«El conflicto del Sáhara es un vestigio de la Guerra Fría»

Entrevista a Bernabé López García

Bernabé López García

Catedrático y doctor honorario de Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Autónoma de Madrid. Especialista en historia, migraciones y relaciones hispano-marroquíes. Fue profesor en la Universidad de Fez. Autor de numerosas obras, dirigió dos Atlas de la emigración marroquí en España. Ahora publica Sáhara, democracia y Marruecos (Editorial Icaria).

 

¿De qué hablas y cuál es la tesis de “Sahara, democracia y Marruecos”?

El libro empieza en 1999, con la muerte de Hassan II y los primeros artículos que publiqué en El País, y aparece a raíz de la carta de Sánchez y del tole que se forma dentro del propio Gobierno, la coalición que lo apoya y los medios de comunicación. Habla de la necesidad de acabar con tanto cliché que la cuestión del Sahara Occidental ha suscitado en España y en Marruecos. Una visión estereotipada, simplista, que no entra nunca en las raíces del verdadero problema y otras cuestiones que hay que matizar. Reducida a la dicotomía “o eres marroquí, o independiente”. 

¿Cómo superar esa dualidad?

En el seguimiento, prolongado, que he venido haciendo de la cuestión, siempre he ligado el tema del Sáhara a la democratización de Marruecos, en el sentido de encontrar una solución dentro de un Marruecos verdaderamente democrático. Los artículos que he ido publicando en medios españoles, a veces eran reproducidos en Marruecos, aunque algunos diferían de la visión estereotipada y acrítica, predominante allí, en la cuestión del Sáhara. En el año 2000, el ministro marroquí de Comunicación dijo que solo el Rey podía opinar sobre el Sáhara. Afortunadamente, he tenido la suerte de poder disponer de una visión más matizada, razonada, ligada a la política interna de Marruecos (donde también publiqué algunos de mis artículos) y las desviaciones hacia un neo-autoritarismo, que de algún modo pervive.

¿A grandes rasgos, que es, como se conforma lo que, sin más, se ha dado en llamar “pueblo saharaui”?

Ahí está la cuestión de raíz y nunca se tuvo en cuenta ni por unos ni por otros. En 1975, cuando la “Marcha verde”, los saharauis del Sáhara Occidental eran, según el censo, unas 70.000 personas, que vivían en 240.000 kilómetros cuadrados. Controlar este territorio solo por ese número de habitantes supone crear un Estado fallido, de antemano. La izquierda española, y no solo ella, consideraba que regalarle aquello a Marruecos (que acababa de tener dos golpes de Estado y se veía como una dictadura), era una aberración. En cualquier caso, la consideración de saharaui es algo relativo. Saharauis son todos los argelinos del Sahara, las tribus mauritanas, la gente del propio sur de Marruecos… España, además de los territorios del norte, disponía en Marruecos de la región de Tarfaya, al sur, que constituía un buen pedazo del protectorado, que no lo cede a Marruecos con la independencia. Tras la guerra de Ifni, el franquismo se inventa una provincialización del territorio, que lo aísla del entorno árabe. Hasta 1973, con el Polisario, no había allí ningún partido político, como tampoco lo había en España. Solo existía una pequeña, clandestina, corriente de opinión, que no quería conectar con ese Marruecos del Hassan II de la época.

Casi medio siglo después de la “Marcha verde”, la cuestión saharaui sigue siendo una herida abierta, particularmente en la izquierda ¿Por razones morales, ideológicas, solidarias, políticas…?

Sí, se ha instituido en una causa con gente que sufre. Algo muy saludable, pero que no contempla a donde se va, que se pretende, cuáles son las condiciones de existencia… Después de los que en su momento, tras los campamentos, emigraron a España, es difícil establecer quienes de los que actualmente habitan en el territorio procedían del antiguo protectorado. A lo mejor, solo una tercera parte de los saharauis originarios y sus descendientes viven ahora ahí. La mayor parte, sean marroquíes o no, viven de las subvenciones de la cooperación internacional, algunos trabajan en la pesca, en chiringuitos, algún invernadero… Durante 47 años, hemos estado ayudando a una población sin medios de vida, que lo pasa mal; donde buena parte de la juventud no puede estudiar, no puede ir al extranjero, como en otra época a Cuba, a estudiar medicina. Hay que pensar en cómo esa población podría vivir mejor.

¿Qué decir del papel de Argelia en la cuestión saharaui?

