La mata de junco

Las elecciones del 28-M, entre otras muchas consecuencias, han sacudido y cambiado los gobiernos autonómicos de Aragón, la Comunidad Valenciana y las Baleares, los territorios de la antigua Corona de Aragón con los cuales Cataluña mantiene profundos vínculos económicos, históricos y culturales. Donde gobernaban, hasta ahora, las fuerzas progresistas encabezadas por los socialistas Javier Lambán, Ximo Puig y Francina Armengol, las urnas han dado la mayoría al PP y a Vox.

Es una incógnita saber cómo los nuevos presidentes Javier Azcón (Aragón), Carlos Mazón (Comunidad Valenciana) y Marga Prohens (Baleares) enfocarán sus relaciones institucionales y políticas con el presidente independentista de la Generalitat, Pere Aragonès. En todo caso, es de imaginar que, por la enorme distancia ideológica que les separa, las interacciones no serán, de entrada, tan proactivas ni fluidas como con sus antecesores en el cargo, en especial en los casos de los añorados presidentes Ximo Puig y Francina Armengol.

Esta sensación de aislamiento y de ahogo del gobierno de Cataluña se incrementa, si tenemos en cuenta que en Perpiñán, la capital de la Cataluña Norte, gobierna el ultraderechista Louis Aliot, del Rassemblement National de Marine Le Pen. Estamos rodeados, por los cuatro puntos cardinales, por gobernantes de derecha y de extrema-derecha.

Para encarar el futuro, Cataluña necesita potentes infraestructuras y referentes geopolíticos para proyectar nuestra pujanza empresarial, científica, cultural… La culminación del Corredor Mediterráneo es capital y, más allá del esfuerzo inversor que está haciendo el Gobierno español de Pedro Sánchez, es vital que el Estado francés desencalle de una vez la conexión de alta velocidad entre Perpiñán y Montpellier.

En este sentido, la buena sintonía y complicidad que ha establecido el presidente Pere Aragonès con la presidenta de la región de Occitania, Carole Delga (PS), tendría que servir para acelerar las obras de este tramo ferroviario. En España tendremos acabado y en servicio el Corredor Mediterráneo, entre Murcia y la Jonquera, y, si Francia no hace los deberes a tiempo, toparemos con el “cul de sac” de Perpiñán, que obstaculiza la comunicación rápida con Europa.

Con los nuevos gobiernos del PP y Vox, la Eurorregión Pirineos-Mediterráneo (que actualmente forman Cataluña, Baleares y Occitania, con una posible ampliación con Aragón y la Comunidad Valenciana) queda cuestionada. Pero justo es decir, por ejemplo, que la nueva presidenta balear, Marga Prohens, está muy vinculada a Barcelona -donde ha estudiado y ha ejercido profesionalmente- y no es una anticatalanista patológica, como demuestra su resistencia a formalizar un pacto de gobierno con Vox.

También el presidente de Aragón, Javier Azcón, que ha ganado claramente las elecciones, intenta reducir al mínimo la influencia de Vox, a pesar de que juntos suman la mayoría absoluta en las Cortes. Javier Azcón, que ha ofrecido un pacto de gobernabilidad al PSOE –rechazado por Javier Lambán-, aboga por la formación de un gobierno “moderado” y sin la presencia de Vox.

Caso aparte es el de la Generalitat valenciana, donde el futuro presidente, el alicantino Carlos Mazón, ha cerrado rápidamente un acuerdo de gobierno con la ultraderecha. Este pacto, que otorgará la vicepresidencia al ex-torero Vicente Barrera, tiene un componente explícito de hostilidad anticatalana que, por su virulencia extemporánea, ha levantado la animadversión del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo.

A pesar de las diferencias programáticas con sus homólogos de los tres gobiernos vecinos de Cataluña, el presidente Pere Aragonès no tiene que tirar la toalla y adoptar una posición numantina. Al contrario, tiene que buscar y perseverar el entendimiento con los territorios de la antigua Corona de Aragón, con el añadido de Andorra, sabiendo que nuestro futuro pasa por aquí.

Las fuerzas empresariales y sociales de Aragón, la Comunidad Valenciana y las Baleares no están por romper los puentes con Cataluña ni por abrir estériles disputas identitarias como las que han envenenado las relaciones de buena vecindad durante las últimas décadas. Conflictos como el de las obras de arte de Sijena y de las parroquias de la Franja; el trasvase del Ebro hacia el sur; los repetidores de TV3 en la Comunidad Valenciana o la denominación del catalán en las Baleares han provocado desavenencias y han exacerbado los rencores y los agravios.

La metáfora de la “mata de junco”, escrita por el cronista medieval Ramon Muntaner, tiene plena vigencia hoy y, situados en el siglo XXI y en el marco de la Unión Europea, se denomina Eurorregión Pirineos-Mediterráneo. Por separado, los territorios de la antigua Corona de Aragón somos débiles ante la fuerza centrípeta de Madrid. En cambio, si actuamos coordinadamente y lealmente, somos fuertes e indestructibles.

Con independencia de las siglas partidistas, hay un bien superior que justifica y tiene que guiar la acción política de los gobernantes: la prosperidad de la economía y el bienestar de las personas. Con este objetivo, el presidente Pere Aragonès tiene que prescindir de los prejuicios ideológicos, enterrar los viejos conflictos y mantener la mano abierta para trabajar con los gobiernos vecinos y establecer los mejores mecanismos y programas de colaboración conjunta.

(Visited 229 times, 1 visits today)
Facebook
Twitter
WhatsApp

HOY DESTACAMOS

Deja un comentario