Laporta se esconde para no participar en el embuste el siglo sobre el Espai Barça

A Eduard Romeu le tocó mentir y embaucar a los socios sobre la exclusión del Palau Blaugrana de un plan de financiación confuso, mal explicado y plagado de ‘trampas’ y ocultaciones

Laporta, presentant el finançament de l'Espai Barça

El presidente Joan Laporta se borró de la rueda de prensa de mayor trascendencia patrimonial, económica y financiera de la historia del FC Barcelona con la única finalidad de no cargar con el monstruoso embuste de afirmar que el nuevo Palau Blaugrana está incluido en el acuerdo de financiación suscrito por la directiva azulgrana el pasado 24 abril.

La papeleta, que podría tener consecuencias legales graves para los protagonistas, la debieron afrontar un trío de actores secundarios, una especie de señuelo, integrado por el vicepresidente económico Eduard Romeu y dos ejecutivos, la directora corporativa, Maribel Meléndez, y el director financiero, Manel del Río, que hubieron de responder, sin ningún convencimiento, concisión, claridad ni argumentos a la pregunta clave del día sobre si dentro de los 1.450 millones de euros finales cerrados con los inversores bajo el concepto Espai Barça estaban realmente contemplados los 420 millones del Palau aprobados en su día en asamblea y referéndum.

Las respuestas, que se interpretaron en un sentido afirmativo, sonaron, en cualquier caso, vagas, tramposas y nada creíbles, sobre todo con las cifras aisladas y las partidas referenciadas a lo largo de la confusa y borrosa exposición, en ningún caso acompañada de algo tan sencillo y elemental como un cuadro de costes donde, una vez enumerados los conceptos y el presupuesto de cada partida, el sumando arrojara una cifra exacta de 1.450 millones.

La ceremonia de la confusión comenzó con lo dicho por Eduard Romeu sobre la devolución de los 180 millones de los créditos de Goldman Sachs que “están incluidos en la operación”. Luego habló de más de 100 millones de intereses en los tramos más cortos y algo más de 200 millones para contingencias que debían sumarse a los 900 millones de la reforma del Spotify y los 170 millones para el resto del Espai Barça.

Cuando llegó el turno de preguntas centrado en esta cuestión concreta, la del Palau, resultó que, en base a las peregrinas explicaciones de la mesa, los intereses ya quedaban fuera de los 1.450 millones y de los 200 millones para contingencias, la idea era no gastar un solo euro para entrar con esos fórceps financieros imposibles ese Palau que esta junta de Laporta nunca ha querido construir ni construirá.

La finalidad de ese teatrillo montado para desorientar aún más a la prensa, con un contenido absolutamente ininteligible incluso para los economistas, era impedir a toda costa que la prensa propagara la versión real sobre los 1.450 millones firmados, en los que realmente no se contempla la construcción del nuevo Palau.

La sensación que finalmente dejó la rueda de prensa entre los medios presentes fue la de haber sido víctimas de una insultante y descarada maniobra por parte de la junta de Laporta para posponer hasta donde sea posible ese titular inevitable sobre la imposibilidad de hacer frente al mandato asambleario por el que varios socios contemplan plantear una impugnación en cuanto exista la constancia de que Laporta no está por la labor de darle cumplimiento construyendo el Palau Blaugrana.

A regañadientes, la versión oficial en la web dejó para la posteridad un párrafo que muy pronto será puesto en ridículo, en cuanto aparezcan y se filtren los documentos reales del acuerdo de esos 1.450 millones cerrados con Goldman Sachs, JP Morgan y dos decenas de inversores: “La financiación contempla la totalidad del Espai Barça, que incluye el Spotify Camp Nou, el Palau Blaugrana y el Campus, por un total de 1.450 millones de euros. De este importe, aproximadamente 1.070 millones de euros corresponden al Spotify Camp Nou y al Campus. La diferencia queda disponible para la inversión en el Palau y otras zonas del Espai Barça, según la aprobación de los socios y socias”.

Casi una afirmación, frenada por ese concepto tan genérico e impreciso de inversión en el Palau y otras zonas. Una versión completamente distinta de la ofrecida no hace ni dos meses por Kroll Bond Rating Agency (KBRA), la agencia de rating encargada de analizar la operación y de calificar la deuda. Una agencia a la que la directiva ha prohibido expresamente hacer pública esa nota, que bajó de BBB+ a BBB apenas hace dos meses. De acuerdo con la primera evaluación de KBRA, sobre un crédito de 1.500 millones, las partidas eran las siguientes: 850 millones para la reforma del Camp Nou, 23 millones de fee de Limak, 36 millones para el Campus Espai Barça, 145 millones para devolver el crédito puente avanzado, 150 millones para contingencias, 32,2 millones de costes de la emisión de bonos, 97,2 millones para otras fases del Espai Barça, 35 millones de otros costes de construcción y 131,6 millones de intereses.

Una asignación de costes bien distinta a la nebulosa fabricada en la rueda de prensa de ayer y a años luz de la versión original aprobada en asamblea y referéndum por los socios. Futuro Camp Nou (900 millones), Nuevo Palau Blaugrana (420 millones), Urbanización/Campus (100 millones), Inversiones MPGM (60 millones), Estadi Johan Cruyff (20 millones).

De todas las versiones ninguna tiene un final feliz para el FC Barcelona, que ha vivido esta semana el terrible impacto de tres de las más sombrías proyecciones sobre su futuro, la primera derivada del desapego de esta junta con relación a los socios abonados, a los que ha invitado a no subir con el equipo a Montjuïc en un avance de la inevitable y dolorosa subida de abonos que les espera tras las obras. La segunda, como resultado de esa puesta en escena mediática, a medio camino entre frivolidad, la tomadura de pelo y la sublimación de la opacidad y de la falta de transparencia, destinada únicamente a impedir la impugnación social de un acuerdo de financiación que no contempla la construcción del nuevo Palau Blaugrana. Y la tercera, la consulta a los socios sobre cómo contemplan el futuro modelo de propiedad, ofreciendo entre las posibles respuestas la conversión del club en una sociedad anónima.

Nada es casual en esta sucesión de oportunas y deliberadas actuaciones mediáticas, pues una noticia busca tapar a la otra y así sucesivamente con tal de evitar que el barcelonismo pueda reflexionar sobre una realidad que si no la hubiera protagonizado cualquier otro presidente y cualquier otra junta diferente a la de Laporta ya habría sido pasto de un voto de censura como mínimo.

Que ayer se anunciase también el cierre definitivo de Barça TV sólo es una señal más, la primera significativa, de la parálisis que pronto afectara al resto del club por falta de recursos, patrocinadores y sobre todo porque la prioridad de la junta de Laporta no camina en paralelo, sino en dirección opuesta, a los intereses y necesidades del club.

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