Laporta encubrió los pagos a Negreira como gastos de relaciones públicas

Aunque durante su primer mandato, las facturas se incluían entre regalos, compras de entradas e invitaciones, la inspección de Hacienda de 2010 sólo multó a la junta de Rosell por sus gastos de campaña electoral

Joan Laporta

Joan Laporta podrá eludir cualquier responsabilidad en el desenlace penal del caso Negreira por la sencilla razón de que cualquier presunto delito imputable a su gestión ha prescrito como tal. La contabilidad y el repaso de cómo se administraron y ocultaron los pagos a las sociedades del exárbitro catalán José María Enríquez Negreira en sus orígenes, bajo la presidencia de Laporta durante su primer mandato, acreditan estas retribuciones y la intencionalidad de enmascararlas bajo otros conceptos de difícil relación o justificación con el pretendido servicio de asesoramiento técnico en materia arbitral. Así lo ha revelado una información del diario El Mundo citando fuentes de la propia contabilidad de la época, con abundantes detalles sobre los asientos y distribución interna de esas facturas en diferentes departamentos.

Lo que llama aún más la atención es que, con la llegada de Rosell a la presidencia en 2010, Hacienda realizó la que parece ser una inspección minuciosa de ese trasiego mercantil entre el FC Barcelona y las sociedades Dasnil y Nilsad, controladas por Enríquez Negreira. La inspección, de acuerdo a este relato de El Mundo, se inició el 1 de junio de 2010, en plena campaña electoral, y formalmente el club fue requerido para aportar información a partir del día 5 de julio una vez hubo tomado posesión Sandro Rosell. La inspección se centró en los ejercicios comprendidos entre 2005 y 2008 sobre la tributación del impuesto de sociedades, el IVA o las retenciones de los contratos profesionales. En el curso de esa investigación, que duró varios años, se incluyeron los pagos a Negreira con el resultado de que «Hacienda no reparó en ellos y los acabó aceptando entonces como gastos deducibles sin poner una sola objeción. No ha sido hasta más de una década después cuando la propia Agencia Tributaria ha destapado el mayor escándalo de la historia del fútbol español al comprobar que el Barça legó a pagar 7,5 millones de euros a Negreira en casi dos décadas por asesorías fantasma».

Este no ha sido el único comportamiento sospechoso por parte de Hacienda en aquellos años, pues al mismo tiempo que no quiso mirar dentro de las facturas de Negreira, indudablemente llamativas por su instrumentalización chapucera, dedicó recursos y toda su eficiencia en una inspección implacable sobre los gastos de la campaña electoral de Rosell que finalmente le condujo a la presidencia. Tanto el nuevo presidente como el resto de los miembros de su junta debieron hacer frente a una sustanciosa multa por el carácter ciertamente atípico de la naturaleza de esos gastos. La junta primera de Rosell ha sido la única inspeccionada por Hacienda desde que en 1978 el FC Barcelona eligió la junta directiva mediante el voto universal de sus socios democráticamente.

El fisco, por tanto, no quiso poner la lupa en la contabilidad anterior de la administración de Laporta y sí encendió todas las alarmas años después cuando el club, bajo la presidencia de Josep Maria Bartomeu, intentó deducirse las facturas de Negreira que, a su vez, no había realizado las correspondientes declaraciones de IVA y de IRPF.

Sobre el inicio de las relaciones entre las sociedades de Negreira y el FC Barcelona, el análisis de la contabilidad entre 2003 y 2010, durante el primer mandato de Laporta, concluye que las facturas se pasaron como gastos de relaciones públicas por un supuesto asesoramiento técnico, entremezcladas «en los asientos contables de la entidad con invitaciones de entradas para jugadores, compra de camisetas conmemorativas, adquisición de regalos para compromisos o comidas de trabajo del presidente con miembros de las directivas de otros equipos». Los importes eran dispares. «Durante la primera temporada en la que Laporta fue presidente, Negreira facturó 145.758 euros con sus sociedades, consiguió aumentar la cifra de facturación a 152.186 euros dos temporadas después y logró, en la temporada 2009/10, disparar sus emolumentos sin que mediara ningún cambio aparente en el servicio hasta los 573.398 euros», se añade.

Por ejemplo, Negreira recibió 52.500 euros el 13 de enero de 2006 por el concepto genérico de asesoramiento técnico junto a la «compra de un reloj para un compromiso, en este caso para la Sra. Figueroa por importe de 3.300 euros. Pero también al lado de la adquisición de varios palcos para la final de la Champions en París, en 2006, por importe de 54.400 euros. Asimismo, en la misma partida de Negreira figuran cientos de miles de euros con la denominación invitaciones París, en referencia al encuentro que disputó el Barcelona contra el Arsenal y que supuso su segunda Champions tras ganar por 2-1.

Negreira estuvo cobrando por otros conceptos como vídeos y consultor, según el rastro de las facturas, incluso en épocas donde no había competición. La apariencia es que se troceaba el total acordado del año por meses aunque en diferentes cuotas. Con el paso de los años, los pagos se fueron acomodando en el apartado de los gastos del primer equipo de fútbol, aunque ningún entrenador de la época recuerde haber realizado un empleo regular ni eficiente de los presuntos informes.

Las explicaciones conocidas de Negreira se redujeron, como él mismo admitió y dejó escrito en sendos burofax de protesta cuando dejó de cobrar, al propósito de garantizar el equilibrio en la maquinaria del estamento arbitral, en ningún caso por realizar ningún asesoramiento técnico.

El problema al que se enfrenta Laporta en la rueda de prensa del lunes próximo es la pésima referencia de su primera reacción, el 15 de febrero pasado, cuando admitió esos pagos como un acto generalizado y normalizado entre los clubs para contrarrestar la información de la emisora SER Catalunya. Ahora tiene la papeleta de demostrar, como también ha dicho, que durante su anterior mandato los servicios de Negreira podían acreditarse documentalmente, extremo que su propia contabilidad desmiente, aunque por alguna razón a Hacienda le pareció que todo estaba en orden, al menos en aquellos tiempos cuando lo que buscaba y perseguía era multar a los directivos de Rosell por la irregular tributación del dinero aportado para los gastos de la campaña electoral de 2010. La misma Hacienda que, años después, ha destapado las presuntas irregularidades de una relación mercantil Barça-Negreira que siempre fue igual de opaca, sospechosa y envuelta de una palmaria ausencia de justificación y aporte documental, además de estar retribuida a un sobreprecio escandaloso.

 

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