Laporta recurre a más falsedades sobre Messi para su relato desesperado

Ahora se dedica a atribuir perversamente a Bartomeu el diferimiento de su ficha (47,9 ME) y del total de los salarios (121 ME) que firmó la Comissió Gestora, a razón de 30 m. anuales hasta la 2024-25

Joan Laporta

Dentro de muy poco, seguramente cuando la junta de Joan Laporta haga públicas las cuentas del ejercicio 2022-23, ya no será posible distinguir entre la fantasía y el embuste, dando por sentado que la verdadera realidad del club, especialmente en el ámbito económico y financiero, ya escapa a la comprensión del propio Laporta y, por descontado, de su correveidile Eduard Romeu, el vicepresidente económico con menos crédito y prestigio de la historia azulgrana. Lo que se sabe o trasciende, por tanto, es un cóctel imposible de entender, el caos permanente y una confusión social, probablemente pretendida, a causa de la manicomial estrategia de comunicación basada en que cada cual, por su cuenta, afirma lo contrario del otro mientras que, a su vez, ellos mismo mudan su propia versión de un día para otro.

Lo ha reflejado Xavier Bosch (Mundo Deportivo) en otro brillante artículo sobre la álgebra azulgrana en el que recuerda las cifras aprobadas por los socios y propuestas por la junta: «900 millones para el Camp Nou, 420 del nuevo Palau, 100 de la urbanización del entorno y Campus Barça, 60 para inversiones comprometidas con el MPGM y 20 para mejoras del Estadi Johan Cruyff». Luego resume las últimas noticias: «Eduard Romeu en el desayuno informal dice: sin las contingencias y los intereses, habrá 379 millones para el Palau. Pero sale Laporta en Esport 3 y dice que el Palau, para 16.000 asientos, saldrá por 200 millones y sí está presupuestado. Y ayer, en La Vanguardia, ya dice que costará menos de 200″. Añadiendo, claro está, cuál era el plan cuando se presentó el convenio de financiación con Goldman y los inversores: «…el Barça cierra el acuerdo de financiación de 1.450 millones y cuenta, en rueda de prensa (abril 2023), su distribución: 1.071 millones para el Camp Nou, 179 millones de coste financiero y 200 para contingencias. Es decir, no entra ni Palau, ni pista de hielo, ni Campus Barça. La copia de la escritura con Intermoney, que ha llegado a no pocas redacciones, evidencia que el Palau no está presupuestado». Impecable análisis de la locura en que se ha convertido intentar tapar que todo, absolutamente todo el esfuerzo realizado por Laporta se concentra en que a Limak no le falte de nada.

El imperio de la contradicción es el resultado de la compulsiva necesidad de Laporta y de su aparato mediático de improvisar continuamente, de rectificar y de adaptar el discurso al oído del socio o a la necesidad estratégica del momento, como ocurre ahora con el fracaso, el segundo consecutivo e histórico, de volver a ver a Messi vestido de azulgrana.

Marear la perdiz y embaucar a la prensa con Messi, una operación sin ningún fundamento ni seriedad, sólo ha servido para que cada vez más socios y barcelonistas vayan abriendo los ojos a esa precariedad que Laporta sigue tratando de ocultar a base de entrevistas y mensajes que al final sólo dejan titulares a falta de fichajes o beneficios que presentar.

La reciente entrevista publicada por La Vanguardia es otra recopilación de esa grandeur que, ciertamente, sólo Laporta es capaz de fabricar artificiosamente con esa contundencia y seguridad, y de transmitirla como si fuera una certeza inmutable. El problema radica en que, una por una, sus afirmaciones pueden ser deconstruidas, tantas que al final debe ponerse en duda prácticamente la totalidad de sus respuestas, sobre todo cuando le preguntan si aún se debe dinero a Messi: «Lo que se le debe es lo del diferimiento de la masa salarial que se pactó con la anterior junta y que produce pagos pendientes que terminan en el 2025. Se le paga religiosamente».

