. Desde el imperio romano en Estados Unidos la diplomacia era percibida como una pérdida de tiempo y prestigio e incluso un signo de debilidad. La intimidación es fácil cuando se es abrumadoramente poderoso. Sin embargo, la multilateralidad, las facilidades tecnológicas para poder debatir y llegar a acuerdos y el hecho de que ya no existe ningún país totalmente soberano, muestra claramente que la dominación de un solo país no tiene posibilidad alguna hoy en día.

Si Occidente, especialmente Estados Unidos y la UE, recuperaran las virtudes de la buena diplomacia persuasiva y el multilateralismo, todavía podrían conservar una influencia significativa en el mundo. Soy de los convencidos, que hoy en día las mejores armas que podemos desplegar en instituciones multilaterales son la razón, la lógica y la cordialidad.

Si verdaderamente aspiramos en el siglo XXI a una Europa fuerte, independiente e influyente ante el abrumador dominio de Estados Unidos y Asia, los países de la UE deberían fomentar más la diplomacia de la persuasión y el multilateralismo. Recordemos que la diplomacia se inventó para hablar con los enemigos, no con los amigos. Los amigos no necesitan canales diplomáticos para hablar y llegar a acuerdos entre sí. Quizá sea un sueño, pero creo que la UE debería tomar la iniciativa a la hora de establecer relaciones equitativas y mutuamente beneficiosas entre los organismos multilaterales y muy especialmente los asiáticos, demostrando que las sociedades orientales y occidentales pueden cooperar a todos los niveles. Estamos hablando de multilateralismo que es la esencia de la UE actual y por el momento la organización multilateral más exitosa del mundo. Las instituciones multilaterales constituyen la mejor plataforma para escuchar y entender los puntos de vista del mundo. Es el único foro en el que los 193 países soberanos existentes pueden hablar libremente. Y es donde Occidente puede enterarse mejor de lo que piensa el 88% de la población mundial.

Y puestos a pedir, ¿no sería el momento de que la UE rejuveneciera y transformara la Asamblea General de la ONU en un verdadero “Parlamento del Hombre”? ¿Qué mejor forma de hacerlo que asegurar una representación más equitativa, eficiente, transparente y que fomente la confianza y el compromiso? Francamente no veo otro camino para poder alcanzar el desarrollo sostenible, afrontar el cambio climático y la prevención y solución de los conflictos actuales.

(Visited 73 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario