Sant Jordi: El cómic amplia públicos y temáticas

La producción de novelas gráficas va en aumento, lo que provoca una mayor diversificación de temáticas, la entrada de nuevos públicos, un nivel de calidad técnica muy elevado y una presencia generalizada en las librerías junto a otros géneros. Sin embargo, los autores piden mejores retribuciones para sus trabajos

‘El fuego’, de David Rubín

Leer un cómic en el tren ya no es una lectura propia de un adolescente, sino que las actuales novelas gráficas están llegando a generaciones más adultas, que han recuperado un nostálgico ocio de juventud. Si antes las historias eran más bien de aventuras o evasión de la realidad, las propuestas editoriales de hoy en día tocan todas las temáticas, incluido el ensayo.

Éste es el caso de las publicaciones de Darío Adanti, autor del ensayo gráfico El meteorito somos nosotros. Un cómic sobre el cambio climático, de Astiberri Ediciones. Adanti es considerado uno de los autores más renovadores de la historieta cómica en España y también es uno de los fundadores de la revista Mongolia, donde escribe y dibuja. En declaraciones a EL TRIANGLE, considera que vivimos “una época muy buena para la novela gráfica y el cómic”, y ahora es habitual ver en las presentaciones de cómics padres e hijos compartiendo estas lecturas, sin prejuicio alguno. En relación con las temáticas, «el cómic es una gran manera de comunicar, generar opinión y despertar conciencias sobre el espacio público». Como ejemplo, Adanti cita algunos de sus últimos trabajos: “El cómic Disparan al humorista va sobre la libertad de expresión y el humor; La ballena tatuada, que va sobre la primera vuelta al mundo en el siglo XVI, habla de la empatía y el bullying, y en el último se analiza el cambio climático y la necesidad de un cambio de conciencia”. Está naciendo un espacio de ensayo gráfico, según el autor, que está a medio camino entre el periodismo y la novela gráfica, siendo una nueva apuesta muy interesante para los lectores.

Por su parte, David Rubín, autor de cómic completo y creador de la novela gráfica El fuego, también considera que existe un abanico mucho más amplio de temáticas y sensibilidades. «De repente, leer un cómic es como leer una novela». Es el caso de Alfonso Zapico, que habla de la revolución minera de Asturias a través de los cuatro volúmenes de La balada del norte, o bien de María Medem, que hace poesía con la rompedora novela gráfica Por culpa de una flor.

Aunque David Rubín admite a EL TRIANGLE que “es un gran momento para el lector de cómic” por la elevada variedad de temáticas y estilos y la altísima calidad de la producción nacional, “para los autores el momento no es tan dulce”. Para Rubín, “el volumen de títulos –casi 400 novedades mensuales en España– es muy elevado y el mercado español no puede sostenerlos. Las editoriales juegan con las distribuidoras a una fuga hacia adelante, y eso nos pasará factura. De hecho, ya nos pasa factura porque los autores vemos que detrás de las novedades, las de cómic español son pocas. Y cuando hay tanta lluvia de títulos, si eres un autor consolidado aguantas bien, y una novedad tuya dura meses en la librería expuesta, sin embargo, la mayoría de los títulos están una semana a la vista y adiós. Los libreros, aparte, carecen de espacio físico para las novedades, ni tiempo para leerlas todas ni poder recomendarlas a sus clientes”.

Pese a ese momento de gran apuesta por el cómic, David Rubín considera que los autores, pieza clave del sector, son los que menos pueden vivir de sus creaciones. Su situación “es más precaria y más débil” en relación al resto de agentes de la cadena, como son las editoriales, las distribuidoras o las librerías. “La balanza está muy descompensada”, según su criterio, y destaca que se cobra más trabajando fuera de España, como puede ser en el mercado estadounidense, que en el mercado interno. A modo de ejemplo, Rubín expone que «lo que te pagan por hacer una novela gráfica no da ni para cubrir el sueldo mínimo en el tiempo que tardas en hacerla». En cambio, si trabajas para mercados internacionales, te pueden pagar más por un número de 22 páginas por una serie del mercado estadounidense que por una novela gráfica de 265 páginas por la editorial Astiberri como es El fuego”.

Como propuesta de mejora y con la voluntad de promover la producción nacional, el autor gallego propone «cambiar una cláusula en los contratos, donde el 10% de las ganancias actuales esté condicionada al número de ventas». «Sería fácil de hacer y no perjudica a nadie», ya que si no llegas, por ejemplo, a los mil ejemplares, el tanto por ciento se queda igual, pero si vendes más, el tanto por ciento de ganancias va creciendo de forma progresiva. De esta manera, la reorganización del porcentaje beneficiaría a los autores, sin que nadie perdiera dinero.

Bárbara Alca, ilustradora y creadora de la novela gráfica Pizzachica y las lloronas, también reclama en declaraciones a EL TRIANGLE una mejor retribución . “El nivel de trabajo que comporta trabajar con cómic, todo el tiempo invertido, no está remunerado de forma adecuada. Si haces números, no sale a cuenta. Es más rentable trabajar para la ilustración, para publicidad, o para uno mismo”.

A pesar del crecimiento del sector, como creadora de fanzines como Rita Brunetta, determinados productos más singulares y autoeditados todavía no se encuentran en las librerías más generalistas, y destaca el buen trabajo que realizan establecimientos especializados de Barcelona como La Llama o la librería gráfica FatBottom.

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