Mujeres valientes y mundo cobarde

Hace unos días me dejé caer por la librería Altair para escuchar cómo Ismaël Haidara hablaba de Tombuctú y la defensa del pensamiento libre frente al dogmatismo yihadista. Como siempre que voy a parar a aquella casa no puedo resistir la tentación de comprar un libro. Vi que había “Mujeres valientes”, de la periodista de TV3 Txell Feixas. Pensé que era lo que había sido uno de los más vendidos este sant Jordi. Fue el libro que me compré ese día.

De hecho, el libro de Txell Feixas que fue el cuarto más vendido de no ficción era otro: “Aliadas”. “Aliadas” trata de un equipo de baloncesto formado por chicas que viven en el campo de refugiados de Chatila, en los suburbios de Beirut, y de su lucha por abrirse camino y que se respeten sus derechos y su dignidad en el mundo patriarcal en que viven.

En “Mujeres valientes”, Feixas nos pone frente a las duras historias vitales de Khadija, Melissa, Alaà, Fatma, Hiyam, Gulan y Lara, Maya y Nancy, Benchymer, Majd, Diala, Joumana, Samar, Bushra y Malak. Algunos de estos nombres son inventados porque las protagonistas de los relatos prefieren ocultar su identidad real.

Son cerca de doscientas páginas que te remueven el estómago y el corazón. Te haces la pregunta de siempre: ¿Cómo es posible que en el siglo XXI, en el mismo Planeta, convivamos con realidades tan intolerables, tan insoportables, tan injustas? Feixas nos introduce así sus “Mujeres valientes”: “Niñas que nacen vivas a pesar de que las desean muertas; que se rehacen a pesar de haberse casado con quien las ha violado; obligadas a trabajar en la calle, donde las tratan como criminales. Chicas que combaten el yihadismo con kalashnikhovs y terapia, a pesar de jugarse la vida; que se sobreponen a Estado islámico, a pesar de haber sido esclavas sexuales. Jóvenes que desafían otra esclavitud, la doméstica, a pesar de convertirse en ilegales; que plantan cara al patriarcado con ingeniería e ingenio, a pesar de recibir constantes amenazas; madres y abuelas erigidas como puntales familiares, pese a la más absoluta invisibilidad”.

Feixas nos acerca a los testimonios de estas niñas, chicas, mujeres. No podemos cerrar los ojos y la mente ante lo que nos cuenta. De vez en cuando, testigos como esos se acercan a nuestro país. Otra periodista, Sylvie Luzala, de la República Democrática del Congo, está acogida en Barcelona en el marco del Programa Catalán de Protección de Defensores y Defensoras de Derechos Humanos. Ha sufrido detenciones, amenazas y asaltos en su casa por sus informaciones y su activismo en la asociación Étoile du Sud. Lo explicó también esta semana en un acto celebrado en el Colegio de Periodistas de Catalunya organizado con el apoyo de la Lliga dels Drets dels Pobles.

Mientras esperamos encontrar respuesta a porqué vivimos en un mundo cobarde, tan mal repartido y repleto de injusticias, hay que aplaudir el trabajo de Txell Feixas y de todas las personas y asociaciones que, como ella, nos recuerdan que no podemos quedarnos de brazos cruzados ante esa triste realidad y que hay que encontrar la forma de acompañar y ayudar a estas “mujeres valientes”.

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