La condena de Laura Borràs provoca la implosión del independentismo

La expresidenta del Parlament se niega a dimitir de sus cargos y se atrinchera, con la táctica de agotar todos los recursos que le quedan

Oficialment, la direcció de JxCat fa costat a Laura Borràs i manté que es tracta d’un cas de ‘lawfare’

El independentismo catalán ha implosionado con el caso Borràs. La condena de la presidenta de Junts per Catalunya (JxCat) ha dejado tocado de muerte el frente soberanista y ha provocado fuertes tensiones internas en Junts. Los cuatro años y seis meses de prisión y 13 años de inhabilitación que le cayeron a Borràs por falsedad documental y prevaricación han estremecido la clase política catalana y no han dejado indiferente a nadie.

Abren también un futuro incierto en el mapa del independentismo. Ahora se tienen que recomponer las trincheras. Laura Borràs ha querido ser mártir y no lo ha conseguido. Ni siquiera entre los suyos: en las filas de JxCat no provoca unanimidades, porque una parte importante del partido ve con recelo su permanencia al frente de la formación después de ser condenada por corrupción. La gran paradoja es que Junts per Catalunya, el partido antiguamente denominado Convergència, que tuvo que cambiar de nombre por no aparecer vinculado al 3%, esté presidido ahora por una convicta por corrupción.

Es cierto que hay un sector del independentismo, el más extremista, que quiere convertirla en su heroína particular, aunque sea a expensas de distorsionar la realidad más allá de los límites normales. Porque no se tiene que olvidar que Borràs es defendida por una porción indepe, un pequeño ejército de “gremlins” dispuestos a apuntarse a un bombardeo: Quim Torra, Josep Costa, Francesc de Dalmases, Aurora Madaula, Jaume Alonso-Cuevillas, Rai López Calvet, Héctor López Bofill, Lluís Llach, Antonio Baños… y pocos más. A pesar de eso, lejos de concitar críticas, su condena provocó un sonoro silencio en la mayor parte del independentismo. Es muy elocuente que solo un puñado de los suyos salgan a defenderla, a pesar de que sea con una gran cantidad de medios y haciendo tanto ruido como si fueran un ejército.

Curiosamente, en esta guerra, Jordi Turull, secretario general de Junts y exjefe de filas de CiU en el Parlament, y Antonio Baños, exjefe de filas de la CUP en el Parlament, dicen una cosa en común: “El caso Borràs es un lawfare de libro”. Turull lo dijo en rueda de prensa y Baños lo dejó por escrito. “Todo el apoyo. Como cualquier represaliado por la Causa General (sic) contra el independentismo. Gente de ‘pagueta’: no nos dividiréis”, tuiteó el cupaire, contradiciendo a sus compañeros de filas.

Los dos se han apuntado al particular Matrix de Borràs, con una máxima que ella misma se encarga de propagar a los cuatro vientos: “Mi inocencia o culpabilidad no la puede determinar un tribunal politizado que actúa al servicio de la unidad de España”. Negando la legitimidad del tribunal, niega su propia condena, justifica sus actos y blanquea la corrupción.

Los partidarios de Borràs y el núcleo duro de Junts consideran que la sentencia ha sido política por las concesiones a las cuales accedió el tribunal. El exvicepresidente del Parlamento Josep Costa lo definió así: “La sentencia de Barrientos impone a Laura Borràs una pena de prisión que él mismo admite que es desproporcionada, y otorga la decisión sobre si la tiene que cumplir al Gobierno español, la continuidad del cual puede depender del partido que ella preside. Pero no es un juicio político, nooo!”, comentó el jurista.

ERC y la CUP discrepan

También Hèctor López Bofill abona esta teoría: “Esto de recomendar el indulto parcial es porque incluso Barrientos & Co pasan vergüenza por la monstruosidad que han cometido. La vergüenza que no tienen en ERC y a la CUP, que se ensañan con la MHP Laura Borràs a pesar de ser perfectamente conscientes de la injusticia de todo”. El exrepublicano asegura, además, que la líder de Junts “ha sido condenada sin pruebas. El desprecio de la mayoría del tribunal por la ruptura de la cadena de custodia y por la violación de derechos fundamentales durante la investigación ha sido propia de un órgano dedicado a la persecución política”.

López Bofill vaticina que, a pesar de todo, “la carrera de Laura Borràs continuará adelante y todavía con más fuerza”. Pero si la líder de JxCat mira dentro de su partido, podría tener un susto de muerte: una parte nada despreciable de Junts no está de acuerdo con su estrategia, la de aferrarse a la presidencia de JxCat y no dimitir de la presidencia del Parlament.

