El debate de los presupuestos del Govern ha permitido a Junts per Catalunya, por fin, poder remarcar su perfil más ideológico y hacer pasar el eje izquierda-derecha por encima de las buenas relaciones con el resto del independentismo. Desligado del Govern y con ninguna opción a la vista de reanudar estrategias unitarias, el partido de Laura Borràs y Jordi Turull ha centrado las alegaciones a las cuentas en intentar pedir un modelo más liberal de economía, un redireccionamiento de prioridades y la garantía de proyectos como el Hard Rock, El Prat o la B-40.
Todo esto, antes de romper el Gobierno era tabú, dado que había miedo a que se tachara al ejecutivo o al partido de ser de derechas.
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