Dar marcha atrás en política

Dicen que la política funciona como un péndulo. Que después de unos años de gobiernos progresistas vienen otros conservadores. Y que pasado un tiempo vuelven los de izquierdas. El avance social resultaría del hecho de que los retrocesos aplicados por los gobiernos conservadores no afectan a todas las mejoras introducidas por los progresistas. Y también nos dicen, o nos hacemos a la idea, que las cosas van así y que debemos acostumbrarnos a ellas.

Hay retrocesos y retrocesos. El franquismo puso fin a un período de avances sociales enormes en España. Libertades y derechos que se habían conseguido en los años treinta del siglo pasado tardaron cuarenta en recuperarse. Ahí el péndulo anduvo lamentablemente lento.

Algunas ciudades y comunidades autónomas españolas están experimentando este retroceso a raíz del control político de ellas obtenido por el Partido Popular y Vox. Sólo unos días después de llegar al gobierno de estas ciudades y autonomías ya han anunciado los recortes en las políticas de defensa de las comunidades LGTBI, de las lenguas cooficiales con el español. la eliminación de los departamentos de Igualdad o incluso de carriles bici.

Una de las razones por las que los políticos de derechas no se atreven a desmontar todo lo que habían implantado de progresista los gobernantes a los que sustituyen es que cuando los ciudadanos y ciudadanas se acostumbran a disfrutan de ciertas libertades se resisten a perderlas. Incluso, Donald Trump, con todo el daño que hizo, no se atrevió a suprimir algunas de las medidas que aprobó Barack Obama durante su presidencia. Pero Trump dio muchas satisfacciones a la parte de la sociedad estadounidense que veían con desagrado las políticas de apoyo a los sectores más vulnerables de su sociedad.

El historiador y ensayista Josep Burgaya describe en su último libro -“Tiempos de confusión” (El Viejo Topo)- las razones por las que la izquierda vive desconcertada el éxito electoral y social que alcanzan las opciones populistas y conservadoras. El miedo a perder lo que se tiene, a los inmigrantes, la exaltación del chovinismo y de la identidad cerrada, la precariedad laboral, una globalización que fomenta y se basa en el individualismo, primero yo y después yo… Son razones que Burgaya señala como responsables de ese desconcierto y pérdida de fuerza de la izquierda política y sus políticas progresistas.

En Cataluña hace un puñado de años que una fracción importante del independentismo que nos gobierna políticamente y mediáticamente insiste en que primero hay que separarse de España y después ya hablaremos de si se hacen políticas de izquierda o de derecha. Franco ya decía aquello de “hagan como yo, no se metan en política”. En otros países del mundo es la religión la que se utiliza como excusa para mantener a la ciudadanía atrapada en el pasado y la falta de derechos y libertades fundamentales.

Ante este panorama, y vistas las malas intenciones que se esconden tras el péndulo de las narices, no queda otro remedio que hacer todo lo necesario para que no vaya más allá en su rebote contra el progreso social y que vuelva pronto al lado bueno de la Historia y se quede allí cuanto más tiempo, mejor.

(Visited 103 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario