Florentino golea a Laporta con un balance sin deuda y 558 millones de patrimonio

El presidente azulgrana aún trata ocultar y de maquillar los resultados, admite una deuda neta de 600 millones, seguirá con fondos propios negativos y una amortización del Espai Barça superior a los 150 m. contra los 34 m. del nuevo Bernabéu

Florentino Pérez, presentant Arda Guler

El Real Madrid ha realizado un ejercicio de transparencia y de propaganda que vuelve a sonrojar, por desgracia, a todo el barcelonismo con algo tan sencillo como la publicación del resultado del ejercicio 2022-23 cerrado el 30 de junio pasado. La administración de Joan Laporta, en cambio, permanece atrapada todavía en serios problemas legales y de cuadre de las cuentas con su auditor, pendiente de que LaLiga le valide algunas de las operaciones contables, pura filigrana, imprescindibles para poder presentar, cuando menos, unas cifras decorosas y maquilladas.

El avance, mediante una nota confusa y repleta de trucos, permitió saber, hace unos días, que se habían registrado ingresos por encima de los presupuestados. Buenas noticias, si se tiene en cuenta que la previsión apuntaba a un déficit estructural superior a los 200 millones en el resultado ordinario. Nada hace suponer, sin embargo, que las pérdidas no bajen de los 150 o 200 millones. No existen más datos ni filtraciones debido a que la junta ha dado órdenes estrictas y amenazadoras de represalias y hasta de despido contra aquel que se vaya de la lengua en un verano tan delicado y complejo como este, en el que han de sucederse todavía episodios dramáticos e imprevisibles antes de que Laporta pueda inscribir los fichajes cerrados y las ampliaciones de contrato que aún arrastra de hace casi un año.

Contra esas pérdidas millonarias con las que inevitablemente se habrá de presentar Laporta en la asamblea, aunque disimuladas con los 600 millones de las palancas, el Real Madrid ha cerrado con 12 millones de superávit, sin contar los beneficios obtenidos por la venta neta de jugadores, y un ingreso récord de 843 millones, un 17% más que el ejercicio anterior, superando por primera vez los ingresos previos a la pandemia (757 millones de euros en 2018/19).

Son unos 180 millones más de los presupuestados por Laporta para este ejercicio y todavía 147 millones menos de los ingresados en la misma temporada 2018-19 bajo la presidencia de Josep Maria Bartomeu. Eran los tiempos, no tan lejanos, en los que el FC Barcelona conseguía, por dos años consecutivos, conquistar el número uno del ranking Forbes de los clubs deportivos más ricos del planeta.

El análisis más pormenorizado de los estados financieros del Real Madrid sí que son, realmente, para echarse a llorar desde el punto de vista barcelonista. Si Laporta y Eduard Romeu, el vicepresidente económico, admitían que no eran capaces de reducir una deuda, que a criterio de LaLiga era de 608 millones conceptuada como deuda neta, el Real Madrid la tiene negativa en 47 millones, presumiendo de una liquidez neta y una ratio sobre el Ebitda (ganancias antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización) de 0. Por el contrario, sobre un Ebitda de 20 millones del Barça en el cierre del anterior ejercicio, la ratio era de 30 veces superior.

Un dato que verbaliza significativamente la regresión sufrida desde el aterrizaje de Laporta, puesto que en el último cierre prepandemia ese indicador deuda/Ebitda se situó en 0,76, muy por debajo del límite establecido en los estatutos del club sobre el equilibrio patrimonial en el artículo 67º. Si no fuera porque la asamblea aprobó la suspensión de sus efectos hasta la recuperación de fondos propios positivos, la directiva actual habría quedado en fuera de juego.

Igualmente, la salud madridista es completamente sólida en este sentido, con un patrimonio neto de 558 millones contra los 353 millones negativos del balance de Laporta. Hoy es imposible pensar en que el Barça pueda recuperar esa situación de confort a medio plazo, pues los 860 millones de las palancas, beneficios netos por enajenación de patrimonio y avance de futuros ingresos no han servido para darle la vuelta a los 451 millones de saldo negativo sellado en el cierre del ejercicio 2020-21, en el que Laporta sobrecargó las pérdidas de la covid y el margen de riesgo de la economía de Bartomeu con una actitud pasiva frente a la caída de los ingresos y una voluntaria e inexplicable, además de injustificada, pesadez de amortizaciones anticipadas y provisiones temerarias. Una losa absurda que ahora no lo deja vivir ni fichar y que además ha condicionado pactar una financiación del Espai Barça en condiciones imposibles.

De todas, la mejor noticia para el Real Madrid se enmarca en la posición de ventaja sobre el nuevo Bernabéu, casi terminado y a punto de generar un aumento sustancial de la exploración asociada a la obligación de iniciar la devolución del préstamo constructivo a razón de 34 millones por temporada. Sobre la obra, el Real Madrid afirma que «el importe de la inversión contabilizada en el ejercicio 2022/23 ha sido de 355 millones de euros, incluyendo los costes financieros capitalizados durante el período de construcción. De este modo, la inversión acumulada hasta el 30 de junio de 2023 asciende a 893 millones de euros».

En el caso del Espai Barça, las cifras reales, distintas de las que Laporta y Romeu explican sin que tampoco sean capaces de ponerse de acuerdo, sitúan el coste global, incluidos intereses, en una cifra bastante superior a los 1.500 millones sólo para la acometida de la reforma del Spotify Camp Nou.

En cuanto a la amortización prevista, Laporta se enfrenta a un largo periodo de intereses (unos 100 millones anuales) mientras dure la carencia y un reparto del resultado de la futura explotación del nuevo estadio de 100 millones para el club y el resto para Intermoney, la sociedad creada por los inversores para controlar ese gran negocio firmado gracias a la precariedad y necesidad financieras de Laporta, obsesionado en gastar mucho más allá de la capacidad de generación de recursos del club.

En definitiva, los cálculos estiman que, contra esos 34 millones de amortización de la obra del nuevo Bernabéu, Laporta ha firmado el pago de una media de 150 millones, aumentando si lo hace la recaudación.

Y eso no es lo peor, pues el propio Laporta ha admitido que esa explotación del estadio ha sido de 154,8 millones la temporada 2022-23. Es decir, superior a la rentabilidad (100 millones) prevista para después de las obras.

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