Es la política de tierra quemada: “Después de mí, el caos, la nada”. En el caso Borràs es importante prestar atención a los matices. “Por cortesía y solidaridad, todos los dirigentes de Junts tienen que apoyarla a pesar de la condena. Pero hay que fijarse en los detalles: Xavier Trias, por ejemplo, ocupado en la carrera municipal en estos momentos, consideró su condena desproporcionada y, por eso, injusta. Y le dio su apoyo ‘en el camino de los recursos’. ¿Qué quiere decir con esto? Que una cosa es el apoyo en las cuestiones legales, pero otra cosa es el apoyo incondicional a una estrategia determinada. Y Trias, igual que la mayoría de los dirigentes de JxCat, le apoyarán en la interposición de los recursos, pero no están de acuerdo con su posicionamiento de aferrarse a las presidencias”, dice un compañero de filas de la condenada.

Desde ERC y la CUP se considera que el caso Borràs no es un “affaire” de condena política, sino de malas prácticas ligadas con la corrupción. Un caso de Código Penal de libro. Su posición contrasta con la del círculo más próximo a Borràs, que insiste que es lawfare. Con esto, quieren blindar su presidencia. El 2022, Borràs, previendo el que podría pasar, hizo cambiar los estatutos del partido para que un militante condenado por corrupción no tenga que abandonar sus cargos si se considera que ha sido condenado por lawfare. Esta es una apreciación subjetiva: solo ella y sus defensores más acérrimos lo ven de este modo, por lo cual tiene la excusa por no dimitir como presidenta de JxCat.

Pero esto puede implicar problemas dentro de la formación. El secretario general, Jordi Turull, ha recibido críticas y es acusado de ponerse de perfil en el caso Borràs. “El secretario general está en una posición de debilidad ante Borràs. Aunque la mayor parte de los cuadros dirigentes que provienen de la antigua Convergència son críticos con la permanencia, él no se atreve a decir nada. Ni siquiera convocó la cúpula del partido para hablar del tema. Su única decisión fue defenderla enconadamente. Pero con esto está erosionando la imagen exterior de Junts y, además, ensanchando una grieta interna que le puede provocar un cisma a plazo mediano”, explican fuentes de la formación independentista.

“Un paso al lado”

La estrategia de Borràs, de momento, es ir capeando el temporal, resistir y apelar al Supremo, para después ir al Constitucional y, finalmente, a Europa. Todo para retrasar la aplicación de la condena. Pero no se lo pondrán fácil: la Junta Electoral Central, que ya retiró el acta de diputados a Quim Torra o al cupaire Pau Juvillà, puede obligarla también a ella a dejar el escaño antes de que se pronuncie el Supremo. Y esto implicaría que, de repente, perdería la batalla del Parlament. Sería un serio golpe a su defensa. En estos momentos, pues, necesita envolverse con la estelada y proclamar que se la condena por independentista, no por corrupta.

El núcleo duro sitúa sus esperanzas en un editorial de Vilaweb, que hace de caja de resonancia de sus tesis y de órgano oficial de los posicionamientos más extremistas del sobiranisme ‘junter’: su lectura del caso es que es un asunto de lawfare para apartar de la vida política Borràs: “Tenemos delante, pues, una sentencia mal concebida, mal resuelta, llena de dudas, como final de un trayecto judicial insólito. No hay ningún precedente en que un caso parecido a este reciba una condena de prisión y, de hecho, hace toda la sensación que el tribunal, precisamente, intenta no crearlo. Porque todo es tan delgado y tan cogido por los cabellos, que el precedente que se crearía a partir del juicio de Laura Borràs podría llevar la gran mayoría de la clase política a las puertas de la prisión. De aquí viene la demanda del indulto”. Es, por lo tanto, la excusa perfecta para calificar la sentencia de política y justificar la continuidad de Borràs al frente de JxCat. Incluso al frente del Parlament, contraviniendo el reglamento que Junts, ERC y la CUP hicieron aprobar.

En el sector postconvergente de JxCat, sin embargo, se opina que la continuidad de Borràs es una cuestión personalista y hace daño “en el país y al partido”. Un destacado dirigente ha planteado en varias reuniones internas que hay que provocar “un paso al lado de Laura Borràs. No sería la primera. Otros antes que ella lo tuvieron que hacer, tanto en nuestro partido como en otros. Pero lo que no puede hacer es supeditar la imagen de todo un partido a su conveniencia personal”. Además, consideran que no se tienen que repetir los errores del pasado y vincular al partido a casos clamorosos y mediáticos de corrupción.

¿Puede la intransigencia de Borràs romper Junts? No es seguro, pero hay motivos para concluir que, si no deja la presidencia durante las próximas semanas o meses, se irán produciendo bajas a Junts. Puede haber una sangría, aunque no haya una fuga masiva. Y con el puñado de militantes que tiene, solo le falta ahora al partido una fractura interna. Sí que apuntan al hecho que el partido no puede dejar en la cuneta su presidenta porque “no se entendería”. Y proclaman que el partido siempre tiene que apoyar, por solidaridad, a su líder.

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