El truco empleado, de nuevo, radica en reorientar cualquier adversidad, mala noticia o consecuencia de su propia dejadez hacia el lado más oscuro del pasado y la recurrente herencia de Josep Maria Bartomeu. En este caso, otra carga de profundidad dirigida la gestión de la anterior junta de Bartomeu en la que Laporta introduce dos perversas falsedades. La primera, evidente y palmaria, es que el diferimiento de los salarios pactado en 2021 con los profesionales del primer equipo de fútbol, desde Ronald Koeman al staff técnico al completo, lo firmaron de una parte los abogados de los jugadores y de otra, la comisión gestora presidida por Carles Tusquets en diciembre de 2021, dos meses después de que Bartomeu hubiera dimitido. En ningún caso la última junta anterior a Laporta.

Lo que sí heredó esa comisión gestora fue una mesa de negociación impulsada -forzada, más bien- por Bartomeu al inicio de la temporada 2020-21 ante la certidumbre del cierre definitivo del estadio, el museo y las tiendas durante todo el curso. El planteamiento era alcanzar un acuerdo amistoso para rebajar el 20% de la masa salarial de aquella campaña como fuera, aunque, desde luego, bajo la premisa de que el vestuario del primer equipo debía aportar, o más bien asumir, el grueso del recorte.

La historia final de esa mesa de negociación ya es de sobras conocida, pues el vestuario fue el primero en levantarse en armas y colaborar con las fuerzas opositoras, laportistas en su mayoría, reforzadas con el apoyo incondicional y efectivo de Víctor Font y también del resto de los grupos de opinión, los mismos que ahora son ignorados y despreciados por Laporta, para forzar la renuncia de Bartomeu, finalmente acosado y empujado fuera del palco por el propio gobierno de la Generalitat.

El principal argumento de quienes lideraron la revuelta fue que Bartomeu, por el bien del club, ya no estaba en condiciones de tomar ninguna decisión, pues incluso venía de ser criticado por obligar a Messi a cumplir el contrato tras su reciente envío de un burofax exigiendo su libertad.

Bartomeu, contra viento y marea, estaba completamente decidido a aplicar ese recorte de 20% y subsanar el desequilibrio restante con una palanca (Barça Corporate) para restablecer el orden económico. Era una solución de 300 millones cuando aún estaba por ver la luz el acuerdo de LaLiga con CVC o la posibilidad de asentar en cinco ejercicios las pérdidas objetivas por causa de la Covid como después habría permitido LaLiga. El golpe habría podido pararse de no haber intervenido, con esa proverbial inoportunidad y pésimo sentido de club, la oposición en pleno y las fuerzas hostiles del soberanismo, que vieron en aquel momento de debilidad la ocasión inmejorable de venganza a la negativa de Bartomeu a la suspensión del Barça-Las Palmas del 1 de octubre de 2017.

La dimisión de Bartomeu, tan celebrada por el barcelonismo ganador de las elecciones, condujo a la inevitable negociación por parte de la comisión gestora del diferimiento salarial de un total de 121 millones, a razón de unos 30 millones por temporada entre la 2021-22 y la 24-25. Ese es el peso extra de la masa salarial heredada por Laporta, no más ni justificativa del repunte hasta los 656 millones del ejercicio recién terminado. En el caso de Messi, el aplazamiento afectó a 46,6 millones de deuda que se están liquidando en dos pagos bianuales de 5,9 millones. O sea, a 12 millones por temporada. Debería ser asumible para una directiva obsesionada en gastar por encima de las posibilidades del club.

Frente a esta situación, perfectamente entendida por Laporta a partir del 17 de marzo de 2021, cuando asumió la presidencia, su respuesta fue la de no hacer absolutamente nada, no tomar decisiones, no contravenir el deseo de la plantilla y, además de echar a Messi y a Griezmann, con un ahorro de más de 150 millones, aumentar las pérdidas con provisiones inventadas y un avance de las amortizaciones también innecesario.

Eso sí, dos años después, aunque ha generado beneficios netos de 840 millones por la venta de activos y un empobrecimiento sin igual, no ha podido sacar al club de la miseria a la que lo ha condenado, ahora aplastado por la financiación imposible del Espai Barça. Esa es la otra mentira oculta en la respuesta de esa entrevista, ausente de la réplica o aclaración periodística pertinente, que hubo una perversa y alevosa voluntad por parte de Laporta por favorecer ese diferimiento de la masa salarial que nunca fue aprobado ni negociado por la junta anterior. Hasta la comisión gestora, atada de pies y manos, parece que gestionó el club bastante mejor que Laporta.

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