23-J: Una España para todos o una España para unos pocos

Durante la crisis del coronavirus, la derecha criticó que el Estado se endeudara para proteger a la gente en ese momento de emergencia, atípico, imprevisto y de zozobra. Cómo no lo iba a criticar si esta derecha que representa Feijóo sólo acepta que el Estado se endeude cuando se trata de salvar sus empresas; en esos momentos de apuro, el dinero de todos sí que se puede utilizar para salvar los muebles y rescatar de la zozobra «sus intereses». Pero cuando se trata de «los intereses de la gente», entonces, Feijóo y los suyos hablan de derroche, de recursos mal empleados, de debilidad del Estado, de inoperancia del gobierno.

El gobierno de Pedro Sánchez hubo de afrontar la emergencia del covid y lo hizo con diligencia, con rapidez y con eficiencia. No sólo proveyó recursos para que la gente no se muriera de hambre, también apoyó a las empresas para que éstas pudieran mantener los puestos de trabajo con subvenciones dirigidas para el mantenimiento del empleo, no para el usufructo de los empresarios, sino para el sostenimiento de la actividad económica en tiempos de angustia.

Al mismo tiempo, tuvo el valor y la pericia de legislar con asombrosa rapidez día tras día, semana tras semana, cuerpos legales de decenas y hasta de cientos de artículos para regular esa situación inédita e inesperada. Normas que fueron definiendo un camino legislativo conforme a la Constitución, a los códigos y a las ordenanzas, para ordenar y coordinar los intereses comunes de una ciudadanía diversa.

En ese tiempo, la vidente derecha que representa Feijóo se apresuró a predecir la catástrofe de España, lo que, por cierto, no ocurrió, porque la economía española hoy crece por encima del promedio europeo y la cantidad de empresas en activo no se resintió como en otras naciones como consecuencia del largo estancamiento por el covid y por el comienzo de la guerra en Ucrania. Y eso que, a los anteriores escenarios, se agregó el de la falta de trabajadores en sectores tan sensibles como el transporte y la logística en general, factor que junto a los anteriores también condiciona la salud o la enfermedad de los índices económicos. No obstante, la España de Sánchez crece y pareciera eliminar los peores fantasmas postcrisis coronavirus.

Pero hay otro factor relevante en el desarrollo de la economía que determinará el bienestar o el no bienestar de la gente. Se trata del embate decidido del neoliberalismo, el cual penetra en el escenario económico europeo con la fuerza de un tifón al que le da alas políticos como Feijóo.

Este neoliberalismo tiene variados nombres, porque si tiene una característica es que este lobo neoliberal se disfraza, se mimetiza, para no ser descubierto, para que la gente crea que no existe. Entonces se llama Glovo, Uber, Cabify, o cualesquiera de los nombres que emergen en la engañosa «nueva economía» que a sí misma se denomina así, para ocultar que en lo cierto encarna la «precariedad laboral» que con sus fieros cuchillos viene a destruir el «bienestar social» que con sudor, sangre y paciencia ha labrado Europa para sí, para su gente.

Caído el Muro de Berlín, desmembrada la Unión Soviética, en Occidente quedaron dos modelos sociales vigentes y en pugna: el neoliberal de Estados Unidos y su «sálvese quien pueda» y el «bienestar social europeo» que centra su esfuerzo en crear los espacios para que la persona pueda crecer y desarrollarse. Por una parte, una vida de sobrevivencia, réplica de la salvaje vida en la selva; por la otra, una vida digna en la que prevalecen los valores supremos del espíritu.

Esto es lo que se decide este 23-J en España. Si permanecer en el esfuerzo de consolidar una sociedad donde el beneficio social alcanza a todos o si saltar el Atlántico y optar por una sociedad donde unos pocos se benefician, mientras el resto sobrevive. Una España para todos, con Sánchez; o una España para los señoritos de Feijóo.

(Visited 323 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario