Ildefons Cerdà, nuevamente masacrado

La Barcelona que conocemos es fruto de la inteligencia visionaria del ingeniero masón Ildefons Cerdà, autor del plan del Eixample, desplegado en 1860 para romper las murallas que ahogaban la ciudad y facilitar su crecimiento. Sin embargo, esta magna obra maestra del urbanismo internacional ha sido víctima de una salvaje y despiadada mutilación y perversión, provocada por el afán especulativo insaciable de los propietarios y por la impresentable complicidad corrupta de muchos consistorios municipales.

Pensemos que el plan original de Ildefons Cerdà preveía que las manzanas solo tuvieran dos hileras de edificios, en paralelo o perpendicular, dejando el 50% del espacio como zona verde de recreo y convivencia social de los vecinos. Las casas tenían, todas, planta baja más cuatro pisos y estaban diseñadas para garantizar que en todas las viviendas entrara el Sol y estuvieran muy ventiladas, para promover la buena salud de los barceloneses.

El plan Cerdà ha tenido, de siempre, poderosos enemigos. La filiación masónica, republicana y federal de su promotor concitó, de buen inicio, la animadversión y el odio de las fuerzas vivas alineadas con el catalanismo católico conservador, que se concretó posteriormente con la Liga Regionalista.

De las dos almas que han convivido, en tensión, en la Cataluña de los siglos XIX y XX –y que continúa hasta nuestros días-, Ildefons Cerdà representaba el vector progresista y revolucionario, próximo a los intereses de las clases trabajadoras. Por eso, su planificación urbanística, higienista e impecablemente racional, fue saboteada por los intereses reaccionarios del palmo cuadrado.

De las 420 manzanas que tiene el barrio del Eixample no hay ninguna que haya respetado el modelo inicial que ideó Ildefons Cerdà. Primero, se autorizó la ocupación y destrucción de las zonas destinadas a jardín para hacer almacenes, talleres, aparcamientos… Después, se permitió el cierre de las manzanas con la edificación de las cuatro fachadas, incrementando así la densidad de viviendas.

Y con el franquismo se toleró la aberración de añadir áticos y sobreáticos , rompiendo totalmente la armonía del diseño regular y perfecto que planificó el genial masón. El gran contrasentido y la gran hipocresía de Barcelona es que todos presumimos de las maravillas del plan Cerdà y lo cierto es que hemos permitido que fuera vilmente prostituido y masacrado, hasta dejarlo completamente irreconocible.

En las postrimerías de su mandato, la alcaldesa Ada Colau ha anunciado que quiere dedicar una gran escultura pública para rememorar como es debido la figura histórica y colosal de Ildefons Cerdà. Pero la cruda realidad es que, como algunos de sus peores antecesores en el cargo en el Ayuntamiento, Ada Colau ha perseverado en la abominable y triste tarea de minusvalorar y degradar, todavía más, el espíritu y la estructura del Eixample.

De la mano de Janet Sanz, teniente de alcaldía de Urbanismo; Salvador Rueda, director de la Agencia de Ecología Urbana; y de Xavier Matilla, arquitecto jefe, el gobierno de los Comunes ha clavado unos cuantos clavos más al ataúd de Ildefons Cerdà. Las superilles, los ejes verdes y el urbanismo táctico que han impuesto con su infinita prepotencia y temeridad Ada Colau y sus janets son la antítesis del Eixample creado por el ilustre masón: igualitario, ordenado y pensado para facilitar la movilidad de vecinos, trabajadores, y visitantes.

Cuando Ildefons Cerdà dibujó su proyecto para expandir Barcelona, empezaba la era del ferrocarril a vapor, que imaginaba como la gran fórmula para la movilidad de la urbe. Los primeros automóviles con gasolina no aparecieron hasta 30 años más tarde y la primera línea de metro con tracción eléctrica es del 1890. Por consiguiente, es una falacia asociar el Eixample con el uso masivo del coche contaminante y más cuando esta industria está evolucionando rápidamente en todo el mundo hacia los vehículos de 0 emisiones.

Las superilles, los ejes verdes y el urbanismo táctico son una chapuza improvisada y oportunista que atenta contra la filosofía de base del plan Cerdà. La multiplicación desenfrenada de los carriles bici, la supresión brutal de los chaflanes y la eliminación masiva de zonas azules y verdes de aparcamiento han provocado una situación objetiva de angustia y colapso en los miles de personas que usan sus vehículos para desplazarse y trabajar en el Eixample y que ahora, de repente, se ven obligados a desdinerarse para dejar el coche, la furgoneta o la moto en aparcamientos privados.

No hay que ser un experto en los secretos del mercado inmobiliario por saber que la transformación de la calle Consell de Cent y de sus confluencias en una gran zona ajardinada tendrá un efecto inmediato: los precios de las viviendas y de los comercios de estas manzanas experimentarán una subida especulativa, dinamitando el principio igualitario establecido por el plan Cerdà. ¡Y esto lo promueve un gobierno municipal supuestamente guay y más de izquierdas que cualquier otro!

Como presidenta del Área Metropolitana de Barcelona (AMB), Ada Colau sabe perfectamente que una de las soluciones obvias para reducir el tráfico en el Eixample sería la creación de grandes aparcamientos disuasivos en las entradas de la ciudad, conectados con la red de transporte público. ¡Pero nada de esto se ha hecho!

Para optimizar la movilidad del Eixample también es vital que FGC haga, de una vez, la línea que tiene que unir la plaza de España con la plaza Francesc Macià. Pero Ada Colau y sus janets, con una inconsciencia que asusta, han decidido empezar la casa por el tejado y convertir el Eixample en un insufrible laberinto, con la divisa de épater les bourgeois y dejar su cagarada anti-Cerdà para la posteridad. Que no sea dicho: ¡ellos también lo han hecho!

Afortunadamente, las elecciones del 28-M ya están a la vuelta de la esquina y es de esperar que el genio masónico inmortal de Ildefons Cerdà envíe al baúl de los olvidos a Ada Colau, Janet Sanz, Salvador Rueda y Xavier Matilla. Además de otras consideraciones, han demostrado con creces que son unos analfabetos urbanísticos, unos frívolos y unos ineptos.

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1 comentario en «Ildefons Cerdà, nuevamente masacrado»

  1. Pues a mi me parece que peatonalitzar el centro es saludable para todos. Ya lo decía Pasqual Maragall en 1989. Y efectivamente los barceloneses votaremos para recuperar el concepto de ciudad jardín de Cerdà.

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