Sólo el 34% de los abonados actuales del Camp Nou podrá seguir viendo los partidos del Barça en el estadio Lluís Companys la próxima temporada, si finalmente se acaban concretando los planes y las expectativas del traslado de los partidos del primer equipo. La directiva de Joan Laporta no ha respetado, en este sentido, la proporción actual del estadio azulgrana, donde los abonados ocupan el 80% del aforo.
En la rueda de prensa de presentación del plan de conversión de abonos para la campaña en el exilio, la vicepresidenta Elena Fort no dio explicaciones, ni la prensa se las pidió, en este sentido, limitándose a anunciar que está previsto ubicar en las gradas del estadio de Montjuic a 27.385 abonados sobre un total de plazas de 49.472, lo que significa, finalmente, una reducción del 80% al 55% con relación a la distribución histórica de los socios en el estadio azulgrana.
Uno de los factores que ha movido a la junta directiva a modificar esta simetría es el rechazo mayoritario de los socios a moverse de su espacio natural y de confort, unido a sus pocas ganas de ilusionarse con una migración que será incómoda y poco atractiva. Una encuesta realizada por el propio club hace menos de un año reveló que un 70% de los socios mostraban su inclinación a no renovar el abono de la temporada de Montjuic, mucho menos con los precios anunciados que, en conjunto, son bastante más caros de lo habitual.
La directiva de Joan Laporta se ha sacado de la manga la facultad de suprimir la condición de socio-abonado e inventarse una nueva categoría de pase de temporada abierto preferentemente a los socios abonados actuales, aunque a un precio que ya se ha denunciado por los socios como abusivo. Ante este vacío normativo, es la primera vez en la historia del club, desde que se construyó el Camp Nou en 1957, que el porcentaje de incremento de los abonos no se aprueba en la asamblea ordinaria.
Es más que discutible, según algunos socios, la decisión unilateral de Laporta de acordar precios que no se equiparan con las cuotas aplicadas a las localidades del Camp Nou, imaginativamente modificadas con el poco ingenuo pretexto de que las secciones y pastillas del Lluís Companys no se equiparan exactamente con la misma distribución de asientos.
En el proceso de adaptación han aparecido seis secciones en total -Gol Norte (723 €), Gol Sur (723 €), Córner Norte (905 €), Córner Sur (905 €), Lateral (1.002 €) y Tribuna (1.738 €)- que no serían tan complicadas de asimilar si, como en este caso, la directiva no hubiera aprovechado la oportunidad para hinchar los precios en un porcentaje estimado en un 50%, aproximadamente.
Una barbaridad que ha levantado revuelo en las redes, al menos en los pocos foros donde todavía quedan socios del Barça con un cierto sentido de su legítimo derecho a que se respeten los estatutos o, como en esta situación excepcional del traslado a Montjuic, de que el sentido de servicio y atención prioritario a los socios se traduzca en el mejor trato y facilidades para que el mayor número de socios pueda seguir animando al equipo.
Al contrario, sabiendo que sólo el 30% de los socios consultados tenía la intención de renovar el abono la temporada de Montjuic, añadir a esta pésima estadística un aumento salvaje del precio de los abonos solo puede interpretarse como una maniobra consciente y deliberada para ahuyentar a los pocos abonados leales y predispuestos a seguir al equipo al Lluís Companys y a donde haga falta.
La finalidad no puede ser otra que disponer del mayor número de localidades liberadas para destinarla al mercado turista y así obtener un mayor beneficio de la demanda de entradas a través de turoperadores, agencias y venta on line. La renta de un asiento libre a lo largo de la temporada, que puede estar disponible hasta en 30 partidos, puede multiplicar siete o más veces su valor con relación al del mismo asiento adjudicado a un abonado.
Las directrices de la junta de Joan Laporta no dejan dudas sobre cuáles son sus verdaderas intenciones en esta nueva era del Espai Barça que está por llegar, un progresivo e imparable aumento de la cuota de abono, que arranca ahora con la subida a Montjuic y se rematará cuando llegue el momento de regresar a un estadio remozado y modernizado, completamente cubierto y con más y mejores servicios que nunca, con una subida récord de su precio.
La subida aplicada es disuasoria: sólo pretende reducir las expectativas de la presencia de socios abonados en Montjuic y nuevamente saltarse los estatutos sin el menor recato. En lo concerniente a fijar el incremento anual de los abonos, el artículo 20.4 sobre las atribuciones de la asamblea dice lo siguiente: «Fijar la cuantía de las cuotas ordinarias o de entrada para los socios, salvo que la modificación tenga únicamente la finalidad de establecer su valor, por aplicación, como máximo, del porcentaje de variación del índice de precios de consumo (IPC), desde la última modificación».
Que los estatutos no contemplen la coyuntura extraordinaria de un traslado a Montjuic no supone ni valida que, de forma arbitraria, como ha hecho la directiva de Laporta, se imponga una elevación verdaderamente fuera del alcance de muchas familias, que a duras penas pueden mantener dos o tres abonos, como es relativamente frecuente en la comunidad barcelonista.
El maltrato de la junta se completa con el aplazamiento de la reducción de los abonos por el Seient Lliure a la temporada 2024-25 y la anulación del propio Seient Lliure la temporada de Montjuic. Por todo lo cual, la posibilidad de que haya socios dispuestos a instalarse en el Lluís Companys la próxima temporada se reducirá a la mínima expresión. Habrá que ver si, ante esta situación, no existe alguna vía de reclamación o de protesta de los socios que se han sentido atropellados por esta maniobra realmente imprevista e impropia de una directiva que, a este paso, pronto anulará los estatutos para siempre.
