La noticia de que, finalmente, Nikola Mirotic podría acabar jugando otra temporada en el Barça cumpliendo su contrato estuvo circulando en las redacciones después de que, desde el entorno del jugador, se confirmase que Olympiakos, Panathinaikos, Milán y Mónaco, los clubs interesados en aprovecharse de su salida del Barça, habrían roto negociaciones con él.
Era una jugada cantada por parte de los abogados del jugador porque la estrategia de Joan Laporta y de su equipo, como siempre, fue improvisada y de una reacción temperamental a sus primeros movimientos cuando supo que le querían cortar el contrato. Mirotic quedó con un periodista y luego con otro y con otro para explicar que, a pocas horas de la disputa del play-off final contra el Real Madrid, la junta no había tenido otra ocurrencia que comunicarle un despido fulminante.
Cuando salió publicada la primera entrevista (Mundo Deportivo), la directiva y los ejecutivo hubieron de correr para cortar la hemorragia con promesas y argumentos de una solución a su plena satisfacción y en unas condiciones inmejorables que, por supuesto, no se han cumplido a la hora de la verdad.
Por ese motivo ahora la guerra es abierta entre ambas partes, por culpa de la pésima gestión del caso por parte de Laporta, que vio el cielo abierto cuando la Liga le permitió que, en caso de indemnización, la liquidación de Mirotic podría no ser cargada como gasto de la sección sino desviada a un rincón de la contabilidad donde Javier Tebas iba a hacer la vista gorda.
El problema, de los gordos, se plantea para la junta si Mirotic cambia su guión y en lugar de aceptar de una oferta de otro equipo, circunstancias que le forzaría a cerrar rápidamente una rescisión amistosa de contrato con el Barça, decide que lo mejor para sus intereses es seguir formando parte de la plantilla azulgrana y hacer oídos sordos a esa intención del club de ahorrarse su ficha.
Contablemente, sin embargo, esa posibilidad lo cambia todo, pues no habría motivo ni justificación para no contabilizar el salario de Mirotic, tan desequilibrante según la junta, como tal. Un drama para los planes de la sección de baloncesto que se está gastando a lo grande el presunto ahorro que significaba el adiós del jugador mejor pagado de la plantilla. Un ahorro ficticio y embustero, pues la posible indemnización, que será elevada, acabará siendo igualmente un gasto en el balance.
La diferencia radica ahora en que la amenaza de continuidad de Mirotic sí que destrozaría ese plan de viabilidad acordado con LaLiga, afectando directamente a la masa salarial y a ese frágil equilibrio que caracteriza el deambular de Laporta en este largo y complicado verano por la autoexigencia de seguir fichando como sea.
