Laporta pone al Barça en ridículo al no poder fichar a Messi por 25 millones

Era el coste de su salario, tras su renuncia a la prima de fichaje y ofertas insuperables de Miami y Arabia, confirmándose que el presidente solo ha estado jugando a los fichajes

Joan Laporta

En cualquier otro club menos en el Barça, que sigue atrapado en su crítica situación económica, a primeros de junio los deberes para el curso siguiente deben estar avanzados en un 80%. Lo que se viene en las oficinas y en el vestuario azulgrana será otro cálido, tortuoso y amargado verano por la sencilla razón de que Joan Laporta ha sido, es y seguirá siendo el principal obstáculo para su buen funcionamiento a causa de su negligencia para la gestión, su proverbial inclinación a improvisar y el hecho de que se divierte jugando a los fichajes con una prensa que, estos días más que nunca, supera el ridículo hasta un nivel nunca alcanzado.

En el lunes siguiente a la última jornada de Liga, el padre y representante de Leo Messi, Jorge Messi, tuvo que llamar a la puerta del domicilio de Laporta en la Diagonal para preguntarle por cómo estaban las cosas. Laporta, todavía en pijama, bajó a abrirle a pie de calle todavía taciturno, somnoliento, confuso y desorientado. O al menos eso parecía y esa es la imagen pretendidamente ofrecida a la prensa. Media hora de reunión para comunicarle a Jorge, seguramente de paso a Miami, Arabia o a cualquier otro destino, que todo seguía igual que el 31 de enero pasado, cuando el Barça, con el margen salarial excedido, ni siquiera pudo inscribir el nuevo contrato de Iñaki Peña, el portero suplente que sólo juega cuando Ter Stegen tiene un capricho. Igual que la renovación de Balde y de Marcos Alonso o las ampliaciones de contrato de Sergi Roberto, Araujo y Gavi, que siguen esperando a que alguien desde dentro ponga un poco de orden en las cuentas.

Contra esas circunstancias negativas y sombrías, la prensa, sin embargo, ha venido cantando, celebrando y poniéndole música celestial a ese fichaje ilusorio de Messi con el mismo entusiasmo y complicidad con el que ha predicho y anunciado, eufórica, el inminente OK de LaLiga al plan de viabilidad de Laporta, circunstancia confirmada ayer y que en teoría debía facilitar esta misma semana el aterrizaje de Leo en Barcelona para firmar el contrato.

La realidad es otra bien distinta. Jorge Messi se fue a dormir con más promesas que nunca, nada más que eso, mientras la misma prensa, sedada, intoxicada y engañada desde el aparato del club y por el propio Laporta junto a algunos de sus secuaces del núcleo duro, hubo de admitir con la boca pequeña que LaLiga contempla un escenario que nada tiene que ver con ese cuento. El plan de viabilidad que LaLiga tiene sobre la mesa calcula que, en el mejor de los casos, el Barça de Laporta sólo podrá utilizar un porcentaje del rédito (40%) que le puedan reportar las ventas netas de jugadores.

Esa es la previsión más optimista, extraída asépticamente de las cuentas que el Barça de Laporta es capaz de presentar ante el organismo de control económico, siempre y cuando se dé el cumplimiento de una serie de parámetros en cuanto a austeridad en los gastos y mejora de los ingresos que en buena parte han de producirse a base traspasos como los de Ansu Fati o de Raphinha, dos futbolistas que ya saben cómo las gasta mediáticamente Laporta cuando se trata de hacer negocios. Ansu Fati ha sido relegado a una suplencia implacable desde hace semanas por orden de Laporta del mismo modo que, al contrario, Raphinha ha seguido siendo titular por encima de Dembélé, precisamente para poder relanzar su valor e interés en el mercado europeo de cara a colocarlo antes del 30 de junio si es posible.

La estrategia puede que no haya sido la mejor. Sólo había que ver la cara de disgusto y de pasmo de Xavi tras el gol de Ansu Fati en el último partido, el tercero consecutivo en dos partidos, consolidándose como el segundo mejor artillero del equipo por detrás de Lewandowski y acumulando así razones para seguir creyendo en él y en sus posibilidades de triunfar a lo grande como jugador azulgrana. En el caso de Raphinha, un futbolista que sigue controlado por Deco, la fuerte amortización pendiente del fichaje convierte su venta en un beneficio muy corto para el club, lo que hace suponer que si se promueve será porque las comisiones son verdaderamente atractivas.

Los entendidos consideran que la maniobra de Jorge Messi, arrastrando el periodismo a la puerta de la casa de Laporta, ha sido inteligente y oportuna, sobre todo por ese mensaje inequívoco en el sentido de que Messi «quiere volver y «le encantaría regresar», rematado con una afirmación optimista a la pregunta sobre si creía posible el fichaje. «Sí», respondió alto y claro a la turba de micrófonos que le perseguía.

A Laporta no le ha venido tampoco mal que, en apariencia, haya hecho todo lo posible para recuperar a Messi. Es una interpretación que hace un sector del entorno. Otros piensan que Laporta, que lo tenía fácil para salir a cerrar el acuerdo y demostrar su verdadero interés en la operación, lo que hizo fue, como siempre, esconderse a esperar un milagro. Laporta no ha hecho absolutamente nada para reforzar, arreglar y adecuar las cuentas de su club para afrontar con seriedad el regreso de Messi, al que ya echó hace dos años. Y ahora tramaba lo mismo, primero provocar el clima mediático favorable y luego echarle a Leo toda la presión como hizo por medio de Xavi y de Jordi Cruyff con sus declaraciones del fin de semana pasado: «Ahora todo depende de Messi».

No era verdad, claro. Messi no puede invertir las pésimas cuentas de Laporta ni estar pendiente de que, con esa frivolidad que le caracteriza, el presidente se decida a buscar soluciones de verdad a su descontrol económico y financiero a tiempo de inscribirlo antes de que arranque la próxima temporada. Lo que queda es que, como siempre, Laporta lo ha organizado es otro embuste de calado para tapar el caso Negreira o el balance de una temporada que ha confirmado los límites de Xavi y del propio equipo para volver a competir en Europa.

Messi no puede seguir esperando, como pretende Laporta, sin ninguna oferta del club ni garantías de que pueda hacerle una propuesta seria. Con su visita y su actitud, abierta a la vuelta y a vestir de azulgrana, Jorge Messi dejó a Laporta desnudo ante la auténtica realidad, la de su demostrada incapacidad para fichar a Messi por un salario ridículo de 25 millones, renunciando Leo a la prima de fichaje y a ofertas como las de Arabia o Miami. Es un gran ridículo que Laporta, tras ingresar esta temporada 640 millones netos de beneficio en palancas, no haya podido disponer de 25 millones, solamente su salario, para fichar a Messi. Lo de Messi era, después de todo, otra gran comedia. Es lo que parece, salvo un milagro que pudiera obrar bien Laporta o bien Eduard Romeu. Parece otro chiste.

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