Laporta activa la venta de Ansu Fati como fórmula para reducir el exceso salarial

Su agente, Jorge Mendes, ya ha agitado su mercado en la Premier de cara al verano, el presidente no niega su posible salida y Xavi, confuso, defiende que se quede pero no le da minutos

Ansu Fati

Las alarmas sobre el rendimiento de Ansu Fati, irregular y a cuentagotas, se han venido activando en el entorno de la junta del FC Barcelona como un indicativo inequívoco de que su agente, Jorge Mendes, y el presidente del club, Joan Laporta, están de acuerdo en organizar su traspaso fuera del Barça este verano.

Sobre las piezas que pueden tener un cierto valor de mercado para una junta directiva con la necesidad apremiante de reducir la masa salarial -en el caso de Fati por la vía del beneficio directo de una venta de un futbolista de la cantera, contablemente registrado a coste cero-, la oportunidad de encontrar un comprador generoso resulta indudablemente atractiva.

Las informaciones sobre la posibilidad de que salga del Barça, algo hace unos meses impensable, casi una herejía que ni aparecía en la peor de las pesadillas de los barcelonistas, se intensificaron en los días finales del mercado de invierno sobre una base nada casual ni fingida. Al propio Jorge Mendes, un artista en el manejo mediático del mercado, le bastó con agitar algunas ramas en los clubs ingleses para que, rápidamente, empezaran a circular noticias sobre un presunto interés por el delantero que el propio Mendes alimentó con su presencia en Barcelona unos días, dejándose ver y no negando que pudiera traer en su maleta unas cuantas ofertas por Ansu Fati.

El propio Joan Laporta hinchó el globo cuando le preguntaron el jueves pasado por el futuro del futbolista en relación a las informaciones sobre el interés de varios clubs. Cuando Laporta fue interrogado directamente sobre si podía asegurar que Ansu Fati no saldría nunca del Barça, la respuesta dejó claramente abierta la puerta a un posible traspaso. “No es nuestra intención ahora”, acotó antes de añadir una reflexión en el sentido de que nadie puede saber lo que puede pasar en el futuro.

Consecuentemente, la reacción de los medios catalanes ha sido la lógica, especulando con un futuro cambio de aires para un futbolista que, a la vista está, no está teniendo los minutos esperados ni la continuidad necesaria para recuperar la titularidad que le llevó a convertirse en la joya de la Masia y a provocar que, en su día, el Manchester United le hiciera llegar al Barça, con Josep Maria Bartomeu de presidente, una oferta de 150 millones de euros que fue frontalmente rechazada.

Claro que ese escenario se dio cuando Ansu Fati deslumbraba cada vez que tenía la oportunidad de tocar un balón y demostrar esa magia que aún no ha podido recuperar desde que, desgraciadamente, sufrió una lesión de menisco que, sin ser del todo grave, se complicó; según algunas versiones, por culpa de algún desatino en la intervención por parte del doctor Ramon Cugat; y según su cirujano, a causa de errores en la recuperación, que obligaron a practicarle tres intervenciones antes de que pudiera reaparecer.

Aun así, cuando pudo regresar después de más de diez meses de baja, además de otra lesión colateral, Ansu Fati apareció oportunamente en el horizonte laportista como una brillante y feliz solución a su nefasta decisión de echar a Leo Messi en agosto de 2021. El presidente, en parte por el enorme sentido de culpabilidad y en parte por la necesidad de hacer olvidar cuanto antes al delantero argentino, engendró la feliz idea de darle el dorsal 10 a Ansu Fati y presentarlo como un recién fichado al que, además de confirmarlo como el relevo de Messi, le aplicó una cláusula de rescisión de 1.000 millones.

Tampoco fue un movimiento gratuito del todo, pues meses antes el futbolista había caído en el redil de Jorge Mendes, generosamente recompensado por la ampliación de un contrato que un año antes ya había sido blindado por la directiva de Josep Maria Bartomeu.

¿Por qué entonces Laporta decidió mejorar y ampliar las condiciones económicas de Ansu Fati? Principalmente, por su extraordinaria relación con Mendes, beneficiario directo de esa renovación, y porque le pareció que, desde el punto de vista mediático, ponerle a Ansu Fati los galones arrebatados a Messi representaba la reparación perfecta de un daño por definición irreparable.

Fue, como se ha visto, otro error añadido a una lista interminable de actuaciones por parte del presidente, que no tuvo en cuenta dos hechos incontestables. El primero, que Ansu Fati ya tenía una cláusula de 300 millones y un salario contractual más que decente y competitivo. El segundo, que puso sobre sus hombros una carga tan pesada que, en vez de estimular y ayudar al futbolista, no hizo más que demorar su puesta a punto y afectarle demasiado mentalmente.

Ahora ha sido Xavi, el entrenador del primer equipo, quien se ha visto enmarañado en una situación tan complicada que no ha tenido otro remedio que, a su manera, criticar al propio Laporta. “No entiendo que después de cerrarse el mercado estemos hablando del traspaso de Ansu Fati. No lo entiendo. Tenemos enormes expectativas con este jugador y confiamos del todo en él”, ha dicho, rotundo, con la intención de aplacar el debate y las especulaciones, al mismo tiempo que, pese a esa confianza expresada, apenas le da minutos, exactamente ninguno en el último partido contra el Villarreal de Liga.

No valen esas palabras de clara apuesta por el delantero si luego eso no se refleja ni en la alineación ni en la elección de los hombres de ataque, ahora reducidos a dos: Lewandowski y otro más entre Raphinha y Ferran Torres en estas semanas sin Dembélé, lesionado.

Xavi clama ante la prensa contra una activación que proviene desde dentro del propio club, de Laporta y de sus intereses comunes con Mendes, mientras apenas le da oportunidades al delantero de la cantera con más proyección y potencial de mercado, si el Barça le retirara la etiqueta de intransferible.

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