La rivalidad con Marruecos, con hitos como la “Guerra de las arenas” de 1963, es la gran justificación del papel de Argelia en el conflicto saharaui. El gobierno provisional argelino de Abbas, prometió, en 1962, a Mohamed VI que, cuando se llegara a la independencia, hablarían claramente de los territorios que el ejército francés le fue robando a Marruecos por Tinduf, Colomb-Bechar… Desde mediado del siglo XIX, solamente hay pactados 80 kilómetros de frontera. Si se compra un mapa Michelin en Argelia hay una frontera pintada, si se hace en Marruecos no existe tal. A esto llamaban los franceses “los confines argelino-marroquíes”. Si se mira un mapa, es como si Argelia le pegara un codazo a Marruecos por la margen izquierda. En 1963, Hassan II intentó negociar con España la devolución del Sahara a Marruecos, para evitar que se pudriera la situación, cosa que al final acabó ocurriendo. Franco le dijo que no, y fue una gran ocasión perdida. En cualquier caso, en el fondo del libro lo que planteo es que sin democracia nada puede ser creíble de lo que Marruecos plantea.

En tal sentido, propones un diálogo directo, y te preguntas si es posible una reconciliación… ¿Es el Polisario el único interlocutor por parte saharaui?

Debe establecerse un marco democrático, de derechos, donde haya garantías. Ahora, precisamente, se vota una moción en el Parlamento Europeo sobre la cuestión de la libertad de prensa en Marruecos. En la otra parte, el Frente Polisario es, en efecto, el interlocutor, sin ningún matiz. Esto es lo que produjo la primera marcha masiva de alguna gente, con mejor o peor intención y futuro, a Marruecos, Pero se ha seguido monopolizando el poder en el Polisario  por parte de un grupo. En opinión de uno de esos saharauis que se fue a Marruecos, hacia 1989, quien controlaba el Polisario, precisamente por esa vinculación tan fuerte con Argelia (consecuencia del padrinazgo que ejerce sobre los saharauis, en un primer momento), era gente controlada directamente por Argel. Los saharauis venidos del interior del territorio, hispano-hablantes, (no más saharauis que otros), que se les llamaba los “oulad joder macho” (los hijos de joder macho), porque era la expresión que soltaban hablando árabe, y estuvieron en el origen del movimiento, fueron postergados, precisamente para ejercer un control más estrecho sobre la organización. A finales de los 70, el fundador del Polisario, El Ouali, lanzó un ataque contra Nuakchot, la capital de Mauritania y él mismo muere en el asalto, sin saberse bien las causas. 

Coincidiendo con esta entrevista, el actual líder del Frente Polisario, Brahim Gali, en unas declaraciones a El País aboga por la guerra ¿Qué decir de esto?

He tratado de hacerle llegar un libro al propio Gali. Le conozco de cuando fue delegado del Polisario en Madrid. Pero, en fin, lo que dice es una huida hacia adelante, por el disparate que en estos tiempos supone que un micro-grupo de liberación plantee enfrentarse con Marruecos. Se aprovechan de la mala imagen de Marruecos, que se la labra a conciencia. En una entrevista a una revista digital marroquí, publicada íntegramente, he dicho estos días que Marruecos no tiene resuelto el tema del Sáhara, que no basta con que algún país más diga que el Sahara es marroquí. Algo muy de sentido común. Hasta que Naciones Unidas no termine resolviendo del todo el tema, la cuestión no estará cerrada. Marruecos tiene que darse cuenta de eso. Mi obsesión de Pepito Grillo es que Marruecos no se dispare sobre su propio pie, metiendo a periodistas o profesores en la cárcel, porque no tienen necesidad y acaba nutriendo una imagen pésima. 

¿Llegados a este punto, que opinas del movimiento del gobierno de Pedro Sánchez sobre la cuestión?

En realidad, no es un giro de 180 grados. Solo insiste de lo que habían planteado Moratinos y Zapatero, a partir del año 2004. Cuando Marruecos plantea el tema de la autonomía del territorio, en el 2007, España está muy detrás de ello. Propuesta que era bastante sensata que, de algún modo, encajaban con las propias resoluciones de Naciones Unidas. Lo que resultaba menos creíble de ella era que Marruecos dispusiera de suficiente margen democrático para poder llevarla a cabo. El desgarramiento de vestiduras de Argelia solo es contra Marruecos, y este cae en la trampa. Un vestigio, en fin, de la guerra fría.

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